Marta Costa, la joven gallega que se incorpora a «La Promesa»: «Voy a revolucionarlo todo»

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MARTINA MISER

Es de Cambados, trabajó en la serie «Clanes» y, ahora, con solo 20 años, se estrena en «La Promesa», donde interpreta a la hija de Leocadia, una joven independiente y moderna. «En 1915 solo había cuatro mujeres en España que estudiaban para abogadas, yo soy una de ellas», apunta

16 ene 2025 . Actualizado a las 10:17 h.

Tiene solo 20 años, pero a la gallega Marta Costa ya la hemos visto en Clanes y acaba de estrenarse en la serie La Promesa, la telenovela que está arrasando en las tardes de TVE y a la que acaba de incorporarse esta cambadesa que desde niña tuvo clarísimo que quería ser actriz. Sus intérpretes favoritos son Maribel Verdú, Melania Cruz y Tamar Novas, y le gustaría tener una carrera que le facilitase viajar mucho, pero también volver a jugar en casa. «Soy muy de la filosofía del Cholo Simeone, vamos partido a partido», señala.

—¿Qué ha supuesto para ti entrar en «La Promesa», que ha conseguido el aplauso del público y es tendencia absoluta estos días después del capítulo de la boda de sus protagonistas?

—¡Uf! Un regalazo. Mi personaje es Ángela, soy una chica que está estudiando abogacía en Suiza, y que aterriza directamente en La Promesa. En 1915 solo había en España cuatro mujeres estudiando Derecho, y una soy yo. Interpreto a la hija de Leocadia, que ya está incorporada en la serie.

—¿Eres una adelantada a tu tiempo entonces?

—Sí, desde luego, soy una chica muy independiente, que no piensa en casarse, que viene a romper los moldes y a revolucionarlo todo en el valle de Los Pedroches. Vengo a romper los tópicos y a imponer un poco de modernidad. Es un personaje muy atractivo, porque es una propuesta bastante actual y eso es muy divertido. Ella es superbuena y lo que busca es justicia.

—La serie lleva más de 500 capítulos, ha conseguido un Emmy como mejor telenovela, todo un espaldarazo. ¿Estabas dentro cuando lo recibieron?

—Sí, sí, pero no se me podía ni ver, fue un orgullo para todos, yo me alegré un montón.

—¿Te tenían escondida para que no se supiera nada del guion?

—Con los periodistas sí, tenía que esconderme porque no se puede saber nada de los personajes nuevos, eso lo llevan a rajatabla. Nosotros tenemos contrato de confidencialidad, por eso nos quedamos a un lado hasta que ya finalmente salimos en pantalla. Es una serie diaria, que se ve día a día y no se puede descubrir nada. Yo no puedo decir mucho más de mi personaje, pero creo que nadie se espera lo que va a suceder, va a revolucionar La Promesa, tanto Leocadia como Ángela, que soy yo.

—En ese pasado en el que se desarrolla la serie, ¿con qué perfil de mujer te identificas más?

—Yo me identifico muchísimo con mi personaje, porque es muy natural, muy risueña, es muy buena y tiene las cosas muy claras. En plena guerra mundial se cruza Francia para llegar a ver a su madre con un propósito muy claro.

—¿Tú también eres tan determinada? ¿Sabías que querías salir de Cambados para llegar adonde hiciese falta?

—Exacto. Tenía muy fichado Madrid, porque al menos aquí, en España, es donde está la mayoría de la industria, pero yo estaba dispuesta a ir adonde hiciese falta para ser actriz. Eso lo sé yo desde que tengo uso de razón. Nunca tuve dudas, solo en cómo lo iba a conseguir... Porque esta profesión no tiene un camino tradicional, no es hacer una carrera, graduarte, hacer un máster. Yo estaba un poco desubicada en mi pequeño pueblo sin referentes. Pero sabía que, fuera como fuera, lo iba a intentar.

—¿Cómo te enfocaste? ¿Empezaste a hacer «castings»?

—Yo, desde los 10 años, hice teatro amateur, y a los 18 años, cuando me fui a estudiar Comunicación Audiovisual a Coruña rompí la frontera y, allí fue un amigo el que me introdujo en el curso de Fernando Tato, en Santiago, Adestramento actoral. Empecé con 18 años y a los tres meses me surgió el casting de la serie Clanes, fui, me lo dieron y ya.

—¡Caray, a la primera, «Clanes», en Netflix, con Tamar Novas y Clara Lago! Eso es llegar y besar el santo.

—Sí, sí, tuve mucha suerte. Nunca he estado tan nerviosa en mi vida como antes de entrar en ese casting, es que era el primero de mi vida, no sabía lo que me iba a encontrar. Entras en una sala a que todo el mundo te juzgue. A mí me salió un orzuelo de los nervios, hice el casting con el orzuelo, ja, ja. Dentro de la sala tenía a un cámara y a la persona que me daba las réplicas. Tuve que aprenderme las dos separatas, pasé la prueba, y luego en Madrid otra, entonces ya solo quedábamos dos chicas.

—¿Qué aprendiste de «Clanes»?

—Que los actores son personas normales, porque yo tenía muy idealizada a la gente: Clara Lago, Tamar... Tanta gente que yo he visto en la tele y el cine desde que era niña, uf, para mí era como entrar en una película. Clanes supuso un proceso de humanizar a los actores, no me sentía parte yo de eso todavía. Me sirvió para aceptar que sí puedo serlo, que, aunque tengas una cámara delante, es como estar en una clase de teatro, que tienes que dar lo mejor de ti. Y aprendí a vencer los miedos.

—¿Tenías una imagen de los actores como si fueran muy divos, muy alejados de la realidad?

—Yo no me lo había ni planteado, para mí los actores no eran personas de carne y hueso, vivían en la pantalla, existían ahí, y no era posible decirles: «Hola, ¿qué tal? Soy Marta». Clanes me enseñó que es accesible ser parte de ese mundo.

—¿A nivel de formación, te sorprendió alguien con el que hayas trabajado, qué te llamó la atención?

—Para mí mi maestro es Fernando Tato, es mi ejemplo a seguir. Todo lo que sé me lo enseñaron él y Susana Sampedro. Son los primeros actores que conocí que no vivían en la pantalla.

—¿Crees que es fundamental tener ese conocimiento teatral?

—Yo creo que con la pasión y las ganas de aprender es suficiente. Y para aprender siempre hay tiempo. Mucha gente cree que va tarde para ser actor a los 40 años y eso es un error. Creo que es un oficio, que no hay que hacer una carrera a los 18 y luego hacer un máster. Hay que luchar contra ese prejuicio de que es tarde para empezar en algún momento. La formación, la técnica, te ayuda, porque te da seguridad en un plató. Yo no me imagino sin haber pasado por un proceso de formación, pero hay gente sin formación que lo hace maravillosamente. Lo que hay que tener son muchas ganas de aprender y de hacerlo bien.

—¿Tú en qué te fijabas dentro de «Clanes» o ahora en «La Promesa», qué te sorprendió del rodaje?

—Lo que más me sorprende es que yo me siento en el combo a ver las escenas y es como si estuviera en el cine y me faltaran solo las palomitas. Me sorprende que mis compañeros sean capaces de hacer esa magia, los veo actuar y se me olvida quiénes son; a lo mejor acabamos de tomar un café, y ya no sé ni su nombre. Esa transformación es maravillosa, me creo sus personajes totalmente. Yo pensaba que como actriz a lo mejor me resultaba más difícil sentarme a ver la película. Pero cuando un actor es bueno te olvidas hasta del nombre de esa persona que conoces.

—¿En Cambados ya tienes tu pequeño club de fans?

—Con Clanes sí, porque se hizo en Cambados. Entonces, ¡imagínate! Pero no creo que eso sea un reflejo de la realidad. Yo voy a Coruña y no me para nadie, ja, ja, ja. Si ahora me empiezan a reconocer, pues será estupendo. Aunque no sé yo si lo harán por lo mucho que cambiamos al estar vestidos de época. A los chicos los reconocen más, pero yo ahora les enseño fotos a mis amigos de cómo estoy caracterizada y soy otra persona. No se creen que sea yo, parece que tengo 30 años. En este trabajo el éxito va acompañado también de esa fama, es algo que tenemos que tener en cuenta. La exposición hay que aceptarla. Quien se quiera sacar una foto, yo feliz.

—Has hecho también una serie para TVG.

—Sí, me encantó poder hacerla en galego, en nuestro idioma, que nunca lo había hecho. Yo hasta ahora solo tengo buenas experiencias. Esta vez no sé cuánto se estirará en La Promesa, porque no lo sé. Tengo un contrato de cierto tiempo, pero puede acabarse la serie antes o seguir, al ser una diaria están muy pendientes de las audiencias. Por ahora es una ficción que va muy bien.

—¿Tienes miedo a que esta racha se rompa?

—Yo, como dice el Cholo Simeone, que es el entrenador de mi equipo, el Atlético de Madrid, hay que ir partido a partido. Ahora estoy un tiempo en Madrid, tenía muchísimas ganas de estar aquí, y en este oficio pensar en el futuro es peligroso porque no hay nada fijo. No descarto seguir estudiando mi carrera, retomarla en cuanto tenga un parón de proyectos, pero en este oficio no puedes echar raíces.

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—¿Los actores gallegos están muy valorados, lo percibes?

—Sí, sí. Se valoran mucho fuera de Galicia. En Madrid, desde luego. Hay mucho talento y una buena cantera.

—¿Qué destacan de ti los que te han visto trabajar?

—La dicción, pero eso me viene en la sangre de mis padres, periodistas. Yo lo que más les agradezco a mis padres de la herencia no son los terrenos, ja, ja, ja, sino la capacidad de dicción que ellos dominan.

—Bueno, cuando vuelvas a Cambados, después de «La Promesa», vas a tener que firmar más autógrafos...

—Ja, ja. Quizás, sí. Ojalá guste mi personaje de Ángela tanto como yo lo estoy disfrutando.