
«Vienen chicos jovencitos que nos piden la visera de los 'Peaky Blinders'», afirma el rostro que recibe tras el mostrador de la Sombrerería Da Costa, una de las últimas de la comunidad
11 dic 2024 . Actualizado a las 09:24 h.La visera irlandesa de los gánsteres de Netflix, la boina de «Emily en París»... La sombrerería es un clásico que rejuvenece en Galicia y que se revitaliza especialmente en Navidades. «El sombrero más vendido es el clásico de fieltro tipo borsalino», indica Ofelia Souto, que es quien atiende desde hace unos años en un negocio que lleva desde 1924 con la persiana abierta.
—Llevas una de las últimas sombrererías centenarias de Galicia.
—Sí, hay otra en Santiago, la Sombrerería Iglesias. Este negocio tiene un público fiel, y el hecho de ser pocas es una cosa que también juega a nuestro favor, pero esto realmente se conserva por tradición y porque te gusta, más que por rentabilidad.
—¿En qué momento del año se compran más sombreros?
—La sombrerería depende mucho del tiempo. El tiempo es el que nos ayuda, porque si hace sol, pues la gente se anima a comprar un sombrero, una visera, un panamá o lo que sea. Vienen muchos clientes del dermatólogo, porque tienen manchas en la cabeza o quemaduras del sol. Y lo mismo pasa en las épocas fuertes, como en todos los sitios. Es decir, en Navidades y en momentos puntuales. Pero a principios de verano o de invierno es cuando se nota más movimiento.
—¿Cuáles triunfan más?
—Los sombreros que más se venden son los clásicos de fieltro de tipo borsalino, como el típico de los gánsteres. Ese tipo de sombrero tiene un público, es muy clásico, y se vende en un montón de colores. Pero para las mujeres cada vez se abre un abanico más grande. Boinas, casquetes más rígidos, viseras más informales... Se están introduciendo más en el mundo de la sombrerería. De lo relacionado con la cabeza, lo tenemos casi todo. Y luego, a mayores, paraguas y guantes, que ya tienen una fecha más estacional.
—¿Notáis que os entran pidiendo algo por modas o tendencias concretas?
—Las modas influyen mucho. Por ejemplo, la serie Emily en París. La protagonista se ponía boinas francesas, de colores muy llamativos a veces. Salía con una boina amarilla y al día siguiente era: «¿Tenéis boinas amarillas?». «Claro». Otro día: «¿Tienes una boina roja?». Y era porque la veían. O llevaba una visera de cuadros y nos preguntaban: «¿No tendréis alguna visera de cuadros?».
—¿Y los chicos?
—Con los Peaky Blinders, muchos chicos jovencitos vienen y te dicen que quieren una visera irlandesa de esas que salen en la serie. Nunca la habían probado, pero les gusta. De hecho, hay gente que ve una y dice directamente: «Esa es una Peaky Blinders».
—¿La visera ha rejuvenecido?
—Antes la visera era a o b. Era la clásica de estilo inglés, la que llamábamos de señor mayor. Pero es que hoy hay un abanico de viseras maravillosas, porque las tenemos tipo irlandesa, por ejemplo, que es más ancha. De patchwork, de colores, más estrecha, tipo casquete... hay un montón. Entonces la gente puede probar cosas diferentes, no es la clásica. Incluso los clientes mayores se está metiendo en esas cosas, y te dicen: «No, que no me quede tan ancha».
—¿Cómo sabes cuándo queda bien un sombrero?
—Todos tenemos una medida de cabeza, y los sombreros juegan de un centímetro en un centímetro, igual que las viseras. Estamos hablando de la talla 55 más o menos hasta la 61, que es lo más habitual. La visera nunca te debe marcar la frente ni apretar, y tampoco te debe quedar holgada como para que tú le puedas, por ejemplo, moverla a los lados y dar una vuelta. Y ahí está el centímetro con el que estás jugando.
—¿Te sangran los ojos cuando ves una colocada hacia atrás?
—Son modas, de hecho, incluso ya hay modelos de viseras que están pensados para ponerlos para atrás. La postura ideal es ponerla a media frente. Nosotros aquí, en Galicia, tenemos tendencia a calarlas, es decir, a bajarlas mucho a la altura de las cejas. Luego hay gente que no sabe ponérsela bien y se empeña en hacerlo a su manera, pero ahí ya...
—¿La boina es la segunda del ránking?
—Sí, nos piden mucho tanto la de caballero como la de mujer. La de caballero la vendemos todo el año. ¿Qué pasa? Que la boina se lleva mucho, fíjate, de recuerdo. Hay gente que la lleva para el extranjero, que vive fuera y la usa. Y después, hay mucha gente que se está introduciendo a llevarla aquí y que dice: «La llevaban mis abuelos», y vuelve a ponérsela. Pero la boina siempre estuvo ahí. Y para mujer se hacen en un montón de colores.
—Cuál es la pieza más barata y la más cara?
—Una visera desde 27 euros, que la hay en un montón de colores, y un sombrero de castor de 390, que es de fieltro.