María y Juan llevan 13 años divorciados: «Seguimos teniendo todo a medias, y la nave actual de la empresa la compramos ya separados»

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MARCOS MÍGUEZ

«Conocimos a todas las parejas que hemos tenido, y tienen que aceptar este tipo de relación», aseguran estos dos coruñeses que han logrado sacar adelante su empresa y la educación de sus dos hijos muy unidos a pesar de su divorcio. «Es importante que no haya habido terceras personas», señalan

11 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Que los hijos están por encima de todo es fácil decirlo, pero pocas veces se traslada a la práctica con un divorcio de por medio. Llevarse además bien como expareja, bien de verdad, es todavía más complicado. Pero hacer ambas cosas mientras se saca adelante una empresa con el patrimonio familiar al 50 % trece años después de la ruptura, es casi un imposible. Casi, porque María Gago y Juan Río (54 y 60 años) han conseguido hacer triplete. Después de 22 años juntos y 17 casados, estos dos coruñeses se divorciaron en el 2010 y, desde entonces, aunque hubo momentos duros, no han hecho otra cosa que llevarse bien y ponerse de acuerdo en todo. Para prueba, este mismo reportaje. Bastaron unos minutos para que ambos accedieran a relatar cuál es la receta con la que logran seguir unidos a pesar de estar separados. «No nos queda otra que ponernos de acuerdo, porque tenemos una empresa a medias», bromea este exmatrimonio tan bien avenido que hasta tiene trato con las nuevas parejas que va teniendo él y ella.

María y Juan se conocieron en el 88 y estuvieron juntos durante 22 años, hasta el 2010. Se casaron en el 93, tuvieron a su primera hija en el 95 y al segundo en el 2001. Cinco años antes de divorciarse decidieron embarcarse en la aventura de montar una empresa juntos. Corría el año 2005. «Y aquí estamos, seguimos con la empresa —Protec Ingeniería, de instalaciones eléctricas—. Las parejas no duran para siempre, pero bueno, siempre nos hemos llevado bien y somos los dos bastante sensatos en ese sentido, así que lo hablamos y seguimos adelante», relata María, que no oculta que esos primeros instantes tras la ruptura fueron convulsos: «El primer año no fue fácil para ninguno de los dos, pero primaban nuestros hijos, y la empresa también. Decidimos continuar con el negocio juntos y ni siquiera hicimos disolución de bienes ni nada. Seguimos teniendo todo a medias y, de hecho, ya divorciados compramos la nave en la que estamos ahora». Juan la refrenda: «Seguimos siendo socios absolutamente en todo. Las cuentas eran comunes, seguimos con las escrituras al 50 %, con lo cual en realidad nuestra situación financiera no varió nada. Ya habíamos dado un salto al vacío hacía cinco años, y aunque teníamos un poco de respaldo, siempre es muy arriesgado y los comienzos son duros. Entonces, no nos dimos por vencidos y seguimos adelante», cuenta Juan. Lo dicho, son una rara avis.

Las parejas lo entienden

Como la vida sigue, ambos han ido rehaciéndola. También en el terreno sentimental. Ni siquiera eso resquebrajó un vínculo que parece sobrevivir a todo. «Él tiene pareja, yo he tenido varias, y siempre las hemos conocido. Hemos salido juntos, hemos ido de viaje los cuatro con nuestras parejas...». «Bueno, eso es más por motivos laborales», la interrumpe Juan, que no obstante indica que las nuevas parejas tienen que saber lidiar con su relación: «Esa persona también tiene que encajar la situación. Tirando una piedra al aire, quizás cueste más en el caso de las mujeres, que puede que tengan más celos e inseguridad, aunque puede darse en los dos sexos. Desde luego no es fácil, pero es algo con lo que tienen que cargar... Hay que entenderlo, si se quiere entender. Y, si no, habrá que decidir lo que haya que decidir».

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Sus hijos siempre han visto a sus padres llevarse bien. «Yo creo que es importante que no haya habido terceras personas en nuestro divorcio por ninguno de los dos lados, porque eso ayuda mucho a que no haya rencor en ese sentido. Al final, son muchísimos años juntos, hay un respeto. Nos miramos y ya sabemos muy bien qué piensa cada uno», señala María, que no define su vínculo con Juan como fraternal, pero casi: «Yo hace unos años me rompí un brazo, ya estábamos divorciados, y al que llamé para que me ayudase a vestirme e ir al médico fue a él, que era el que vivía más cerca de casa. Yo creo que sí que tenemos mucha confianza en ese sentido. Y yo lo miro y, jolín, para mí es familia total».

¿Pudo pesar un poco en el divorcio el hecho de haber montado la empresa? «Tuvo mucho que ver», aseguran. Su compañía ha crecido mucho y hoy ni siquiera comparten planta, «pero cuando empezamos éramos cuatro, estábamos juntos en la oficina todo el día y son muchos problemas cuando empiezas una andadura así, con lo cual te llevas los problemas de la empresa para casa y los de casa para la empresa. Además, los niños eran pequeños y hubo muchísimo que luchar también a nivel económico... Son muchas cosas», asegura María, que se confiesa como «muy intensa. Me cuesta bastante desconectar del trabajo y parcelar. Hay gente que sigue con las empresas y casada, para mí es admirable. A lo mejor nos hubiéramos divorciado igual, no lo sé, pero en nuestro caso creo que influyó». Desde fuera, da la sensación de que más difícil que tener una empresa estando casados es mantenerla estando divorciados.

«Al final triunfó el cariño que nos tenemos desde hace tantos años, y por supuesto el estar unidos por nuestros hijos», afirman. También en las decisiones que tienen que ver con ellos actúan como un frente común. «No hay grietas, actuamos como si estuviéramos casados en ese sentido. Por su bien, por el nuestro y por el de todos», dice Juan.

¿Qué relación tienen entonces? ¿Amigos, compañeros de trabajo o todo a la vez? «Hombre, la relación evidentemente es muy cercana. No somos amigos, lo que se dice amigos, porque la amistad yo la considero otra cosa, pero sí que está en un nivel más o menos igualado al de una amistad. El nuestro es un vínculo que se basa en la sinceridad, en la verdad y en los valores que creo que debe tener toda relación. Y es muy cercana, porque tenemos dos hijos y una empresa, que obviamente siempre te dan de qué hablar. Con lo cual, menos los fines de semana, que salvo excepciones nos vemos, el resto es muy intenso los cinco días de la semana», afirma Juan, que apunta que no suelen compartir ocio, solo aquellas veces en las que quedan con amigos comunes de su matrimonio o en esos viajes de empresa a los que acuden incluso con pareja si es el caso.

¿El amor de pareja no dura para siempre? «Yo creo que no», zanja María. Juan —que actualmente tiene una relación— es más optimista: «Bueno, es como todo, puede salir bien. Y no por estar juntos quiere decir que ha salido bien, eh, que muchas parejas están por estar».

El que sí dura, y de eso no tienen ninguna duda, es el amor de familia. Y la suya está más unida que muchas que viven bajo el mismo techo.