Estos dos lugares de Vimianzo presentaron en un acto de confraternidad un libro-álbum con lo mejor de su historia
01 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.«Se preguntan por Caamaño, díganlle que non está morto. Queda vendendo mechas na feira da Ponte do Porto». Es una copla que se cantaba en Cures y O Mouzo sobre O Guito, un pobre ingenioso que regresó de Cuba vestido con traje de seda blanco, sombrero panamá y zapatos albos. Es una historia que recoge Cures e O Mouzo ao longo do tempo, un libro-álbum presentado el sábado en la Casa dos Veciños de estos lugares de Vimianzo.
Un tesoro para que generaciones presentes y futuras conozcan los rostros y la vida de sus antepasados. Más que una presentación fue un reencuentro vecinal. Allí estaba la alcaldesa, Mónica Rodríguez, quien invita a «profundizar nas follas desta obra para coñecer máis de preto a sociedade dos nosos ancestros». Son autores de este ingente trabajo Valentín Alvite, Marcos Bugallo, Carmen Vázquez, Manuel López y Lito Roibás. Ellos presidieron este acto de confraternidad.
La idea del libro surgió en una jornada de celebración de la Comunidade de Montes. Luego vino la exhaustiva recogida de fotos, más la digitalización, obra de Roibás. Algunas de las imágenes son centenarias. Todo se hizo de forma altruista y con el objetivo de conservar el alma, la vida y el pasado de estos dos lugares.
Las páginas del libro-álbum están cargadas con imágenes y miradas de otros tiempos. Nadie quedó excluido y los textos están escritos de forma amena para que quien quiera pueda acercarse a lo que la existencia les deparó a los habitantes de Cures y O Mouzo, los días de alegría, la emigración, los oficios, las tareas y las jornadas de labor. Es, como dijo Valentín Alvite, una forma de homenajear al mundo rural y a unas gentes que todo lo que hacían y trabajaban era útil para los otros. «Facían unha actividade imprescindible para a vida dos demais», comenta.
La idea es transmitir valores, hechos y conocimientos del pasado «aos veciños de agora e do futuro». En el encuentro del sábado no faltó la emotividad. La música de O Revoltixo, de Braño, puso la nota amena a este reencuentro provocado por una publicación que pretende hablar de los vecinos actuales y de aquellos otros que ya no están, pero que «permenecen vivos» en el recuerdo popular. Es una crónica del despertar de dos núcleos erguidos a los pies del castro Croado que mira sin reparo a los rostros que salpican sus páginas cargadas de nostalgia y sentir comunal.
