Cuatro terrazas para ver las mejores puestas de sol de Galicia

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La Tita Rivera (O Portiño). A Coruña
Es el gran mirador del atardecer en la ciudad herculina. El local cogió el testigo del mítico O?Portiño renovando por completo su aspecto, su oferta y su filosofía. La combinación entre los productos de proximidad de su carta y las bebidas ?que incluyen cervezas elaboradas en Chantada con agua de manantial propio?, junto a sus espectacul
La Tita Rivera (O Portiño). A Coruña Es el gran mirador del atardecer en la ciudad herculina. El local cogió el testigo del mítico O?Portiño renovando por completo su aspecto, su oferta y su filosofía. La combinación entre los productos de proximidad de su carta y las bebidas ?que incluyen cervezas elaboradas en Chantada con agua de manantial propio?, junto a sus espectacul VÍTOR MEJUTO

Balcones al mar. Eso son estas cuatro terrazas gallegas en las que la caña sabe mejor. Aprovechamos esa hora de más que regala la primavera para disfrutar de una ruta de locales que con la consumición incluyen un atardecer espectacular

02 jun 2021 . Actualizado a las 15:25 h.

Si hay algo que se puede aprovechar desde ya es esa hora de sol que regala el reloj. Si se le suma a las que se les han concedido a la hostelería, donde se puede disfrutar de las terrazas hasta las nueve de la noche en la mayor parte de Galicia, el resultado es la oportunidad de ver la puesta de sol con la caña en la mano. Con esa sinergia nace este recorrido a través del ocaso en cuatro terrazas en las que las vistas son privilegiadas. En plena primavera y después de un largo invierno de restricciones, sabe mejor que nunca despedir el sol al aire libre en cualquiera de estos locales de A Coruña, Caión, Marín y A Illa de Arousa. El denominador común de todas ellas: el mar.

«Había más gente en la cola que en el paseo», dicen cada tarde de sol los coruñeses que eligen el de O Portiño para disfrutar del buen tiempo. Se refieren a la de La Tita Rivera, el local de Hijos de Rivera que tomó el testigo en diciembre del 2020 al antiguo O'Portiño -cerrado desde octubre del año anterior- y que vino a completar la familia de locales de la firma, que cuenta con otros en Madrid y en la plaza de Compostela de Vigo. Su ubicación hace que siga siendo el gran mirador del atardecer en la ciudad. Eso sí, con una nueva filosofía y un local espectacular en el que el sello, en todo, es la sostenibilidad y el reciclaje. «Tanto la decoración como la oferta tienen la sostenibilidad por bandera, muebles reutilizados, otros elaborados con madera de encofrado de obra, bancos hechos con madera de batea recuperada y una barra compuesta por el vidrio de botellas de la firma», dicen desde el negocio, que mantiene su compromiso con el Mercado de la Cosecha: «Mantenemos algunos clásicos de la casa, reforzando la apuesta por los proveedores de proximidad: mejillones de Lorbé, berberechos de la ría procedentes de pesca sostenible, verduras ecológicas de Horta Millarada, patatas de Coristanco, helados de Bico de Xeado y el porco celta de Pata Celta son solo algunos de los productos que irán formando parte de una carta viva, en constante movimiento». Si les preguntan por lo que más triunfa, lo tienen claro. «En cuanto a comida, tenemos mucha variedad para todos los momentos del día, pero destacan los desayunos, la parrilla Burger y los mejillones, todo con producto de proximidad. En bebida, los productos de Estrella Galicia y sidras Maeloc», apuntan desde La Tita, que también propone unas cervezas elaboradas en Chantada con agua de manantial propio. Combinar todo esto con un atardecer inigualable está muy cotizado, y de ahí las colas habituales para conseguir mesa. «Intentamos ser un local muy polivalente en cuanto a la oferta, con lo que sí, la puesta de sol es un reclamo, pero también nos están funcionando muy bien el mediodía y los desayunos», añaden. Siempre es buen momento para el sol.

Furna Atlántica. Caión (A Laracha). 
A menos de media hora de A Coruña, ya en territorio de la Costa da Morte, se encuentra este bar-restaurante cuya planta superior y terraza son un balcón privilegiado al Atlántico y a la despedida del sol. Un cóctel, una sangría o un espumoso pueden acompañar la experiencia.
Furna Atlántica. Caión (A Laracha). A menos de media hora de A Coruña, ya en territorio de la Costa da Morte, se encuentra este bar-restaurante cuya planta superior y terraza son un balcón privilegiado al Atlántico y a la despedida del sol. Un cóctel, una sangría o un espumoso pueden acompañar la experiencia. ANA GARCIA

EL ÚLTIMO RAYO, EN CAIÓN

Caión, a menos de treinta minutos de A Coruña, es, en sentido finis terrae, la puerta de entrada a la Costa da Morte, una comarca por cuyo litoral, desde el 24 de marzo y hasta el 23 de abril, está diciendo adiós al último rayo de sol de la Europa continental. En Caión, coqueta península situada en el municipio de A Laracha, se asienta desde hace algo menos de tres años el bar-restaurante Furna Atlántica. «Ver la puesta de sol desde aquí es un auténtico privilegio», expone uno de los dos socios que llevan la actual gerencia, Albert Cuenca. Procedente del Val d'Aran, en Lleida, se asentó en Galicia hace unos cuatro años y se animó a tomar las riendas del negocio cautivado por el paisaje, al igual que el carballés Adrián Loureiro. Enclavada en pleno paseo marítimo, apenas son unos metros los que separan la terraza de este local, reducida en dimensiones, pero acogedora, del bravo Atlántico, que estos días salta y moja a quien pasa. Caión, que en su día fue puerto ballenero, tiene, además, ese ambiente característico de «solpor», muera o no el sol de frente, jugando con las Illas Sisargas. Los días soleados se van entre energía y cierto misticismo. En Furna, también probaron, y con éxito, el formato #sunset musical. Ahora que el aforo es limitado, las mesas exteriores son todavía más codiciadas (para comer, es posible reservar). Plantean platos sencillos, pero cuidados, para compartir, con guiños a la cocina tradicional, a la que llaman cocina con memoria, como puede ser la carne asada.

Cada época del año tiene sus colores y tratar de capturarlos puede hacerse asimismo disfrutando de un cóctel mimado, de una sangría casera, de un vino espumoso o de uno dulce. Es uno de los puntos que trata de cuidar el local, que ha hecho del buen café una de sus señas de identidad, ya sea preparado al estilo tradicional o en formatos diferentes, como el pistaccio. La carta de vinos permite viajar a denominaciones de origen gallegas, nacionales e internacionales sin dejar de recibir nunca salitre y brisa en el rostro. ¡Y los rayos, claro!

Javitxus. Aguete (Marín). 
Es el antiguo Minibar, rebautizado ahora como Javitxus, desde que su dueño Jesús Vázquez le ha da dado un nuevo aire tras renovar el interior. Situado al pie de la magnífica playa de Aguete y con acceso directo al arenal, este es un lugar privilegiado para despedir el día y disfrutar de su cocina gallega con raíces en la escuela vasca.
Javitxus. Aguete (Marín). Es el antiguo Minibar, rebautizado ahora como Javitxus, desde que su dueño Jesús Vázquez le ha da dado un nuevo aire tras renovar el interior. Situado al pie de la magnífica playa de Aguete y con acceso directo al arenal, este es un lugar privilegiado para despedir el día y disfrutar de su cocina gallega con raíces en la escuela vasca. Ramón Leiro

A LOS PIES DE AGUETE

En la conocida playa de Aguete, en Marín, Jesús Vázquez le ha dado un aire renovado al que hasta el verano pasado siempre ha sido el Minibar. Con un pie en la arena, el que ahora se llama Javitxus ofrece una de las puestas de sol más bonitas de la zona. Además, será por terraza. Tiene tres y suman 160 metros cuadrados al aire libre con vistas a la ría de Pontevedra y el sol poniéndose a tus pies. Este restaurante fusiona cocina tradicional gallega con vasca. No en vano Jesús es de Bilbao, aunque la zona de O Morrazo le ha robado el corazón desde hace muchos años: «Te diría que es la zona más bonita de España», confiesa el nuevo dueño, que reconoce se quedó con el local «por casualidad», cuando se enteró de que sus dueños se jubilaban: «Mira este sitio, es el paraíso», mostrando la gran ventana al mar que ofrece. Explica, además, que está reformado por dentro y que tiene intención de acristalar la terraza de arriba para poder dejarla al aire libre en verano, y también sacarle partido durante los meses de invierno.

Pero volvamos a las especialidades. La cocina gallega manda, pero también la vasca. Así, además de caldeiradas, pulpo, pimientos de padrón y jamón asado, que es una de las especialidades por su salsa, también se puede degustar un sabrosísimo arroz de marisco o de bogavante, que lo sirven al dente, no caldoso, y su conocidísima tortilla de bacalao, un plato muy tradicional en el País Vasco que es todo un éxito aquí. Los pescados también se sirven al modo de Euskadi: «Son para compartir y va completamente desespinado, luego se vuelven a montar y se les echa un sofrito típico de las vascongadas». Además, todo el producto que ofrecen es de kilómetro cero: «El pescado es de la ría. Lo compramos en plaza de Seixo (la parroquia a la que pertenece la playa de Aguete) o en Bueu. No trabajamos nada de piscifactoría. Aquí está el mejor producto del país y no tiene sentido traerlo de otro lado. Y luego las verduras y hortalizas también son caseras. De una señora de la zona que nos las suministra y que vende en la plaza». Así que, mientras nos sirven, relájate y disfruta. Escucha las olas del mar que llegan hasta la orilla y despide el día como se merece.

Punta Cabalo. Illa de Arousa. 
Antes de que la linterna del faro de Punta Cabalo prenda sus refractores ha de apagarse la otra, la de la luz solar, la que cada atardecer tiñe de ocres la ría de Arousa. Disfrutar de ese espectáculo natural desde la terraza del restaurante isleño es de esas cosas que te llevan a pensar que aunque haya más paraísos, me quedo con este.
Punta Cabalo. Illa de Arousa. Antes de que la linterna del faro de Punta Cabalo prenda sus refractores ha de apagarse la otra, la de la luz solar, la que cada atardecer tiñe de ocres la ría de Arousa. Disfrutar de ese espectáculo natural desde la terraza del restaurante isleño es de esas cosas que te llevan a pensar que aunque haya más paraísos, me quedo con este. MONICA IRAGO

CENTINELA DEL PONIENTE

En el extremo occidental de A Illa de Arousa, separado de la imponente playa de Area de Secada por un con infinito, se enclava el faro de Punta Cabalo, discreto pero eficaz centinela del canal de entrada a la ría.

Desde hace 16 años, y sin dejar de ejercer cada noche su función como vigía, el faro acoge también un pequeño restaurante marinero que lleva su nombre. Cinco mesas tan solo alberga en su interior. Pero cuenta con dos excepcionales terrazas enclavadas sobre las rocas (en este momento solo una de ellas está en servicio) que se han convertido por derecho propio en lugar de peregrinación ineludible para quien recale en territorio isleño.

Y no es para menos. Su extraordinaria ubicación, totalmente orientadas a poniente, las convierte cada jornada en privilegiado mirador a la caída del sol. Enfrente, la sierra del Barbanza, con la cumbre de A Curota irguiéndose altiva. Justo delante, un puzle de bateas rompe la armoniosa quietud del azul marino. Y a nuestros pies, un laberinto de rocas entre las que se cuelan, ya mansos, regueros de huidiza espuma.

Llegada la hora del ocaso, la paleta cromática pierde en gama de colores pero gana en intensidad. El espectáculo es majestuoso. Hasta el punto de haberse convertido en un reclamo de igual calibre al de las viandas que el restaurante ofrece.

Y a ello vamos. No podía tener otro sustento la cocina de Punta Cabalo que el mar que, literalmente, la salpica. Emblema de la casa es el bogavante frito y ahora se añade también la opción del salpicón de bogavante. La infrecuente zamburiña negra, el arroz de centolla o los choquitos en su tinta se sitúan también entre las preferencias de la clientela. Una clientela que llega sabiendo que va a vivir una experiencia que trasciende, con mucho, lo gastronómico.

Las actuales restricciones limitan su horario desde las 13 a las 20.30 horas. Eso sí, Punta Cabalo no dobla mesas, sabedor de que muchos de quienes hasta allí se acercan suelen alargar la sobremesa disfrutando de su carta de combinados prémium y acaban por estirarla, sin abandonar su ventajosa posición, hasta llegado el atardecer.