Ana y Rafa, pareja de 26 y 44 años: «Él me lleva 18 años y tiene tres hijos, pero somos felices y yo sabía dónde me metía»

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Se conocieron en el trabajo y ya no volvieron a separarse. Ni que ella tuviera pareja al principio ni que él tenga tres hijos de dos madres diferentes les frenó a la hora de estar juntos. Tampoco la diferencia de edad

04 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Pocos apostaban hace tres años por esta relación, ni siquiera sus propios protagonistas. Pero cuando el amor irrumpe, la lógica se desvanece. Rafa y Ana son técnicos de emergencias. Ella se incorporó a la empresa de ambulancias en la que él trabajaba, y lo hizo teniendo pareja. «Pero la pareja duró una semana», aseguran. Todavía no había pasado nada entre ellos, pero la semilla había germinado. «La gente pensó que lo dejaba por eso, pero no hubo nada de nada entre nosotros. Después ya sí, Rafa se adentró aquí sabiendo perfectamente que yo acababa de salir de una relación», explica Ana. No obstante, ella se lanzó a la aventura sin red, porque la situación de Rafa era mucho más complicada para iniciarse con una pareja: «Yo tengo tres niños de dos parejas diferentes», añade él. «Imagínate cuando se lo dije a mi madre...», desliza ella.

A pesar de que a Rafa en un principio le daba respeto llevarle a ella 18 años —actualmente él tiene 44 años y ella 26—, empezaron a verse, y él la advirtió: «Le dije: ‘O esto va para adelante, o prefiero dejar de quedar’, porque sé que si no me iba a hacer daño. Tengo una hija con parálisis cerebral que requiere mucho de mí, y no quiero ilusionarme con una persona, que entre en mi vida y que cuando lleve un tiempo me diga que no puede soportarlo. Además, llevaba cinco años soltero y no tenía planteamiento de nada». «Y yo le dije que seguía para adelante, que sabía perfectamente dónde me metía, en el sentido de que aceptaba que tuviera tres hijos de dos parejas diferentes, pero también diciéndole que él tuviera claro que yo soy joven y que el día de mañana quiero tener uno». Rafa aceptó: «Le dije que si ella se metía aquí con todas las consecuencias, que yo no le voy a quitar esa ilusión».

«EL PROBLEMA ES OTRO»

No era la primera vez que ambos tenían una pareja con diferencia de edad, pero nunca de tantos años. Los dos estuvieron con personas con las que se llevaban alrededor de 10 años, «pero ahora es el doble», precisa Ana, que sin embargo insiste en que lo que realmente le echaba para atrás era su situación personal. «Mi madre me decía: ”Ana, que el problema no es la edad, la edad al final es un número, el problema es lo que hay detrás”». Hoy su discurso ha cambiado: «Ahora me dice que me espere todavía para ser madre, porque soy joven y con el trabajo que tengo es difícil compaginarlo, pero está muy contenta con nuestra relación. Y con él muy bien, porque ve cómo me trata y me ve a mí feliz».

Eso que Rafa traía detrás son tres niños que copaban su tiempo libre, porque tenía un fin de semana a una hija y el siguiente a los otros dos. «No tenía tiempo para mí, porque era trabajar y, los fines de semana, ocuparme de mis hijos. Como la mediana tiene la parálisis cerebral y requería de toda mi atención, estando yo solo no podía juntarme nunca con los tres, por lo que tampoco tenían relación entre ellos».

Hasta que lo suyo con Andrea fue tomando forma, «y dijimos: “Lo propio es tener un fin de semana a los niños y el otro tenerlo para nosotros». Fue una proposición que le hizo Ana, que entonces tenía 23 años. Sin embargo, le quita hierro: «Yo de lunes a viernes trabajo siempre, solo paso con ellos un fin de semana sí y uno no, y no estoy involucrada absolutamente en nada. Y yo voy a todos lados con él; me voy de fiesta, me voy de viaje... No he dejado de hacer mi vida. Y si en algún momento le he dicho: “Oye, este fin de semana que tú estás con los niños me apetece salir”, pues he salido. No me he quedado sin hacer nada. Cuando yo tenga a mi hijo, me volveré un poquito más responsable». «Entiendo que ella es joven y necesita salir. Y ella entiende que yo tengo una responsabilidad y que tengo que cumplir», completa Rafa. Eso sí, el fin de semana que pasan juntos lo exprimen al máximo para perderse por ahí. También salen, «y él me sigue totalmente el ritmo», añade Ana.

Como padre, Rafa entiende perfectamente los recelos iniciales de su suegra: «Lo que te imaginas es que tu hija va a llegar un día y te va a contar que conoció a un chico de la universidad dos años mayor que ella, sin problemas, sin tanta diferencia de edad ni niños... Es un poco lo que queremos cada uno de nosotros para nuestros hijos. Pero después, lo que queremos es que sean felices. Y su madre la ve feliz y estable, a pesar de que mi suegra tan solo me lleva a mí cinco años, y al principio le resultó chocante».

Hacen más vida con los amigos de Rafa que con los de Ana, porque los de ella viven en sitios diferentes. «Los amigos dijeron que pa’lante, aunque creemos que no confiaban en un principio, igual que los compañeros de trabajo», indican. Ese tema, el del trabajo, fue delicado. Desde hace un año y medio Rafa y Ana están en empresas diferentes, pero hasta entonces compartían centro. Ana cuenta que cambiar de empresa fue positivo a la larga: «No es lo mismo estar las veinticuatro horas juntos, y además mucha gente nos acusó en su día de que yo había salido beneficiada en algunos aspectos gracias a él». A ella la hicieron indefinida siendo él segundo coordinador, lo que aseguran que fue muy comentado entre los compañeros, generando una situación incómoda.

Sobre volver a ser padre rozando los 50, Rafa lo tiene claro. «No era mi idea, pero yo quiero ser feliz en la vida, y sé que la felicidad la tengo con ella. Si ella necesita ser madre y ha aceptado todo lo que yo tengo en mi vida, yo hago lo mismo», dice él, que asegura que se adaptan el uno al otro en casi todo.

«Es verdad que hay conversaciones que no podemos tener de cosas antiguas o que hayan pasado, como por ejemplo cuando sale Naranjito y Ana no sabe quién es. Pero por lo demás, llevamos una relación totalmente normal, somos muy iguales y nos compenetramos muy bien. Ni siquiera ven desigualdad en la madurez de uno y del otro. «Él es una persona que, cuando tiene un problema, prefiere esquivarlo y ser feliz en la vida, estar tranquilo. Y yo soy todo lo contrario. Cuando veo que algo está mal, ataco. Y cuando alguien se mete en mi terreno, también. Pero eso es una cuestión de personalidad a la hora de resolver los problemas, no de madurez», señala Ana.

Mucha gente les escribe en las redes sociales (@rafalozanoyanita en TikTok) pidiendo consejos sobre cómo llevar con éxito una relación con diferencia de edad. «Los que se meten con nosotros son principalmente gente joven que no ha vivido tampoco para saber nada», aseguran. Tampoco se dejan llevar por los comentarios sobre su futuro. «Cuando nos dicen algo de eso, les contestamos: “Vamos a disfrutar hoy y a vivir hoy. Y cuando acabe el día, veremos». Nosotros trabajamos en la ambulancia, y estamos hartos de ver a gente joven con enfermedades o a la que le pasa algo... Por eso tenemos muy claro que hay que disfrutar del día a día e intentar ser felices, y que no se puede hacer planes para dentro de 7 u 8 años. Lo que hemos estado, lo hemos disfrutado». Y apuestan por seguir haciéndolo.