El sueño recién cumplido de Kike y John, padres por adopción nacional: «Al ser gay y tener esta imagen, pensé que nunca me darían la oportunidad»

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John, Kike y su bebé.
John, Kike y su bebé.

Este matrimonio afronta los días eternos y las noches en vela de la paternidad tras casi cuatro años de espera, papeleos y entrevistas. «Tuvimos que abrirnos en canal, pero vale la pena. Conocer a nuestra hija fue indescriptible, no hay palabras para explicar lo que se siente en ese primer abrazo», revelan

14 sep 2025 . Actualizado a las 15:27 h.

Que un hijo te cambia la vida es una verdad muy popular. Lo que no es tan sabido es cómo cambia la vida de un niño que gracias a la adopción llega a un hogar, a unas manos que lo que más desean es sostener y cuidar. Los días son más largos que nunca y las noches solo sorbos de sueño para Kike Mayor, que «desde hace muy poquito», da agotado pero feliz sus primeros pasos como padre por adopción nacional. Esta fue siempre la única opción que tuvo en consideración.

Tras más de una espera de tres años y medio [es un plazo diferente en cada caso], llegó ella, la pequeña de apenas 50 centímetros que le quita el sueño a este papá de 44 años a cambio de cumplirle eso otro, tan grande para él, de construir su propia familia, una que no encaja «en la idea que algunos tienen de cómo debería ser», admite este divulgador de la paternidad adoptiva en España, cumpliendo con todos los requisitos que establece la ley.

El instinto paternal de Kike, grande en sensibilidad, contagioso en ternura, viene de lejos, pero tardó su tiempo en romper el cascarón de la duda. «Desde muy joven tenía clarísimo que quería ser padre, pero durante años pensé que nunca podría conseguirlo», revela este peluquero de Madrid, que siempre tiene trabajo, pues su jornada como estilista tiene principio y fin, pero lo de ser de papá en pañales no se ajusta a un horario. Al principio, es un trabajo a tiempo completo. Con el tiempo, se relajan los horarios, pero no se pierde la responsabilidad que entraña ese cargo para toda la vida.

Kike comparte la rutina de cambiar pañales y dar biberones con John, su marido. Y con más de 30.000 personas la información y su experiencia de convertirse en padre por adopción nacional, diferente de una comunidad a otra. Si quieres adoptar en España, es lo primero que debes saber. «El primer paso que hay que dar es ponerte en contacto con los servicios sociales de tu comunidad o con el Ayuntamiento —dice Kike, elkikemayor en Instagram—. Ellos te van a dar información sobre las fechas de convocatoria y los cursos obligatorios». Además, recomienda seguir en Instagram el perfil de referencia Nuestro hilo rojo, en el que Vicente y Óscar, una pareja de padres de dos niños por adopción en España, dan visibilidad a otros tipos de familia diferentes de la convencional, rompen ideas comunes más inamovibles que ciertas, y dan red a personas y familias que están en proceso de adopción en cada comunidad. «Es una red de apoyo que te puede dar información muy útil», asegura.

Su imagen y su homosexualidad le hacían dudar. «Por ser gay y por mi imagen, por los tatuajes que tengo, llegué a creer que, si intentaba adoptar, no me darían nunca la oportunidad», cuenta. El miedo se fue retirando con el amor, en ese momento en que Kike encontró «a la persona adecuada», y él y John decidieron dar juntos el paso que les cambió por completo la vida.

«El proceso no fue sencillo. Pasamos años de papeleo, entrevistas, cursos y muchísimas esperas. Tuvimos que abrirnos en canal: nos preguntaron de todo, revisaron nuestra historia, nuestra relación, nuestro entorno... A veces fue duro. Sientes que tienes que demostrar que eres capaz de ser padre, cuando el amor y las ganas están ahí desde el principio», relata. Tanto Kike como John entendían, a la vez, que esa especie de tercer grado y el seguir la cadena de protocolos era necesario por protección. «Al final, se trata de proteger a los niños y asegurarse de que lleguen a un hogar estable», argumenta Kike.

 Kike: «La parte más dura del proceso no fue la burocracia»

¿POR QUÉ EN ESPAÑA?

A esta pareja de padres les han preguntado mil veces por qué adopción nacional y no la internacional. «Fue una decisión muy personal. Queríamos seguir todo el proceso dentro del sistema que conocemos. Sentimos que, con todos los requisitos y entrevistas, podíamos demostrar de forma más cercana quiénes somos y el tipo de familia que queríamos construir», responde Kike, que ve la adopción como «una prueba de paciencia, de amor y de fe».

Kike y John pusieron el límite de edad para adoptar en 4 años, y una llamada les sorprendió con la noticia de que eran padres de un bebé recién nacido. La edad no se elige en el sistema de adopción español. Sí otras cosas, como si aceptas grupos de hermanos, niños con necesidades especiales o tener relaciones con los familiares.

Para esta pareja, «la parte más difícil de un proceso de adopción no es la burocracia». A esa fase en la que entregas todo tipo de documentos (médicos, laborales, penales...), las entrevistas con el psicólogo y el trabajador social, y la visita a casa, le sigue la de la espera del momento en que te digan si eres o no idóneo. «A mí esa fase de valoración me removió todo —revela Kike—. Estás seguro de que puedes dar amor, pero nunca sabes si vas a gustar».

 Requisitos para adoptar en Galicia:
Tener como mínimo 25 años cumplidos. El adoptante deberá tener, por lo menos, 16 años más que el adoptado. La diferencia máxima de edad entre adoptante y adoptado será de 45 años.
Tener residencia habitual en Galicia o ser emigrante gallego con previsión de retorno; deberá justificarse la residencia efectiva en la comunidad en el plazo máximo de un año desde a fecha de presentación de la solicitud.

Tener plena capacidad jurídica y de obrar.
Ser declarado persoa idónea para la adopción tras el correspondiente procedimiento de valoración.

Kike no juzga de manera expresa otras formas de paternidad. «Respeto a la gente que puede permitirse pagar procesos privados o internacionales, pienso que cada familia tiene su camino y su historia. En nuestro caso, seguimos la adopción nacional, cumpliendo todos los pasos que establece la ley», manifiesta quien considera lo más importante «el bienestar de los niños, por encima de cualquier otra cosa».

El gran día de su vida, el día en que llegó ella y revolvió las prioridades del día, le hizo sentir que su lucha por la paternidad había valido la espera. «Conocer a nuestra hija fue indescriptible. No hay palabras para explicar lo que se siente en ese primer abrazo. Todo lo que habíamos pasado, toda la espera, todos los nervios... de repente cobró sentido», cuenta Kike. Ahora su día a día es muy distinto, como lo es de todo padre primerizo que se implica. «Biberones, pañales, noches cortas, risas que lo cambian todo y momentos que nunca pensé que viviría. A veces es agotador, pero es precioso. La paternidad nos ha hecho más pacientes, más fuertes y, sobre todo, nos ha enseñado lo que significa el amor incondicional», afirma un padre adoptivo decidido a desmontar clichés, ayudar con las dudas y acabar con esos prejuicios que se interponen entre el deseo de ser padre y la realidad de dar hogar a un niño que no ha tenido.

«Durante mucho tiempo pensé que mi apariencia podía jugar en mi contra, pero ahora sé que justo eso puede ayudar», afirma Kike, que quiere demostrar que las familias se construyen de muchas formas, al margen de etiquetas, modelos y estereotipos.

«Si alguien ahí fuera sueña con adoptar, que sepa que es posible —concluye este padre que rompe el molde—. Que aunque el camino sea largo y a veces duro, merece la pena. Si con nuestra historia puedo inspirar, dar esperanza o sencillamente mostrar que la paternidad adoptiva está llena de ternura, todo esto tendrá aún más sentido».

Hoy la vida de Kike y John se multiplica al ritmo de todas esas pequeñas cosas que definen día a día qué es cuidar, hacer familia. «Ser papá es el mayor reto, la aventura más bonita y la lección más grande que me ha dado la vida —añade Kike con emoción contenida—. Si algo he aprendido de todo este proceso es que los sueños se cumplen...». No sin fatiga. «Hay que luchar por ellos con paciencia, amor y mucha fe», admite este aprendiz de padre al que le roba el sueño cada noche una pequeña maravilla.