El nacimiento del primer hijo no tiene por qué implicar un cambio en el lenguaje, vestimenta y hasta hogar de la familia, o al menos no para siempre. Ata Arróspide, publicista metido a escritor, denuncia la cursilería que invade a los progenitores y recuerda: «la ñoñería busca entornos de bebés como los piojos las melenas»
Sara Carreira