
Elegir el «look» para la boda de su prima la llevó a cambiar radicalmente en todos los aspectos de su vida: de ropa, de actitud, en su forma de hablar... «De pensar en satisfacer solo mi ego pasé a querer ayudar a los demás», señala
11 jun 2025 . Actualizado a las 12:52 h.«Para mí la elegancia es un estilo de vida», dice Maeva (París, 2000) en un perfecto español. Y para ella, además, fue una salvación. Se agarró a ella como si fuera un clavo ardiendo, y ahora es el epicentro de su vida tanto en el plano personal como profesional. Hace poco más de un año decidió abrir una cuenta de Instagram dirigida al público hispanohablante, que ya siguen más de un millón de personas, (tiene otra para el francés aunque con menos repercusión), donde comparte los códigos de la elegancia que tanto le ayudaron a ella hace tres años. «Yo era una chica vulgar, con malos modales, no era educada, estaba perdida, era superegoísta, hablaba mal, con muchas palabrotas, solo buscaba satisfacer mi ego, y quise buscar una manera de sentirme mejor».
Todo explotó a finales del 2022, estaba invitada a la boda de una prima en París, y tuvo que elegir un look para al enlace que se celebraba en pleno invierno. «No podía ir de vestido porque iba a tener frío», apunta. Así que llamó a un amigo estilista para que le echara un mano. Le preguntó qué quería exactamente. «Algo diferente, yo nunca me he visto de forma elegante, y quiero serlo», le respondió ella, que, aunque llevaba tiempo dándole vueltas a cambiar de estilo, reconoce que no tenía conocimientos sobre cómo hacerlo. No sabe muy bien por qué en ese momento quería, pero sintió que tenía que ser así. Recorrieron varias tiendas, y acabó eligiendo una camisa blanca, un pantalón recto amarillo y tacones. «Yo odiaba los tacones, no podía caminar con ellos. Eran horribles, según mi opinión. Pero ese día me vestí de esta forma y me sentí superbién, supercómoda. Proyectaba una imagen que me gustaba», dice Maeva, que gracias a sus abuelos andaluces aprendió español «con acento», lo perfeccionó con su actual pareja, que es de Perú, por lo que es completamente bilingüe. De hecho, estuvo colaborando con la Justicia francesa para hacer traducciones. Su novio se sorprendió al verla, le dijo que debería ponerse más en valor y darle un giro a su estilo. Ella estuvo de acuerdo y decidió que «tenía que ser así». Empezó a vestirse de otra manera: «más neutral, sin enseñar la barriga, sin logotipos...».
UN GIRO A SU VIDA
En ese momento, ella era influencer en Francia, tenía más de un millón de seguidores, aunque estaba enfocada en temas de cosmética. «Me maquillaba un montón, con muchos colores, fuerte. Y claro, poco a poco fui dejando esta cuenta, porque comencé a maquillarme mucho más natural. Ahora quizás llevo algo de colorete, de rímel, de sombra... y antes no podía salir a la calle sin maquillarme», dice Maeva que en el 2024 apostó por abrir su perfil actual. Volviendo a ese clic que hizo, buscando esa manera de verse bien, empezó a cambiar, y no solo en su forma de vestir, porque asegura que la elegancia va más allá de la vestimenta. «Es una cuestión de actitud. Aprendí a ser una persona con buenos modales, a decir buenos días, a sonreír, a hablar de otra manera, y también, por supuesto, a vestirme diferente. Antes me vestía como una adolescente y me maquillaba mucho, porque pensaba que eso me iba a dar confianza en mí misma, pero no era así. Sin embargo, vestirme como una mujer elegante sí me permitió tener más seguridad y confianza».
Fue casi autodidacta, dice que no tiene referencias, sino que fue aprendiendo sola, leyendo informaciones y consultando por internet, aunque no le resultó muy sencillo. Le llevó algunos años, pero esa niña que, con 19 años no encontraba la paz y se sentía muy mal consigo misma, poco a poco la fue encontrando. Por eso, ahora quiere trasladar todo lo que a ella le ha servido, por si hay alguien que se encuentre en su misma situación. «La elegancia se aprende. Yo soy el ejemplo perfecto de que alguien puede nacer en un entorno completamente vulgar y aprender de cero. Es una cuestión de elección. Hay que hacer el esfuerzo de elegir siempre, preguntarse si eso es elegante o no, y elegir siempre lo elegante. Esto es algo en lo que insisto siempre en mis vídeos». ¿Y qué puede ayudar a diferenciar entre lo que es elegante y lo que no lo es? «Por ejemplo, en cuestión de ropa, mirar una prenda y decir: ‘¿Esto es tendencia actualmente y va a pasar de moda o es una prenda atemporal? Una camisa blanca nunca pasa de moda. La elegancia es todo lo atemporal, y lo vulgar es lo común, lo ostentoso y lo sexualizado», dice Maeva, que confiesa que en su yo de ahora no hay espacio para otra cosa que no sea elegancia. Incluso tirada en el sofá. «En cualquier circunstancia se puede ser. Es una cuestión de elección. ¿Prefieres estar tirada en el sofá o puedes elegir sentarte correctamente y estar cómoda también?». Y se ha aplicado el cuento a todos los aspectos de su vida. «Ya no puedo escuchar música vulgar, y el reguetón lo es. No puede ser elegante cuando tiene tantas palabras vulgares. No es una cuestión de que me guste o no, sino de sentido común». Si la elegancia fuera una música, para ella sería el jazz o la música clásica. Volviendo a la moda, dice que los colores neutrales, como el blanco, negro o marrón, funcionan muy bien y son una apuesta segura.
Considera que es un error pensar que la elegancia es solo para personas ricas. Porque insiste en que no es una cuestión de dinero. «Una persona elegante puede vestirse totalmente de prendas sin marcas, al igual que una persona rica se puede vestir con prendas que valen un montón de dinero, pero que no son elegantes, llevan logotipos enormes para mostrar que tienen dinero», explica a la vez que añade que la actitud influye mucho en la ecuación, ya que una persona puede «vestir muy elegante, pero comportarse de manera vulgar».
En sus publicaciones de Instagram, además de comparar a su yo del 2019 con el del 2025 y encontrar la diferencia para explicar todo el aprendizaje que ha habido en esos años, pone ejemplos concretos de gestos que hacemos en nuestro día a día que, según ella, rozan la vulgaridad. Por ejemplo, ponerse las gafas de sol en la cabeza o guardar el móvil en el bolsillo. «Es que no respeta la manera correcta de hacerlo. Cuando salimos fuera, podemos ver que la mayoría de personas lo hacen. En este caso es común. Al igual que guardar el móvil en el bolsillo, que tampoco respeta los códigos de la elegancia. El teléfono se guarda en el bolso».
Ella, aunque ahora vive en Andorra, es natural de Francia, concretamente de París, a la que muchos denominan la capital de la moda. «Hay esta imagen de Francia, es cierto. Pero no todo el mundo tiene la elegancia en mente tampoco», indica Maeva, que tiene seguidores de Estados Unidos o México, y considera que el término elegancia no varía según el país o la cultura. «Hay algunas cosas que pueden variar, por ejemplo, el arte de la mesa. En Francia, la posición de los cubiertos es una, y en Estados Unidos es otra, pero la mayoría de las cosas son iguales. Yo he ido a Perú y hay cosas superelegantes que ver. Así que en todos los lugares nos podemos encontrar elegancia y en todos los lugares nos podemos encontrar vulgaridad», cuenta Maeva, que se dedica a ayudar a la gente, que se pone en contacto con ella o a través de sus vídeos, a que consigan su versión más elegante. Y antes de despedirse nos da otra clave: «Para mí, menos es más, cuantas menos cosas, mejor».