Nes dejó su trabajo de diseñador gráfico y ahora vive de ser amo de casa: «En las tareas del hogar tengo la regla del minuto»

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Este argentino se abrió una cuenta para demostrar cuánto más fácil es vivir en una casa limpia y ordenada, y tuvo tanto éxito que se vio obligado a dejar su trabajo
31 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Nunca se imaginó Nes, este argentino de 39 años de Buenos Aires, que aquellas tareas que sus padres le inculcaron de pequeño, y que él asumió con naturalidad, como si tratase de lavar los dientes o jugar, iban a ser su principal fuente de ingresos de mayor. Creció en un hogar en el que todos los miembros, tuvieran la edad que tuvieran, y fueran del sexo que fueran, estaban implicados en el ámbito doméstico. Él se hacía lo suyo «desde bien chiquito». «En nuestra casa todos hacíamos todo: mi mamá, mi papá, mi hermano y yo. Desde que tengo recuerdos la cama me la hago yo, guardo mi ropa... Ya de más grande, limpiaba el baño, lavaba los platos... Cada uno tenía sus tareas, era responsable de sus cosas. Y como sos en tu casa, sos en la vida, te lo llevas al colegio, a la facultad...». Así fue. Todo lo aprendido iba dentro de la maleta que se llevó de casa de sus padres al piso de estudiantes al que se mudó cuando empezó la universidad. «Mis amigos no sabían ni que había que cambiar las sábanas, que había que sacar la basura...», apunta Nes, al que no le quedó más remedio, por el bien común, que darles unas nociones básicas sobre el funcionamiento doméstico.
Aquellos consejos para una buena convivencia en ese piso fue su primera experiencia enseñando a otros. En casa, en directo, sin pantallas... No como lo que vendría después. «Es que por más que era una casa de estudiantes, éramos tres varones y teníamos que ocuparnos de ese espacio. Lo que hicimos fue organizar las tareas y poner unas normas: lavar los platos después de comer, no irse de fin de semana sin bajar la basura... Armamos una rutina con las responsabilidades, las individuales y las de todos, que las dividimos. Y pusimos un sistema de penitencia: si alguno no cumplía, tenía un castigo para incentivar que realmente lo hicieran. Terminó funcionando».
Con esa mentalidad, con esos hábitos interiorizados, se fue convirtiendo en un adulto al que no le pesaba el trabajo doméstico en el día a día. Ojo, tampoco le encanta, sino que simplemente ha asumido que es así. Con el tiempo, cada vez eran más los amigos que le preguntaban cómo limpiar esto u ordenar esto otro, o cómo sacar una mancha, y se empezó a preguntar si eso que sucedía en su vida cotidiana lo podía llevar a las redes. También porque quería mostrar cuánto más fácil es vivir en una casa limpia y ordenada. Sin embargo, esa idea nunca llegaba a ejecutarse... hasta hace seis años. «No había nadie que lo estuviera haciendo, y menos varones, porque, a pesar de que en el discurso parece que las tareas del hogar no tienen género, en la práctica, sí. Aquí en Argentina el 97 % de los hogares tienen a la mujer como principal responsable todavía... Quería mostrar que es mucho más fácil, que no necesitas tantas cosas, que se puede hacer de manera amigable con el medioambiente, y que nos podemos amigar con las tareas del hogar que tienen tan mala prensa, que nos parece que son un castigo».
Un día salió de su trabajo en una agencia de publicidad, donde ejercía de diseñador gráfico, se compró «dos palos de agua» (una planta), grabó unas stories y abrió la cuenta. Una cuenta que tiene más de un millón de seguidores, y que le ha obligado a dejar su trabajo para dedicarse plenamente a las redes, o lo que surja de ellas. Porque a raíz de su perfil (@soyamodecasa) ha abierto una tienda online (donde vende los productos que utiliza: bidones de vinagre, bicarbonato... un reclamo de sus seguidores), ha publicado un libro (Soy amo de casa, trucos y consejos para limpiar tu casa ahorrando dinero), ha participado en programas de televisión, incluso con espacios propios... «Cosas que nunca me imaginé cuando abrí la cuenta».
Desde ese perfil trata de transmitir que sentarse, organizarse y repartirse las tareas es clave para la gestión de un hogar. «También la negociación —apunta—. Si a mí se me da mejor esto, a vos lo otro...». Lo suyo, confiesa, es la organización: establecer mecanismos para que las cosas funcionen, dónde ubicar algo para que sea funcional, encontrar los métodos para ello, hacer que las cosas sean lo más simples posibles, y sobre todo, que se puedan mantener en el tiempo. «Yo siempre lo digo, a mí no me gusta limpiar, no me gusta ordenar, pero me gusta vivir en una casa limpia y ordenada, entonces busco la manera de que eso se sostenga en el tiempo».
De todas cuantas cosas se pueden hacer en una casa, la única que Nes no hace es planchar, pero siempre encuentra la manera de que parezca que lo ha hecho. Dice que «hay algunos truquitos», que tienen que ver con lavar, colgar y doblar. Con el resto, no disfruta, «es como ir al gimnasio», si pudiese no limpiar, no limpiaría... Pero como no queda otra, suele empezar por la que más le cuesta: los baños. Después la cocina y las habitaciones por este orden, y termina con la sala y el comedor, aunque deja para el final los suelos de toda la casa. Asegura que en esto de la limpieza el orden correcto sería de arriba hacia abajo, de adentro hacia afuera y de izquierda a derecha. En su casa ahora mismo son tres, él, su pareja y un perrito. «Cuando llegó tuvimos que armar una nueva rutina, adaptarla, porque había más que limpiar. Pero hay que simplificar: teníamos alfombra de lana, y voló, porque no iba a vivir limpiando una alfombra de lana».
30 MINUTOS AL DÍA
Ahora mismo, confiesa, le dedica 15 minutos por la mañana, y otros tantos por la noche, a las tareas del hogar, además de una limpieza general semanal de unas tres horas. «Después ya son minihábitos que tienes incorporados. Yo tengo la regla del minuto: si algo te lleva menos de un minuto, hazlo en ese momento, no lo dejes para después. Lavar una taza, llenar una botella, reponer papel higiénico... son muchas cosas que se te van acumulando, y luego lleva más tiempo».
Dice que a sus seguidores una de las cosas que más le sorprende son los productos que usa para limpiar. «Yo sé que en España es más común limpiar con vinagre o bicarbonato, pero acá en Argentina ahora es más común, pero al principio llamaba mucho la atención que los usara en vez de otros productos de limpieza más tradicionales. Por esas cosas “naturales” llamaba mucho la atención, más allá de que sea varón, que eso es anecdótico. Lo que interesa a la gente es encontrar soluciones para su casa que funcionen», indica Nes, que ha creado una comunidad de vinagrelovers. «A mí me gusta mucho usar vinagre en vez de suavizante en la lavadora. Echas media taza y eso te va a dejar la ropa más suave, lo blanco más blanco, abrillanta la ropa de color, elimina la electricidad estática de la ropa (si tienes mascotas, no se te pegan los pelitos), elimina los olores, ayuda a eliminar las manchas, y no pega el olor a vinagre, sino que potencia el perfume del jabón. Ah, y también ayuda a cuidar la lavadora», señala este amo de casa, que advierte que perdemos mucho tiempo en casa. «Es que las cosas no se hacen organizadamente. Si tienes organización en casa, si cada cosa tiene su lugar, y una rutina, no llevan tanto tiempo como parecen. El problema es que esperamos a que la casa esté supersucia y desordenada, y ahí te lleva más tiempo del que te llevaría dedicando pequeños ratos a lo largo de la semana. A mí me dicen mucho: ‘Pero eso ya estaba limpio'. Es que no hay que esperar a que esté sucísimo porque supone más tiempo, más producto y más energía. También solemos esperar al fin de semana o las vacaciones para limpiar, ¿así cómo no vamos a odiar las tareas, si las haces en el momento en que deberías estar disfrutando?
Cada vez hay más hombres implicados en el ámbito doméstico, confirma Nes, aunque asegura que esta inserción no va al ritmo de la de la mujer al mercado laboral. «Es real que el varón se involucra mucho más, pero está como en un rol de auxiliar, de ayuda, hay que pedir que lo hagan, no como si fuera algo que les corresponde. Una vez un chico me escribió y me contó que a su esposa le salió una oportunidad de trabajo importante en otro país, y él tuvo que dejar el suyo y dedicarse 100 % a su casa. Me contaba que su familia le decía que era un vago, que no le gustaba trabajar, y a que partir de mi cuenta pudo estar orgulloso de lo que estaba haciendo».