En estos locales gallegos comes muy bien por 25 euros (o menos)

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Ramón Leiro

Han ajustado la carta con platos elaborados sin que se dispare el precio. Algunos apuestan por las raciones grandes para compartir y otros por los productos de cercanía sin renunciar al sabor de la buena cocina

31 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Sentarse a la mesa por 25 euros por persona y comer bien sin que sea un menú del día es una tarea complicada, pero no imposible. En Galicia hay muchos rincones en los que es posible salir con la sensación de haber disfrutado de la comida por ese módico precio. Pontevedra es una de esas ciudades gallegas donde la buena mesa manda. Y su zona monumental es un buen ejemplo de gastronomía. As Greas es el proyecto de Sara Sorey, una de esas emprendedoras que se dejan el alma en cada plato y este restaurante de la plaza de la Leña es su proyecto de vida.

Cumple ya tres años y acaba de revolucionar la carta para darle un giro a uno de esos locales con encanto que abrazan el cruceiro de la plaza. Lo hace junto a O Eirado da Leña, un restaurante con estrella Michelin gracias a Iñaki Bretal y su equipo. Así que en esta plaza hay que hacer las cosas muy bien para competir con ellos y también con el Loaira, otra tapería, o el histórico Rianxo. En medio de todos ellos, Sara ha sabido poner su identidad. Y lo hace por 25 euros. Es capaz de ajustar un menú de lujo a ese precio. Ofrece un picoteo de ensaladilla de la casa con encurtido y ventresca de bonito, unos mejillones de la ría en escabeche de vermú, croquetas de jamón ibérico con velo de guancciale, puntillas fritas con mahonesa de miso y lima y croca de ternera con ensalada fresca de col. De postre, cañitas rellenas de crema namelaka y dos bebidas (agua o refresco) incluidas.

Sara reconoce que este menú se lo ofrece a grupos que quieren probar un poco las «cosas ricas» de la carta, pero también se puede tomar si vas solo o en pareja. Ella da la opción de pedir ese menú especial o de ir a la carta, donde un primero para compartir y un principal para cada comensal estaría por debajo de los 25 euros. Por ejemplo, el cliente puede pedir una berenjena tailandesa y una tosta de focaccia por 21 euros. «Acabamos de cambiar la carta y notamos que viene gente nueva y otra ha dejado de venir, pero es importante dar un cambio de vez en cuando», apunta Sara. Después de años como camarera quiso dar el salto y emprender. Alquiló el local en el que ya trabajaba y le dio un nuevo aire. El resultado es As Greas. «En la mayoría de nuestros platos intentamos incorporar productos de empresas pequeñas como nosotros para favorecer tanto el mercado local como el pequeño negocio», explica la responsable de un restaurante que ha ido quitando de la carta las grandes referencias de vino para introducir bodegas pequeñas que tengan responsabilidad con el medio ambiente. «Apostamos siempre por el producto local», concluye Sara Sorey, que cumple tres años al frente de su propio negocio.

Alcachofas gratinadas

Miguel Villar

El restaurante Néboa lleva casi tres meses ofreciendo en Ourense una alternativa diferente a la hora de sentarse a la mesa a disfrutar. Buen producto y elaboraciones que se salen de lo habitual son las bases de su cocina. En la carta sobresalen varios platos, de esos que apetece compartir si se va en grupo, para probarlos todos. Acertando con la elección se puede comer variado y rico... y sí, por menos de 25 euros por persona. Una buena opción, por ejemplo para tres, es llevar al centro unas alcachofas gratinadas con queso de Arzúa y jamón ibérico o unas croquetas —boletus, jamón, queso azul y chipirones— y después ir con un principal —como los tallarines de choco, el risotto de shitake y la picaña—. Comida saludable que se puede romper compartiendo el postre: como la filloa rellena de crema de castaña o la torrija de brioche.

Para ajustarse al límite de presupuesto que marcamos en este reportaje en Néboa (en el número 21 de Valle Inclán, en la capital ourensana) hay que estar atentos a los precios de la carta a la hora de elegir. Pero, entre semana, también hay opción de pensar menos y comer por 20 euros, gracias a un menú del día que incluye aperitivo, pan, bebida, postre y café. Esta semana, por ejemplo el martes, se podía elegir entre arrancar con un potaje de garbanzos, un wok de verduras o una tosta de ternera y queso de Arzúa y seguir con codillo de cerdo asado, raviolis de salmón al pesto o contramuslo de pollo a la plancha. Y sin cálculos y con un menú redondo que combina platos tradicionales con otros más modernos. Distintas formas y un fondo similar para este proyecto de Estéfano Varela, que cambió la Ribeira Sacra por la ciudad de As Burgas para poner en marcha su proyecto culinario. Se trajo su gusto por productos con raíz, como los quesos gallegos o la vaca rubia gallega.

En Néboa se puede ir a comer o a cenar, de menú o eligiendo entre las opciones de una carta que tiene propuestas más exclusivas, pero también es posible compartir unas tablas con unas cañas o unos vinos.

Cocina de calidad

MARCOS MÍGUEZ

Está en una vía resguarda, pero cerca de una de las calles más bonitas de A Coruña, Fernández Latorre, y, por tanto, a un paso del centro. El local es sencillo, con una buena terraza y un ambiente acogedor que invita a quedarse. Hablamos de El Rincón del Reino, en Castiñeiras de Abaixo, 24, donde David Mariño Blanco lleva 13 años ofreciendo una cocina que combina calidad y buen precio. Esa es la filosofía: «Comer bien sin gastar de más», explica el propio dueño y cocinero.

Tomate con ventresca, salpicón de rape y centollo, croca, arroz con almejas y berberechos o la lasaña de centollo. Los precios son muy competitivos, con raciones generosas entre 13 y 15 euros, pensadas para compartir. Según Mariño Blanco, «si no te bebes un vino muy excesivo, el tique medio sale a 18-20 euros. O sea, has cenado y yo considero que bien». Incluso los arroces los preparan «para una sola persona», evitando la típica obligación de pedir para dos. Al día pueden vender más de una veintena, siempre melosos y con ese punto que recuerda a casa.

La clave de la buena relación calidad-precio no está en la ubicación, sino en no volverse loco a la hora de subir los precios: «Podría subir 3-4 euros cada plato y lo seguiría vendiendo igual, pero prefiero tener el local lleno todos los días», explica David.

La clientela del Rincón es la del barrio, pero también del resto de la ciudad y de más lejos; incluso hay quienes viajan desde Valladolid solo para disfrutar de camarones y besugo, opciones que ya se alejan de los 25 euros. Pero es otra de las claves de este establecimiento, que tiene opciones más elevadas para los días que hay que celebrar fechas o noticias importantes. En cuanto a la bodega, es pequeña y selecta: Rioja, Ribera del Duero, Mencía y blancos gallegos de calidad, sin complicaciones, pensada para «vender y disfrutar».

Una sorpresa interior

PACO RODRÍGUEZ

El Café Paradiso cumplirá medio siglo el próximo año. Agustín Ares, su propietario, se hizo con las riendas tal día como ayer, pero de 1991, y entonces decidió que no había nada que cambiar en el diseño retro que había ideado el decorador Ventura Cores. Sus espejos quemados con sal y las carpinterías curvas pintadas de verde son la seña de identidad de un local que tiene una modesta entrada en la Rúa do Vilar. En el imaginario de muchos compostelanos se trata de un buen lugar para tomar un café o un chocolate con churros, pero bajo la gestión de Agustín, de su mujer Socorro y de su hijo Pablo, que ya ha estudiado en el Centro Superior de Hostelería, han conseguido hacerse un hueco entre las cocinas más apreciadas de la ciudad (en el puesto 17 en TripAdvisor) manteniendo unos precios razonables. Es cierto que cuando revisas los comentarios en las páginas más populares los clientes alaban mucho su calidad gastronómica, pero más aún la amabilidad de la familia propietaria. «Algo ben estaremos facendo», resume con humildad el hostelero nacido en O Pino, que ya está acariciando la edad de la jubilación.

El truco para mantener un alto nivel de reputación es que hacen pocas cosas, pero buenas, con cantidades más que razonables para compartir o para elegir como plato principal y con unos precios contenidos. El pulpo, las gambas y las almejas marcan los topes y se mueven en torno a los 16 euros, y de ahí para abajo es posible arrancar con una ensaladilla —la hacen con pasta— o un caldo sabrosísimo por cinco euros. Las combinaciones son múltiples, pero la resultante es siempre un tique a la carta que se mueve por debajo de los 25 euros y que se puede simplificar más todavía si se opta por el menú.

En pleno Camiño

ANA GARCÍA

El restaurante As Pías, de Dumbría, nació con vocación de dar un buen servicio a los peregrinos del Camiño a Fisterra y Muxía que pasan a diario por delante del local. Así las cosas, es un establecimiento en el que saben bien lo que es dar más por menos. Esta tendencia queda bien clara en el menú degustación que ofrecen, sobre todo, con seis platos «completos», dice el gerente, Paco Cousillas, más el aperitivo, el postre, la bodega, el café y el chupito por 45 euros, o en el propio menú diario, con todo incluido por 13. No obstante, también disponen de una carta, por cierto, que muestran en una teja del país, en la que es posible comer variado y abundante por 25 euros o menos, aunque cada día se vuelve una tarea más difícil, reconoce Cousillas.

En el menú diario, de dos platos más la bebida y el postre, cabe destacar el cocido gallego o la empanada casera de cocido o atún. «Sempre hai un peixe segundo o mercado», explica el también cocinero.

En la carta, la ensalada que lleva por nombre Terra e mar sale en casi todas las comandas. Por 14 euros, lleva boquerón, tomates de temporada, aceitunas y, en el centro, chipirones y croquetas caseras. También es muy demandada la filloa rellena de langostino con hortalizas, sobre «unha salsiña tomatada». Tiene un precio de 10 euros. El pulpo a la plancha con patata cocida o cama de grelos cuesta 16. Ya entre los principales, se puede escoger entre rodaballo, lubina o bacalao a 17 euros la ración, o secreto de cerdo y solomillo (todos acompañados) por 14 cada uno. Los postres, caseros, no pasan, de los 5,50. Y todavía hay más.