El canciller de Fraga que tenía siempre la maleta preparada

Domingos Sampedro
domingos sampedro SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

ANTONIO HERNANDEZ

Fernando Amarelo de Castro fue un referente para las comunidades gallegas del exterior

24 ene 2017 . Actualizado a las 09:35 h.

Puede que muchos no recuerden a José Moledo en su tierra natal de Outes (A Coruña). Fue un hombre criado en una casa de labor de Albeida, la aldea que lo dio por desaparecido una mañana de agosto de 1934, cuando confesó que iba a por tabaco al estanco de Cruceiro de Roo. Nunca más se supo. Su mujer y sus hijos llegaron a pensar que se lo había tragado la tierra con apenas 39 años. Hubo que esperar seis décadas más para que dieran con su rastro en Ushuaia, la ciudad argentina más próxima a la Antártida, donde fundó nueva familia y se partió el espinazo trabajando de carretero. A Pepe de Albeida lo halló Fernando Amarelo de Castro en uno de los cientos de viajes que hizo para darle sentido a la galeguidade, ese concepto que consagra el artículo 7 del Estatuto de Autonomía de Galicia.

Amarelo ejerció como una especie de ministro de Exteriores de Manuel Fraga. Fue un político que siempre tuvo la maleta preparada con un par de mudas para reencontrar a los gallegos de acá con los que se fueron a por tabaco. Y por el camino acabó demostrando que el país de los gallegos no es grande ni pequeño, sino que es inabarcable. Ese era Amarelo, un hombre de talante expansivo y aspecto bonachón, que fachendeaba en su solapa de las insignias con las que lo agasajaron en las comunidades de gallegos repartidas por medio mundo.

Nacido en el municipio lucense de Muras, Amarelo de Castro siempre fue un hombre muy vinculado a Alianza Popular y después al PP, que ya había ocupado diferentes puestos en la Xunta cuando Fraga se convirtió en presidente en 1990. El de Vilalba le encomendó la Secretaría Xeral de Relacións coas Comunidades Galegas con la tarea de estrechar más los lazos afectivos entre los gallegos de dentro y de fuera.

Enseguida se metió en faena asumiendo el oficioso papel de jefe de la cancillería de Fraga, justo además en un momento en que la política realizada a cuenta de la diáspora podía acabar saltando a las páginas de internacional de la prensa europea. Eso fue lo que le ocurrió a Manuel Fraga cuando, en menos de un año, Amarelo preparó el desembarco del presidente gallego en Cuba para verse con Fidel Castro, del mismo modo que años después giraría visita a Libia.

El mentor de Feijoo

También fue Amarelo el mentor político de Núñez Feijoo, cuando el actual presidente autonómico era un funcionario del cuerpo superior de la Xunta, adscrito a la Consellería de Economía, pero que colaboró estrechamente con Amarelo de Castro para crear y dotar de presupuestos los primeros programas que se hicieron en Galicia para facilitar el retorno de emigrantes que no disponían de medios para regresar a su tierra natal. Fue en aquella época cuando Amarelo promovió a Feijoo ante Romay Beccaría.

Aquel trabajo entre Amarelo y Feijoo dejó el programa denominado ahora Reencontros na Terra, que permitió que José Moledo, desaparecido en 1934 de la aldea de Albeida, retornarse a Outes con 104 años -relató ayer el exalcalde outiense, Carlos López Crespo- para volver a probar la empanada de millo y ver a sus familias argentina y gallega «fundidas nun agarimoso abrazo».