
Con apenas cuatro años de vida, el Handshake Speakeasy hizo historia al convertirse en el primer bar de Latinoamérica en encaramarse al número 1. México rompe los esquemas mentales de la coctelería universal con este concepto minimalista.
06 oct 2025 . Actualizado a las 16:42 h.Si a uno le entra la sed o las ganas de estimular el paladar (y la mente) con líquidos, y casualmente se está dando un paseo por el Ángel de la Independencia de Ciudad de México, lo tiene a huevo, porque a menos de diez minutos caminando se encuentra el mejor bar del mundo, según la lista de 50best, la referencia mundial en los ránkings del sector gastronómico.
El reconocimiento a Handshake Speakeasy hizo justicia a la coctelería de alto nivel que se elabora en Latinoamérica desde hace muchos años y la situó en un mapa que apenas se dibujaba en inglés hasta la irrupción de los bares de Barcelona (Paradiso y Sips) en lo más alto del podio internacional.
En uno de los días más complicados de los tiempos recientes a nivel meteorológico, un domingo de agosto, el más lluvioso en CDMX desde 1952 y con media ciudad inundada, nos adentramos en el mejor bar del mundo, todo un refugio seguro.
EL ACCESO
Vaya por delante que Handshake es un speakeasy, un bar secreto (dentro de lo que ahora su popularidad le permite) como su propio apellido advierte, de modo que la interacción online se antoja dificultosa, tanto para formalizar una reserva como para obtener información previa del menú. Además, la propia arquitectura del bar, con una exclusiva sala con capacidad para apenas un par de decenas de clientes, ralentiza la disponibilidad de una cita para degustar sus cócteles.
De este modo, se optó por probar suerte con la opción del walk-in, y la hubo. Cabe decir que no es sencillo dar con el la puerta de acceso al bar, ya que no dispone de señal alguna ni su puerta responde los cánones esperados, ya que está camuflada en el propio muro del edificio.
Situado en las escaleras de entrada a un conocido hotel de la capital mexicana, pero ajeno a sus instalaciones, la única pista de la presencia de Handshake Speakeasy es un atisbo del diseño dorado de su logo art-deco en una de la paredes de ese pre-hall hotelero.
EL AMBIENTE Y LA HOSPITALIDAD
Una vez se contacta con el personal de bienvenida que rige el flujo en la sala, la hospitalidad, como suele ser norma en bares de este calibre, es uno de sus puntos fuertes, a la altura de las mezclas servidas. La experiencia personal directa comienza con el primer intercambio de saludos y la asignación de un lugar para acomodarse.
Se accede a la estancia desde el fondo de la sala, de manera que dejando a un lado el escritorio de reservas, uno se encuentra con una mesa alta central para compartir entre una docena de clientes, flanqueada con tres más con capacidad para cuatro o seis cada una. Una mesa baja para dos personas y la barra, al fondo ocupando todo el frontal, completan un minimalista interiorismos sostenido en madera ébano que resalta las superficies y las paredes limpias. Apenas unas pequeñas velas aderezan e iluminan desde cada mesa un espacio en penumbra. Precisamente, el área más iluminada es la propia barra, que también prescinde de artificios, incluido el botellero.
Tras la bienvenida a cada cliente a voces, los visitantes abandonan Handshake Speakeasy, escuchando un sonoro «¡Hasta luego!» de parte del staff y algunos clientes que se animan a la fiesta improvisada (a veces, demasiado incómoda auditivamente, debido a elevado volumen de la música, que contrasta con la gestualidad tranquila de todo el ecosistema del bar).
EL MENÚ
Lo primero que llama la atención es que, a pesar de la movilidad constante de los bartenders, los cócteles no se elaboran a la vista del cliente ni existe sobreexposición de los ingredientes, como sucede en otros bares.
El menú, bajo la creatividad del neerlandés Eric van Beek (uno de los tres socios, junto al gastrónomo argentino Marcos di Battista y el periodista mexicano Rodrigo Urraca) parte de tres clásicos en miniatura: Dirty Martini, Negroni de Mezcal y Espresso Martini. Continúa con la sección First Round, con siete tragos más, versiones de clásicos como la Piña Colada o el Gimlet (con aceite de oliva) a los que se suman nombres como el Gin & Juice, Lychee Highball, Once Upon in Oaxaca, Earl Grey y Matcha Yuzu. La mayoría con destilados del agave como base.
Los Sabores a Medida incluyen el Mexi-Thai, Matcha Martini, Match Made in Heaven, Orange Blossom, Cariño, Fig Martini y el Butter Mushroom Old Fashioned, situado en un extremo de sabor que toca el fat-wash y los matices terrosos y complejos otoñales, en contraposición del cremoso y complejo Cariño, que pretende mezclar como magdalena de Proust en la mente del cliente los aires de un Daiquiri y un Mojito por medio de un inestricable camino que incluye nuez moscada y yogur griego.
Los champanes de té y los tragos sin alcohol dan paso a dos bocados: hot-dog de pulpo y capellini con caviar y selección de quesos.
Algunos formatos se adhieren a la tendencia de hielos formateados a medida y reducción de la cantidad de líquido en cada recipiente. Apenas un par de tragos para degustar alguna de las creaciones con un sabor más intenso.
El minimalismo se extiende al garnish de los cócteles, centrando la atención del cliente en el sabor, argumento principal de los camareros de sala.
EL FUTURO
Latinoamérica ha puesto una pica en Flandes gracias al trabajo del equipo asentado en CDMX. Buenos Aires y Lima llevan años haciendo ruido con bares gastronómicos. El denominador común es la pasión por el producto, que, en el caso de Handshake Speakeasy, se echa en falta más presencia de ingredientes y elaboraciones locales y tradicionales, más allá de los destilados del agave. El abanico de opciones exclusivas que abriría esta vía de trabajo consolidaría en el sector del cóctel la entidad que posee Latinoamérica a nivel internacional en términos de gastronomía.