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CONOCE LUGARES DONDE NO VA NADIE y lo suyo es sumergirse en otras culturas y formas de vivir. Leti Lagarda demuestra que se puede viajar en plena crisis del covid. «Fui sobre la marcha acatando las normas de cada país», cuenta esta buscavidas con 17.000 seguidores
13 feb 2021 . Actualizado a las 11:09 h.Cuatro países y un Camino de Santiago hay en esta historia, y muchas más formas de vivir. Ella tenía claro que el covid no iba a robarle un año de su vida porque sí. No viaja por capricho, sino por descubrir la verdad de otros paisajes, personas, culturas, mundos. Y lleva años demostrando que se puede viajar sola y que es posible aún descubrir lugares a los que nadie va, hoy que todo es carne de tour. La coruñesa Leti Lagarda, con 17.000 seguidores en Instagram, voló a cuatro países e hizo el Camino del Norte cuando el covid había entrado en nuestras vidas. Solo paró cuando no quedó más remedio que parar. «Vine a Galicia para tres semanas en febrero del 2020, pero el 14 de marzo cerraron todo», empieza a contar la viajera que se estableció en Inglaterra como abogada. Y decidió salir de su confort laboral para ganar flexibilidad.
A sus 29 años, esta trotamundos mochilera que anima a otras a seguir sus pasos no tiene cargas que le impidan «hacer y deshacer» a su manera. Pero lanzarse a perseguir un sueño requiere sobre todo la voluntad de arriesgar. Leti compaginó un tiempo su trabajo en un despacho de abogados del Reino Unido con viajes para no dejar de desacomodarse, de ponerse en cuestión. «Allí es más normal que aquí: cambiar de trabajo, de estilo de vida... Entendí que era sencillo, que no pasaba nada por dejar el trabajo, porque allí y en otros países la oferta laboral es amplia y luego siempre puedes volver», explica.
UN AÑO SABÁTICO
Sus primeros destinos tras su giro laboral de abogada a buscavidas fueron Nepal, la India, Pakistán, Arabia Saudí y el Líbano. Aún vivíamos sin mascarillas. Volvió del Líbano a Galicia justo antes de que se decretase el estado de alarma y se quedó... hasta que pudo volver a volar.
Desde que estalló la crisis del covid, ha estado en Portugal, Polonia, Grecia y Turquía, destinos que sumó al viaje a la India y Nepal que empezó en septiembre del 2019 y terminó antes de que se decretase el estado de alarma
Su historia es un impulso, pero no hay en ella temeridad. Leti ha viajado en pandemia siempre cumpliendo las restricciones, que «varían mucho de unos sitios a otros». Desde que estalló la crisis del covid, ha estado en Portugal, Polonia, Grecia y Turquía, destinos que sumó al viaje a la India y Nepal que empezó en septiembre del 2019 y terminó en febrero del 2020, antes de que se decretase el estado de alarma. Ella no suma por sumar, ni es capaz de recordar, dice, cuántos viajes ha hecho desde que despegó la sombra del suelo.
Esta viajera que trata de moverse con «todas las comodidades posibles dentro de la incomodidad de la vida mochilera» se ha encontrado en sus viajes prepandemia «a mucha gente» como ella. «Hay muchísima más gente de la que nos podemos imaginar, gente que vive así, con la mochila a la espalda recorriendo el mundo desde hace años y va buscando la manera de financiarse», asegura. No es fácil ni una vida de ricos, pero ofrece otro tipo de riqueza, interior, inmaterial, imperecedera.
La prioridad de Leti es seguir conociendo a fondo nuevos destinos, eso sí, cumpliendo las restricciones y medidas de cada país, evitando los países con poca garantía de seguridad ante el covid. «Ahora, la gente que se va de vacaciones 15 días o el mes no está viajando porque no puede; tienes un riesgo de cuarentena al llegar, cuarentena al volver». Esto limita, «pero hay países que no tienen esta norma», apunta.
«En julio hice el Camino del Norte desde Irún con una amiga aislada de todo»
En julio del 2020 hizo el Camino de Santiago, el del Norte desde Irún. «En tienda de campaña, con una amiga y alejadas de todo el mundo», dice. Pero el verano, siendo precavido, no fue quien de reducir la marcha de sus sueños y de sus pies, y el otoño no quería limitarse a un ver caer la hoja y la moral.
«Cada país es un mundo», subraya. «Y cada país está haciendo un mundo con la pandemia, por lo menos estos cuatro en los que estuve desde que empezó». ¿Diferencias? «Para mí, la manera de transmitir las cosas y la de culpabilizar a las personas. Aquí veo que está cayendo el peso en la responsabilidad de las personas, y no hay que achacarlo todo a eso», considera.
Fue viajando de un sitio a otro sobre la marcha, «donde veía vía de escape», acatando las normas pero persiguiendo la libertad. «Cuando me quise ir de Galicia a finales de agosto, no tenía nada claro. Pero dije: ‘Me voy a Oporto’. Allí vi qué opciones tenía». ¿Sin más? «Y con pasaporte español era difícil ¡porque no nos quería nadie! Intentando evitar restricciones y cuarentenas, dije: ‘¿Qué país me quiere?’. Polonia está cien por cien abierta. Llamé a las embajadas y me dijeron: ‘Tienes dos días para entrar sin nada’». Y así fue. Estuvo un mes en Polonia, que la quiso mucho, luego se movió primero a Grecia y después a Turquía. «Vi que podía volar a Grecia sin restricciones en ese momento. Allí estuve dos meses. El primer mes pude moverme sin problema, luego pusieron una cuarentena que casi no se podía salir de casa», comparte. Entonces se buscó la vida con voluntariados.
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Leti genera ingresos con un blog de viajes y una plataforma de contenido privado para suscriptores. «Además, soy escritora freelance de artículos de viaje. Estoy deseando que pase todo esto para poder llevarme a grupos de mujeres a Oriente Medio. Modero un club de lectura y toco mucho temas relacionados, por ejemplo, con la mujer en Oriente Medio». Leerla es estar en una isla griega paradisíaca, saborear una puesta de sol en Santorini, conocer Mardin desde el cielo, empaparse de un verde familiar en Polonia o palpar el escalofrío de la deshumanidad de Auschwitz. A lugares como estos nos lleva esta enamorada de lo salvaje.
Ahora está recién llegada a Galicia de su viaje por el este de Turquía, donde pasó las últimas Navidades. «Ha sido toda una tarea ir encontrando un pedacito de libertad dentro del mundo de los viajes», cuenta. ¿Por qué se lanzó a viajar en pandemia? «Porque un poco antes había cambiado mi estilo de vida y no estaba dispuesta a dejarlo en pausa tanto tiempo, siempre y cuando hubiese una mínima opción», comparte. Viaja para «tambalear» su forma de vivir, de pensar, «y conseguir que me lo cuestione todo», afirma.
«En países como Irán o Pakistán he encontrado a las personas más hospitalarias del mundo, con valores que se han perdido en Occidente»
Viajar sola, sin planes, es para ella un aprendizaje «muy grande», sobre todo si se hospeda con gente local. Lo suyo no es ir «correteando para ver. No. Me gustan la gente, las anécdotas, la experiencia, traerme los aprendizajes a casa y aplicarlos a mi vida». Viajar sola le ha aportado seguridad e independencia, confianza en la gente en lugares que tendemos a ver velados por los prejuicios, como Irán o Pakistán. «Allí he encontrado a las personas más hospitalarias del mundo, con valores que se han perdido en Occidente».
Para ella no importan las nacionalidades. Solo hay dos clases de personas, «las malas y las buenas». Y en sus viajes por el mundo suele encontrar de estas últimas. Por eso se siente como en casa en tantos sitios. Y su «familia» va creciendo de una manera proporcional a sus viajes, que dejan sed de más.