En Fento Coworking la plantilla la forman personas y animales: «Si estamos muy relajados, empieza a ladrar»

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Hace cuatro años que este espacio de trabajo vigués puso en marcha esta medida para que los dueños puedan estar con su mascota durante la jornada laboral
23 oct 2024 . Actualizado a las 16:10 h.Al cruzar la puerta del Fento Coworking nadie se lleva sorpresas ni las manos a la cabeza al ver humanos y animales. Miles, Zeyne, Di y Eevee son parte de la plantilla de este espacio de trabajo vigués. Acuden diariamente con sus dueños. Y los que se van sumando a estas oficinas, ubicadas en la plaza de San Mauro, en el barrio de Matamá, en Vigo, ya lo saben antes de entrar. «Nosotros lo decimos desde el primer momento. Tienes que pensar que si no te gustan los animales, no es tu sitio. Si quieres estar en silencio absoluto, tampoco», explica Cristina González, la fundadora del coworking y la que lo gestiona. Para ella, el hecho de que las mascotas pudieran estar con sus dueños durante su jornada laboral era una pieza fundamental del puzle cuando, hace cuatro años, en plena pandemia, decidió montar el local. «Hay gente que no lo considera, porque te metes en muchos líos, pero todo es las ganas que tengas», apunta.
Las suyas eran muchas. Además de que siempre le había gustado la idea, señala que hay mucha gente que no se atreve a acudir a espacios de trabajo porque no los quieren dejar solos en casa. «Las personas que trabajan en remoto sí que necesitan, muchas veces, estar con gente, y les gustaría poder hacerlo, pero si van con su mascota, y nosotros creíamos que se podía hacer». Hoy no es un deseo, sino una realidad. A diario, se suelen juntar entre tres y cuatro perros y una gatita, que entra en la oficina dependiendo de quién esté, porque hay canes con los que se lleva bien y otros con los que no. «Pero como vive aquí no pasa nada, tiene su terraza, y entra y sale cuando quiere», dice Cris.
La raza no es un requisito a la hora de sumar animales a la plantilla, les importa más cómo se comporten. «Mientras sepan convivir con los demás perritos y estar tranquilos, no hay problema. Hay razas que son bastante grandes, pero son amorosos y tranquilos, no molestan nunca a los demás...». Asumen que cada nueva incorporación requiere de un proceso de adaptación, y que los primeros días puede haber ligeras tensiones, porque los animales son muy territoriales, y además cada uno es como es, tiene su carácter, «pero igual que las personas». Por eso, cada vez que se va a sumar un nuevo miembro a la plantilla animal, quedan antes fuera de la oficina para que conozca a sus futuros compañeros en un territorio neutro, «porque cuando entra uno de sopetón, los desequilibra mucho». Unas horas en uno de los muchos parques que hay alrededor son suficientes para estrechar lazos.
Pasean todos juntos
Ángela llevaba dos años trabajando en Fento cuando Eevee llegó a su vida. Dejarla en casa nunca fue una opción porque era una cachorrita de apenas un mes que tenía que comer cada equis horas, así que de no ser por esta medida, no podría trabajar fuera. «Para mí fue una bendición, además de una experiencia fantástica desde el primer momento. Zeyne y Di, ya estaban, y al tener a dos perras todos los días, aprendió a comportarse y a ser sociable», dice Ángela, que no oculta el carácter de su compañera. «Cuando ve que nos estamos tomando mucho tiempo de descanso o muy relajados, se pone a ladrar, como diciendo: ‘O me das atención o trabajas’».
Pero quienes trabajan en este coworking están acostumbrados a los ladridos. «Solemos tener reuniones a lo largo del día, y muchas veces se genera un caos, porque ha pasado un perro, se ha quedado mirando en la puerta, y el resto le hacen el coro. Normalmente, nos reímos, intentamos que vuelvan a su sitio, no hay mal rollo ni nada, al contrario, agradeces estar con tu mascota», dice Cris, que advierte que todos los presentes ya saben que los animales se pueden comportar de una manera más «molesta» a veces.
Normalmente, cada mascota suele estar en una colchoneta al lado de su dueño, pero también se levantan y juegan entre ellas. Y esto, lejos de ser un problema, resulta beneficioso para quienes están metidos de lleno en su trabajo. «A mí me gustan los animales, pero no tanto como para tener uno en casa, pero tener uno alrededor cuando estás trabajando es casi terapéutico, es una especie de antiestrés. Añaden un montón de positivismo al ambiente. Te concentras sin problema, incluso de vez en cuando poder despistarse con el perrito de alguien te hace bien. No sería la primera vez que estoy intentando resolver un problema o preparando una presentación o reunión, que me está resultando superduro, y de repente noto un hocico o una patita encima de la rodilla. Te desestresas, y piensas: ‘No es para tanto, igual debo relajarme más’», dice Marc, un informático holandés que lleva diez años casado con una viguesa y que desde hace nueve meses acude diariamente a este coworking. Ángela opina lo mismo: «A veces nos dan más de lo que les damos a ellos, porque cuando hay momentos de estrés o algo que no fue bien, los perros lo notan y van inmediatamente a ti, te dan ese amor incondicional. Ese momento de respirar y de pensar: ‘No pasó nada, sigamos adelante’. Estar acariciando a una perrita ayuda mucho a calmar esa frustración». Es beneficioso para todos, porque Cris asegura que para los animales también. No solo porque salgan de casa. «Por ejemplo, Zeyne y Di vienen de protectoras, tienen historias bastante duras, y, al principio, les costaba mucho estar con personas. Ellas también hacen terapia aquí».
Antes de entrar, los usuarios firman un contrato que incluye un pliego de condiciones que se tienen que comprometer a cumplir. Una de ellas es responsabilizarse de que la zona de sus animales esté limpia, aunque a mayores haya una limpieza general. «Si por lo que sea se ha ensuciado algo o sin querer se ha hecho un pis, lo tiene que limpiar el dueño. Tenemos de todo para hacerlo, pero es su responsabilidad», apunta Cris. Aunque esto no suele ocurrir porque tanto dueños como mascotas salen a pasear mínimo dos veces al día. «Solemos ir todos juntos, tenemos la suerte de que hay verde por todos lados, y en dos minutos estás en el parque, juegan, se divierten, desfogan, hacen lo que tienen que hacer y volvemos», añade. «Después del café de media mañana y de la comida aprovechamos y les damos un paseíto de 5-10 minutos. Pero no solo para los perros, también por nosotros, para no estar en la silla todo el día», apunta Ángela.
Para quienes trabajan en este espacio, el poder llevar a las mascotas al lugar de trabajo es mucho más que una medida de conciliación. «Te cambia el día, es distinto. Entrar a una oficina donde hay animales que van a tu regazo, porque casi todos van de persona en persona dándoles la pata para que los saludes, a muchos les hace el día», indica Cris.
Marc, por ejemplo, que no lo veía tan claro, ha cambiado de opinión al respecto. Él se mostró bastante neutral cuando estaba buscando dónde trabajar porque lo de espacio petfriendly no le echó para atrás, pero tampoco lo vio como algo muy positivo, y ahora, tras unos meses de experiencia, asegura: «Al final, tener perros es una de las mejores cosas de estar aquí».