Hasta 8.000 petroglifos ocultos en los montes gallegos y a expensas del fuego

Manuel Varela Fariña
manuel varela REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Petroglifos de Pé de Mula, en la parroquia de Sabaxáns, Mondariz
Petroglifos de Pé de Mula, en la parroquia de Sabaxáns, Mondariz

Una investigación tras los incendios de Vigo concluye que las frondosas protegen mejor estas piezas que pinos o eucaliptos

31 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Los terribles incendios que asolaron el entorno de Vigo en otoño del 2017 arrasaron con prácticamente todo a su paso. En medio del bosque ennegrecido por las llamas resistieron unos graníticos testigos milenarios. Varias mámoas y petroglifos soportaron temperaturas por encima de los 500 grados, pero solo las rodeadas por frondosas como castaños y robles se conservaron mejor. «Probamos varias técnicas y la evidencia que sacamos fue que estas especies arden más difícilmente y protegen las estructuras patrimoniales», dice Jorge Sanjurjo, investigador de la Universidade da Coruña que, junto a profesores de las tres universidades gallegas y miembros del CSIC, acaban de publicar un estudio sobre los efectos del fuego en estas joyas rupestres.

El lugar escogido para iniciar la investigación fue Coruxo, en Vigo, una de las zonas cero de la oleada de incendios que consumió 49.000 hectáreas en Galicia. El estudio de campo contó con los tres elementos que querían observar: áreas de matorrales, de eucalipto y de frondosas. «Cogimos muestras de rocas en la superficie pegadas a petroglifos o mámoas», apunta el profesor de la UDC e investigador del Instituto Universitario de Xeoloxía.

Iago Antonio Pozo (UVigo), Jorge Sanjurjo (UDC) y Patricia Sanmartín (USC), durante los trabajos de investigación en Coruxo. En el proyecto participó también Miguel Serrano (USC)
Iago Antonio Pozo (UVigo), Jorge Sanjurjo (UDC) y Patricia Sanmartín (USC), durante los trabajos de investigación en Coruxo. En el proyecto participó también Miguel Serrano (USC)

Una de las primeras conclusiones es que el hollín parece causar mayores estragos en el granito que las altas temperaturas. El otro gran hallazgo fue que los materiales en zonas de frondosas estaban menos dañados, por lo que los robles y castaños actuaron como cinturones protectores. «El estudio es un punto de partida, pero conviene catalogar los muchos petroglifos que no se han identificado aún por el riesgo de que se pierdan con los incendios», avisa Sanjurjo.

Menos de 3.000 descubiertos

La Consellería de Cultura e Turismo tiene inventariados 2.990 petroglifos, más de la mitad en la provincia de Pontevedra, donde se catalogaron hasta la fecha 1.746. Pero el número de estas reliquias milenarias podría ser aún mayor. En la Asociación para a Defensa do Patrimonio Galego (Apatrigal) calculan que los montes gallegos esconden entre 7.000 y 8.000 petroglifos, por lo que aún quedan por descubrir, a día de hoy, más del 60 %. «Hai ano e pico presentamos na Consellería 250 novos petróglifos só no concello de Cualedro. Non estaban inventariados. Démolos xeorreferenciados, con fotos de todos eles», explica Carlos Henrique Fernández Coto, presidente de la asociación.

Cultura carece de un departamento encargado de rastrear los concellos para explorar nuevos hallazgos, pero advierte de que sí «impulsa e apoia» proyectos destinados a hacerlo. Como ejemplos, la Xunta cita los casos del castro de Viladonga, en Castro de Rei; la Cova Eirós, en Triacastela; o, el campamento romano de Ciadella, en Sobrado dos Monxes. Sí existe un equipo de trabajo dedicado a registrar todos los bienes descubiertos y revisar las fichas de patrimonio arqueológico. Para Fernández Coto, los esfuerzos desde la consellería son insuficientes. Propone que Cultura debería contar con, al menos, veinte arqueólogos dedicados a trabajar de campo para localizar los petroglifos y señalizarlos, no solo para el turismo, sino para resguardar este patrimonio «tan sensible e vulnerable». «Tamén é importante protexer a contorna, que non haxa eucaliptos para evitar incendios», apunta.

Por los montes gallegos pasean decenas de voluntarios y entusiastas dispuestos a rescatar del olvido las milenarias piezas. «Onde ven unha rocha potente saben que hai 4.000 anos había xente que expresaba aí o que coñecían: os animais que cazan, figuras xeométricas, o cosmos... Facíanse coa alma do territorio», expone el presidente de Apatrigal. Sobrevivieron cuatro milenios de abandono por los profundos surcos trazados en el duro granito y se salvaron del vandalismo porque «non se ven facilmente». Además de esconderse en los bosques, la mayoría de petroglifos solo son perceptibles al principio y al final del día. «Cando hai sol non se aprecian e, cando chove, a xente non vai ao monte», cuenta.

Sin un mapa que los localice y con la mayoría sin catalogar, las obras rupestres quedan expuestas a ser destruidas por el fuego o la acción del hombre. «Pode pasar alguén cunha máquina forestal por riba dun petroglifo por non saber que esta aí. Pasa coas mámoas tamén», lamenta.

El esfuerzo desde Dodro

Los concellos apenas tienen recursos para atender su patrimonio. Menos de una decena disponen de una concejalía dedicada a salvarlo. Uno de esos ayuntamientos es Dodro, en la comarca coruñesa del Sar, donde el cambio de gobierno en las elecciones municipales del año pasado permitió crear una concellería de Patrimonio e Cultura. «Acabamos de inaugurar a sinalización do patrimonio arquitectónico e imos restaurar un hórreo único en Galicia», presume el responsable del área, Xoán Xosé Vicente.

Es la segunda vez que cuentan con esta concejalía, tras una breve experiencia hace diez años. En ese momento se aprobó un plan de ordenación municipal que inventarió todo el patrimonio de Dodro. «Os concellos pequenos temos moitos problemas porque non hai axudas para este tipo de actuacións. Nós conseguimos unha subvención de Turismo, para promoción, pero non hai específicas para a protección do patrimonio», critica.

En ayuntamientos con un censo de vecinos similar, alrededor de 2.800, dice que «prima o asfaltado de pistas». Avisa de que en Dodro también lo hacen, pero sin descuidar el histórico legado que se asienta en su territorio: «Nós non o esquecemos».