Famosos que se pasan a la política: crónica de una relación tóxica

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De arriba a abajo y de izquierda a derecha: Elon Musk, Cynthia Nixon, Máximo Huerta y Arnold Schwarzenegger
De arriba a abajo y de izquierda a derecha: Elon Musk, Cynthia Nixon, Máximo Huerta y Arnold Schwarzenegger

La incorporación de Elon Musk a la Administración Trump ha salido rana. Es el enésimo ejemplo de una «celebrity» que no le basta con significarse en lo político, sino que quiere cambiar las cosas desde dentro

08 jul 2025 . Actualizado a las 15:43 h.

Màxim Huerta, o Máximo, como pasó a ser llamado tras cambiar los platós de Telecinco por el Ministerio de Cultura y Deporte, se encontró el pasado año con el actor Toni Cantó en Espejo público. El matinal de Antena 3, competencia directa de aquel Programa de Ana Rosa en el que pasó tantos años, juntó así a dos de las figuras más mediáticas de la arena política reciente de nuestro país. Y no precisamente por haber llevado a cabo grandes logros. Convertir en un espectáculo cada esfera de la vida —para captar atención y cambiar un voto, o simplemente conseguir un like— le ha pasado factura a algún que otro partido, tras optar por meter en sus filas a un rostro popular para el público antes que a perfiles, en principio, más idóneos para ocupar ciertos cargos. Máximo Huerta no tuvo tiempo en demostrar su valía, pues tras darle el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, su confianza en el 2018, duró tan solo una semana al frente del departamento de Cultura. Unas irregularidades con Hacienda lo llevaron a dimitir. Toni Cantó fue dando saltos ideológicos —de UPyD pasó a Ciudadanos y de ahí al Partido Popular— hasta acabar coqueteando con Vox para, finalmente, volver a la actuación cargando contra toda la clase política: «He visto más droga en el Congreso que en el cine. Muchos diputados tenían que ir dopados para poder hablar».

La idea de captar una celebridad para aupar un proyecto político ha tenido su último giro de guion en la Casa Blanca. Donald Trump, que per se era una estrella mediática antes de ser presidente de Estados Unidos, tiró del todopoderoso Elon Musk para dar, ante todo, titulares. La mezcla era explosiva y un aviso a navegantes: la Administración Trump no solo estaba dispuesta a dominar el mundo, sino que quería asegurarse también que la tecnología, el petróleo del siglo XXI, estaba bajo su control. La relación del dueño de Tesla y el presidente norteamericano tuvo momentos dulces, pero breves. Solo 130 días después de que fuese nombrado encargado del Departamento de Eficiencia Gubernamental de Estados Unidos, estallaba la guerra. El enfrentamiento entre el hombre más rico del mundo —Musk— y el más poderoso —Trump— nació tras la decisión de imponer una ley proteccionista que perjudicaría a Tesla. El choque de trenes ha dejado titulares para la historia y ha vuelto a poner a Donad Trump bajo sospecha tras sembrar Musk la duda de nuevo sobre la vinculación del mandatario con Jeffrey Epstein, el magnate financiero y depredador sexual que reclutaba a jóvenes para abusar de ellas.

Aunque con Trump todo alcanza cotas insospechadas de paroxismo, Estados Unidos ya tiene el ojo hecho a ver a un actor en el cine y, por qué no, aleccionando en un mitin. Ronald Reagan es el mejor ejemplo. Actor durante más de treinta años —llegó a participar en unas 50 películas—, su carisma lo llevó a ocupar el Despacho Oval en 1981, convirtiéndose así en presidente de Estados Unidos, cargo que ocupó durante ocho años.

Previamente se había curtido como gobernador de California, tierra donde los sueños se cumplen y donde la línea entre realidad y ficción es más difusa que en ningún otro lugar del planeta. De hecho, no es el de Reagan el único caso de actor venido a más. Inesperado para la mayoría, Arnold Schwarzenegger también llegó a gobernador de California, en este caso, en el 2003. Del bando republicano, su carrera política no estuvo exenta de polémicas. La estrella de Conan el bárbaro y Terminator llegó a ser apodado Governator por la cantidad de iniciativas que bloqueó durante su mandato, entre ellas, la posibilidad de que parejas del mismo sexo contrajesen matrimonio. Su oposición a las bodas gais causó un rechazo en Hollywood que le acarreó innumerables críticas; que se sumaron a las que le llovieron por indultar al hijo de un político cercano a él y por llevar un estilo de vida ostentoso mientras aplicaba medidas sociales restrictivas al resto de la población.

Involucrado ahora en la lucha contra el cambio climático, antes de las últimas elecciones presidenciales pidió el voto para la demócrata Kamala Harris. «Soy estadounidense antes que republicano», se justificó. Para añadir que, en el caso de que ganara Trump, serían «cuatro años más de tonterías sin resultados».

Pese a que le sirvió de poco, Harris tuvo altavoces más que potentes en su carrera a la Casa Blanca. Taylor Swift pidió la papeleta para ella, e internet se plagó de artículos que se planteaban qué capacidad de movilización real de votos tenía la cantante de pop más importante del panorama musical actual. A ella se sumó también la actriz Cynthia Nixon; o lo que es lo mismo, la icónica Miranda de Sexo en Nueva York.

Antes de enfrascarse en el remake woke de la mítica serie de los noventa, And Just Like That, la intérprete quiso probar suerte en la política. Comprometida siempre con causas sociales, Nixon fue candidata a gobernadora de Nueva York. Sus pilares: sanidad pública, derechos LGTBI+ y una educación de calidad cuajaron, pero no lo suficiente, así que decidió volver a centrarse en la pequeña pantalla.

No puede hablarse de actores que le dieron una tregua al guion cinematográfico para pasarse al guion político sin mencionar a Clint Eastwood. En 1986, cuando su fama ya era abrumadora, se convirtió en alcalde de Carmel by the Sea, una pequeña localidad californiana. Conocedor del tirón que podía tener si se presentaba como candidato, tomó la decisión después de que se le denegara el permiso para construir un edificio. Películas suyas como Gran Torino o Sin Perdón encarnan los valores más tradicionales de la sociedad estadounidense, los mismos que ha promulgado durante su carrera política. Aboga por la libertad individual por encima de todo, pero se aleja del republicanismo más conservador apoyando el derecho al aborto y el matrimonio igualitario. Aunque en su primera legislatura apoyó a Donald Trump, en los últimos tiempos no se ha significado respecto a las políticas del multimillonario.

No solo al otro lado del charco, o en el campo de batalla nacional, las formaciones tiran de alianzas con personas populares. En Galicia, el BNG sabe lo que es incluir en sus listas a rostros con los que los ciudadanos están absolutamente familiarizados. La actriz coruñesa Isabel Risco fue de número 7 en las listas para las elecciones al Parlamento Europeo del 2014. Justo ese año ganó un Mestre Mateo por la serie de televisión Era visto! El partido liderado por Ana Pontón también incorporó a sus listas al novelista Suso de Toro el año pasado de cara a los comicios autonómicos.