El banco más cuki del mundo

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ANGEL MANSO

20 jul 2017 . Actualizado a las 11:17 h.

ANGEL MANSO

Somos una potencia en bancos. Sí, Galicia perdió el Pastor, pero en los últimos años han surgido otro tipo de bancos que solo producen beneficios. Me refiero a todos esos que afloraron siguiendo la estela del pionero, el de los acantilados de Loiba. El que les muestro hoy es especial, es el banco más cuki del mundo. Se parece al famoso, pero su historia es todavía más singular porque es un regalo de un chico a su mejor amiga. Primero nos situamos. Cuki (si me permiten la confianza) sienta sus reales en el mirador de Monte Ventoso, sobre la imponente playa de Doniños, con Covas y Prior al fondo, sobre Prioriño y cerca de donde existía un observatorio meteorológico de la Marina y una batería de costa. Para los ferrolanos no tiene pérdida. Pues en este paradisíaco lugar no existía banco alguno hasta que un ciudadano decidió reutilizar unos palés y convertirlos en el asiento de la imagen. Sin permiso de ningún tipo y sin la ayuda de ninguna administración. El autor intelectual y material de la colocación del modesto y cuki banco lo hizo por amistad, por darle una alegría a una chica. «Es mi mejor amiga y estaba pasando por un mal momento. Con la ayuda de mi hijo, que tiene 19 años, cogí los palés (uno para la parte de abajo y otro para el respaldo), unos tacos de madera para las patas y nos fuimos a colocarlo en este sitio por donde suelo pasear a menudo», relata Tato Robles, de 39 años y vecino de Ferrol. Una vez terminado el montaje, hizo fotos a su obra y se las envió a la mujer que lo inspiró, Mariquiña Sixto. «Aluciné. Me puse a llorar cuando vi las imágenes. Alguna vez paseando por allí habíamos comentado lo bien que quedaría un banco en ese punto, pero nunca pensé que nadie lo iba a hacer por mí», recuerda Mariquiña, que hasta creó un perfil de Facebook por este motivo. Quedó instalado el 18 de mayo y ahí sigue. «Nadie me dijo nada. No sé a quién pertenece la zona pero no creo que haga daño», destaca Tato. «Yo trabajo en A Coruña, pero todos los fines de semana voy a Ferrol y hago la visita al banco, que, por cierto, a diferencia de otros, tiene una barra de madera para apoyar los pies», asegura ella. Por algo es el banco más cuki (la expresión que siempre utiliza Mariquiña). «Para todo lo que tú usas bonito yo digo cuki, de hecho algunas amigas me llaman Maricuki».

COCINA CONTAMINADA

La carta de vinos no existe. Hay blanco o tinto Ribeiro, nada más. Coto de Gomariz, creo recordar. Está muy bueno y lo pueden tomar perfectamente los que padecen riojitis. No hay pan, postres, ni café. Tampoco hay mantel, ni sillas bajas, ni admiten reservas. Por si esto fuera poco se refieren a su apuesta gastronómica como comida contaminada. Manda cara…, pensará alguno de ustedes. Hay más. En la enorme barra que ocupa el local a lo largo, te sientas al lado del que te toque. Aunque este aspecto es el menos relevante porque en cuanto empiezas a probar la cocina de Arallo (sin c) te olvidas de los vecinos y toda la atención se la dedicas a los platos. Para pedirlos hay que marcar los que quieres es una hojita, como si fuese una quiniela pero con un solo espacio para la equis. Situado en la plaza de María Pita de A Coruña, ciudad que en los últimos tiempos se ha convertido en la capital del noroeste de la gastronomía thai, hace un año que abrió sus puertas esta taberna de los mismos propietarios del Alborada, con una estrella Michelín. En Madrid también cuentan con negocios, y precisamente acaban de abrir un Arallo, que a diferencia del coruñés cuenta con algunas mesas altas y bajas. Se nota que viajaron, buscaron, investigaron y probaron mucho antes de poner en marcha el proyecto. Porque sin pan, vinos, postre y café uno queda satisfecho y a un precio razonable. Se percibe en las preparaciones la mano de Iván Domínguez, un cocinero gran aficionado al deporte que es capaz de subir al Monte Ventoso sin apenas esfuerzo.