Cargos de Renfe admiten que no se dio relevancia al aviso de peligro que anticipaba el accidente de Angrois

Pablo González
Pablo González REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Ángel Lluch, cargo de seguridad de Renfe, antes de declarar en el juicio del Alvia
Ángel Lluch, cargo de seguridad de Renfe, antes de declarar en el juicio del Alvia Paco Rodríguez

Un coordinador de maquinistas, sin embargo, reconoce que consideraba la curva «un punto crítico» y que el cargo que dirigía la reunión para tratar los problemas de la línea «no dio trascendencia» al correo que alertaba del peligro

16 nov 2022 . Actualizado a las 20:04 h.

José Luis Rodríguez Vilariño era jefe de producción y coordinador de maquinistas de media distancia, y fue el primero que recibió, apenas quince días después de la puesta en servicio de la línea de alta velocidad Ourense-Santiago -en diciembre del 2011-, el aviso de peligro sobre la curva de Angrois del jefe de maquinistas de Ourense, José Ramón Iglesias Mazaira. El  testimonio de Vilariño en la undécima sesión del juicio del Alvia, al igual que el del responsable de seguridad Ángel Lluch Perales, reflejan la nula relevancia que Renfe dio al correo electrónico que llegó a al menos nueve cargos de la operadora después de reenviarlo el testigo a sus superiores inmediatos, entre ellos el gerente de Galicia, Javier Pérez; Rafael Sardón, entonces gerente de Producción de Viajeros; y al jefe de Producción, Nicolás Izquierdo. Ambos testigos también dieron pistas de la escasa comunicación entre Renfe y el ADIF respecto a la detección de eventuales riesgos.

El abogado del maquinista que llevó el Alvia hasta Ourense le preguntó a Vilariño si él también veía ese riesgo en la curva.

-Consideraba que era un punto crítico, pero no soy experto en riesgos, aclaró.

Una vez leído el correo electrónico, «compruebo que lo que dice Mazaira se ajusta a la normativa vigente», dijo en referencia a la señalización de la curva de Angrois. «En el cuadro de velocidades máximas y en el libro horario el maquinista ya tiene toda la información», matizó. Y luego añadió que el contenido del aviso de peligro «no me pareció relevante al punto que se ve ahora. Lo vi como un todo en su conjunto», precisó.

La alerta estaba incluida en una serie de asuntos, comerciales y técnicos, que había que tratar en una reunión destinada a resolver problemas de operatividad durante los primeros días con la línea en servicio y, en concreto, el funcionamiento de los trenes de la serie 121. En la reunión no se trató el aviso sobre la peligrosidad de la curva «porque el secretario [que elabora el orden del día] no lo consideró pertinente, no le dio trascendencia, y tampoco había interlocutores del ADIF», explicó José Luis Rodríguez Vilariño.

Constató, a preguntas del fiscal, que habló con Mazaira del asunto y que llegaron a la conclusión «de que había que reforzar la formación en ese punto y en otros puntos». Pero negó que el autor del correo, en el que se anticipaba la posibilidad de un accidente que finalmente ocurrió, insistiera en que era necesario señalizar de otra forma la curva. «Yo lo elevé al órgano que debía elevarlo», aclaró el cargo de Renfe, que insistió en todo momento en que no era un experto en seguridad y que tampoco estaba en ningún órgano en el que se trataran riesgos o problemas de seguridad. Si la señalización no se adaptara a la normativa, admitió que lo habría trasladado por los cauces previstos para que el ADIF se ocupara del asunto. Eso sí, el otro problema técnico que se refería en el documento, relacionado con la transición entre el ERTMS y el ASFA, sí se solventó. Ningún otro maquinista, afirmó, remitió un escrito parecido sobre el riesgo de la curva. Y ningún aviso se tramitó por los cauces de seguridad reglamentarios.

Pero hay muchos extremos relativos a este asunto que no están nada claros. Vilariño aseguró en la vista oral que no tuvo la certeza de que el correo de Mazaira llegara a algún departamento del ADIF, aunque en la fase de instrucción declaró que le parecía que sí.

Ángel Lluch, por su parte, era entonces un mando de la gerencia de la Seguridad en la Circulación de Renfe a nivel nacional y acudía como vocal a las comisiones de seguridad de la operadora. Lluch confirmó que «es posible» que mantuviera contacto telefónico con Iglesias Mazaira, pero insistió en que nunca recibió ese correo.

-¿Los que dicen que se lo enviaron no dicen la verdad?

-No lo sé. Yo no lo he recibido, dijo a preguntas de la defensa del maquinista.

El cargo de Renfe aseguró que desconocía la infraestructura y que, aunque hubiera tenido conocimiento del correo, la curva se ajustaba a la normativa, pues el cambio de velocidad estaba en la documentación que lleva el maquinista, como el libro de velocidades máximas. «Simplemente era una transición de velocidad por las condiciones de la infraestructura», dijo. Después, cuando una abogada le recordó lo que había declarado en fase de instrucción, admitió que no le constaba que hubiera recibido el correo electrónico, pues solía tener muchos en la bandeja de entrada. Pero no negó que le hubiera llegado, como declaró inicialmente.

En función de la gravedad, describió los cauces reglamentarios para este tipo de denuncias, como la comisión de seguridad territorial de Renfe. Revisó en su momento todos estos canales de comunicación y confirmó que nadie avisó formalmente de peligros en la línea.

Dos años después de que se enviara la alerta, recibió una llamada de Iglesias Mazaira preguntándole si había recibido el correo, y se lo envió para comprobarlo. «Revisé todos los correos que tenía guardados y no estaba», confirmó. En cualquier caso, el aviso no lo consideró una denuncia formal. Si lo hubiera sido, se habría tratado en la comisión territorial de Renfe, desde la que se podría elevar la denuncia al ADIF. Nunca se hizo, porque el aviso no llegó a ese foro. «Desde el punto de vista teórico yo no lo consideré un peligro», precisó.

La abogada del Estado le recordó que el maquinista que llevó el Alvia hasta Ourense, Javier Illanes, declaró hace unos días que se sentía desprotegido cuando circulaba por la curva de Angrois. y le preguntó que habría hecho él si sintiera así de desprotegido.

-Hubiera cumplimentado un parte de accidentes e incidentes y me habría preocupado de seguir la solución.

Sí admitió, interpelado por la aseguradora de Renfe, que los inspectores del ADIF que acompañan a los maquinistas en viajes de comprobación de los itinerarios estarían igual de capacitados para ver en la curva lo que vio Iglesias Mazaira.

 En la primera declaración de la sesión de este miércoles, que comenzó una hora de retraso por un problema técnico, María Rosa Sanz Cerezo, en su momento secretaria del consejo de administración del ADIF, negó en un primer momento que el acusado, Andrés Cortabitarte, entonces director de Seguridad en la Circulación, tuviera potestad para realizar cambios normativos. Sin embargo, el abogado del maquinista, Manuel Prieto, demostró que Cortabitarte modificó varios puntos del Reglamento General de Circulación. Por tanto, podía cambiar regulaciones como, por ejemplo, las que afectaban a la curva de Angrois. Que la señalización se ajustara a la normativa, por tanto, no evitaba que el director de Seguridad del ADIF no pudiera modificarla en circunstancias concretas, como por ejemplo ante la existencia de un riesgo que la regulación vigente no puede mitigar.