Pitu Aparicio, educadora social: «Los chavales hoy lo han visto todo, pero nadie les explica cuál es la realidad del sexo y el placer»

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La educadora social Pitu Aparicio.
La educadora social Pitu Aparicio. cedida

En el 2013, fue operada de un supuesto cáncer de cuello de útero que resultó ser endometriosis. «Pasé unos años muy duros. Hay una tendencia a infantilizar nuestros cuerpos, falta investigación sobre nosotras», asegura. Esa vivencia la hizo tomar conciencia y actuar. Hoy imparte talleres para gente de 5 a 95 años en toda España en los que aborda, entre muchas cuestiones, los mitos mutantes del amor romántico

01 sep 2025 . Actualizado a las 13:10 h.

Hay clásicos universales que persisten (la menstruación como tabú que no se toca) y códigos que mantienen la esencia y van cambiando el envoltorio, afirma la educadora social Laura Aparicio, que a los 17 años empezó a ser conocida como Pitu. «Pitu» de «Pitufina», por ser la benjamina de las Lauras con las que compartió clase cuando hizo el grado de Integración Social. En la adolescencia eligió esta rama porque tenía claro que quería «ayudar, compartir y reflexionar en colectivo». Cuatro años después, a los 21, estudió Educación Social para avanzar en aspectos que la hacían sufrir y a los 26, a la vuelta de un año en Italia, empezó a dar talleres de sexualidad y drogodependencia, rompiendo el molde. «Buen disgusto le di a mi padre cuando le dije que no iba a seguir con el negocio de hostelería familiar», comparte esta formadora que le quitó a su sexualidad los velos y los complejos en los garitos de Chueca.

Nos lo cuenta, sin miedo a los pelos naturales del cuerpo, en Autocoñocimiento. Todo lo que no nos han contado sobre nuestro cuerpo, el placer, el deseo y la autoestima, en que lo personal no quita lo político. Al revés.

—Dinamizadora especializada en género, sexualidad y drogodependencias. ¿Cómo te decidiste por esto?

—Tenía muy claro que quería trabajar siendo de ayuda a la gente, desde los voluntariados que hice con 17 años. A partir de ahí me detectan lo que era, en principio, un cáncer de cuello de útero y cambia mi vida. Me di cuenta, en ese momento, de la necesidad que tenemos de espacios en los que se hable del cuerpo.

—Siete años después de ser operada de «lo que supuestamente era un cáncer de cuello de útero» supiste que, en realidad, te habían operado de endometriosis.

Pasé unos años muy duros. Había, y sigue habiendo, una tendencia a infantilizar nuestros cuerpos. Falta mucha investigación y mucha información de lo que se hace en nuestros cuerpos para que nosotras podamos elegir, por ejemplo, si queremos seguir adelante con anticonceptivos hormonales o cualquiera de las medicaciones en las que solo cabe fiarnos de las recomendaciones del médico. No tenemos educación sexual.

—Los expertos alertan de que no existen sistemas de control que impidan el acceso de los menores a contenidos no aptos. ¿El porno es la escuela inevitable para los chavales de hoy?

—Siempre digo que no tenemos información con la que contrastar cuando una niña de 8 años me dice que ha llegado a un vídeo del rey Baltasar con pornografía explícita. Eso no es la realidad del sexo. No hay personas adultas a su lado, acompañándola, para decirle que la violencia que puede ver en un vídeo o videojuego no es real.

—¿Como madres estamos llegando tarde a nuestros hijos?

—Lo que observo con frecuencia en los talleres de sexualidad con familias es el miedo y la culpa de que están llegando tarde. Yo intento quitarles la culpa diciéndoles que les están intentando enseñar Matemáticas cuando no aprendimos Matemáticas. Vamos a hacer, primero, talleres de sexualidad con las familias para hablar con naturalidad y enseñarles educación menstrual. No saben qué es el himen ni una copa menstrual, ¡pero están queriendo hablarles de porno!

—¿Cómo les afectan a los niños esos contenidos de redes?

—Está demostrado que, a partir de los 16, se forma el sistema cognitivo, como para tener cierta formación y pensamiento crítico. Si el contenido porno les llega con 8 no son capaces aún de discernir si es una realidad o no. Veo muchas chavalas que tienen miedo del sexo porque creen que tienen que reproducir esos contenidos violentos que ven, como aguantar el dolor de garganta haciendo una felación. Esto no es placer.

—¿Los chicos no tienen miedo?

—Sí. Hay chavales que tienen miedo de no ser capaces de reproducir esas escenas. Creen que el sexo es un esfuerzo.

—¿Cuáles son las primeras nociones para saber qué es placer?

—No estamos enseñando ni consentimiento ni límites... Son importantes. Uno de los motivos por los que me llaman para hacer talleres por toda España es porque ha habido violaciones o abusos. Así que no estoy en muchos casos pudiendo hacer prevención. Estoy llegando tarde, porque lo han visto todo, pero nadie les ha explicado qué es el placer, el consentimiento y los límites... O que los jabones de «higiene íntima» que hay en los supermercados se deben a un capitalismo muy patriarcal sobre el cuerpo de las mujeres. O que hay un montón de prohibiciones que lo único que hacen es despertar el deseo.

—¿Prohibir es contraproducente?

—Si todo el rato les decimos «no hagas esto», «no hagas lo otro» y a la vez hay una hipersexualización... no funciona. Nadie les dice que el mete-saca que ven en un vídeo no es placentero, o que hay terminaciones nerviosas en determinada parte de la vagina.

"Ni la regla duele, ni la ropa interior ajustada causa infecciones” 

—¿La regla sigue siendo tabú?

—Absolutamente. Siempre digo que es la única sangre que no nace de la violencia y la que más asco da. Son nuestros cuerpos los que llevan, desde la antigüedad, sufriendo esa estigmatización y la invisibilidad a base del uso de eufemismos, porque la regla toda la vida es o «estás mala» o «Andrés, el que viene una vez»... En los talleres de educación sexual a ellos se les separaba para enseñarles a ponerse preservativo y a ellas para enseñarles educación menstrual. A día de hoy, no es muy diferente. Lo que te comento sigue siendo algo que incluso me preguntan a mí, que si les voy a separar... ¿Por qué? Ellos van a tener siempre alrededor personas menstruando, ¿no?

—¿Como padres esa falta de formación es una carencia importante?

—Si eres un adulto y tienes criaturas, y les estás enseñando que deben usar ciertos zapatos para que su pisada sea saludable, cómo no vas a decirles que la vulva no se lava con jabón o que para limpiarse en el baño cuando aún son pequeños tienen que elegir quién. Esto es prevención del abuso sexual infantil.

—¿Por qué hay gente que se corta?

—Hay una polaridad antigua con los temas de la sexualidad y la drogodependencia, como si hubiera un miedo de que si empezamos a hablar de cosas de las que no se hablaba absolutamente nada la gente va a querer hacerlo a lo loco. Está demostradísimo que educar implica cuando menos un conocimiento mayor de nuestros cuerpos y nuestras emociones.

—¿En quién hay más desconocimiento respecto a su sexualidad y su placer, en los adolescentes o en la gente mayor?

—Creo que la gente mayor tiene más miedo. Los adolescentes tienen esa información y creen que se lo saben todo, pero no saben a quién preguntar.

—¿Qué te preguntan más los adolescentes en tus talleres?

—Cosas como si para el sexo oral hay que usar barreras, a qué edad está bien perder la virginidad o «¿qué hago si él no se quiere poner el condón?». O «¿soy asexual si no he disfrutado nunca del sexo?».

—¿Cómo podemos dar esa educación en casa sin ser inoportunos?

—Con naturalidad. No digo que les hables de las relaciones que tienes con tu pareja, pero tiene que haber una naturalidad y una confianza en lo emocional, para que vean que a su madre también le pasan cosas. Estamos mucho en el hacer, pero no en contar cómo estamos. Y eso es importante.

—¿Sigue haciendo daño el viejo mito de la media naranja?

—Cada vez más. El otro día, veía que los tirantes del sujetador se los ponen a los novios de pulsera como una forma de decir que han perdido la virginidad con ellos. Se están volviendo a llevar estas marcas que habían estado un tiempo obsoletas. Muchas les están dando las claves de Instagram para mostrar cuánto confían en sus parejas. Esto es violencia y control. Que les pidan las claves de Instagram ellos lo ven como algo normal, ¡la norma en su caso es que se lo dan! No entienden el concepto de intimidad.

—Que la regla no es normal, subrayas. ¿Aún hay que insistir en esto?

—Absolutamente sí. Hago talleres desde los 5 hasta los 95 años y hay muchas mujeres cada semana que me dicen que han aguantado el dolor toda su vida, mientras que si a alguien le duele el oído cuatro días, al mes tendría un diagnóstico.

—¿Qué falsos mitos persisten?

—Que la regla tiene que doler es uno. Que usar salvaslip a diario es cuestión de limpieza, otro. La higiene y esa cosa de la limpieza constante en las mujeres nos destroza los cuerpos y las relaciones. Hay otros muchos, como que la ropa interior ajustada causa infecciones.

Hay muchos que creen que el sexo es esfuerzo”