Volver
';

Desayuno de domingo con... Máximo Huerta: «Buscamos que nos quieran y ya está. Es lo único importante»

Utiel (1971). Soy escritor, periodista y tengo una librería. 'París despertaba tarde' (Planeta) es mi nueva novela; una historia de amor, de amistad y de la efervescencia de los años veinte.

Viernes, 26 de Enero 2024

Tiempo de lectura: 2 min

XLSemanal. Regresa, literariamente hablando, a París, aunque de allí usted nunca se ha ido del todo.

Máximo Huerta. [Sonríe]. Escribir sobre París es como subirse a un avión y volver a casa. Me encanta por lo que ofrece y por cómo te sientes allí.

«He escrito la novela que me gustaría leer a modo de homenaje al París de hace un siglo»

XL. La novela se desarrolla esta vez en un solo año, 1924.

M.H. Es el año más importante de su historia y, un siglo después, recupero a mis grandes personajes, los más vitales, contradictorios, sentimentales y locos de mis libros: la alocada reina de París, Kiki de Montparnasse, y mi Alice Humbert, la dueña de la tienda.

XL. Es el año del desenfreno; de las modelos y los artistas; de los bailes, el alcohol, la cocaína; del olor a pintura y a aguarrás; de las ganas de olvidar una guerra, y de divertirse a lo loco.

M.H. Los supervivientes eran muy jóvenes, tenían poco más de 18 años, querían olvidar la guerra; no querían celebrar la muerte, solo la vida. Por eso fueron unos años de libertad, aunque también de libertinaje. He escrito la novela que me gustaría leer a modo de homenaje al París de hace un siglo. Es una fotografía de cómo era la época, la gente y la ciudad en 1924.

XL. También fue el año de sus segundas Olimpiadas.

M.H. Sí, porque las de 1900 les salieron mal. Esta era la segunda oportunidad para el barón de Coubertin, que se inventó lo de «más rápido, más alto y más fuerte», y no podía fallar. Y no falló, aquellos Juegos fueron icónicos. Este año organizan los terceros.

XL. París despertaba tarde también es una guía turística de los lugares que ama.

M.H. Sí, es 'disfrutona' [sonríe]. Las novelas deben golpear al lector, emocionarlo y hacer que desee estar allí. Con esta novela, creo, uno desea estar tomándose un ron junto a Kiki de Montparnasse en esos cafés.

XL. Yo, seguro; y en esas juergas [risas].

M.H. Los personajes están viviendo como si fuera la última vez para todos en la ciudad más moderna del mundo en aquella época, por encima de Nueva York, Londres o Berlín. París fue el asilo de todos: norteamericanos, polacos, italianos, negros, homosexuales…

XL. Para esta novela se ha comido a ocho románticos. ¡Hay mucha ternura!

M.H. Estoy en mi época más romántica, sí. Me he comido a un pintor, a un poeta, a un arquitecto de la época…

XL. Qué gusto una historia tan tierna con la que nos está cayendo en el país [risas].

M.H. Pues quizá es lo que buscamos: que nos quieran y ya está. Es lo único importante.

«Solo soy fiel al café con leche. Después, para mojar en el café, alterno: galletas María, pan con aceite o, si paso por el horno, un cruasán roto con las manos».