
El alivio de las restricciones provocadas por el covid permite que muchos gallegos vuelvan a casa este verano tras meses sin disfrutar de la gastronomía local. Recorremos la cocina de la comunidad a través de los antojos de residentes en Nápoles, Boston o México D.F.
11 jun 2021 . Actualizado a las 14:31 h.No se conocen de nada, pero es posible que se encuentren en breves en A Mina tomando unos mejillones tigre. Jorge Rosendo está asentado en México D.F., Álvaro Sánchez lleva ya unos años trabajando en Madrid, y los dos aseguran que una de las primeras cosas que van a hacer cuando vuelvan a Galicia es dejarse caer por esta taberna viguesa en la que ha recalado sí o sí cualquiera que haya vivido en la ciudad olívica. Con unas medidas de control mucho más laxas que la última vez que ambos jóvenes estuvieron en la que sigue siendo su tierra, el afincado en Madrid sabe que en el momento que se acerque a ese bar se encontrará a todos esos amigos y conocidos que no ha podido ver durante los durísimos meses de pandemia, en parte, porque los puntos de reunión habituales, esas segundas casas que son los bares, tenían el telón bajado. El verano que está por llegar se presenta distinto a todos, precisamente por su particularísima casuística. Vuelve el ocio, vuelve el buen comer, vuelven las reuniones y, en definitiva, vuelve la vida. Hacemos un recorrido por la cocina gallega a través de los antojos de quienes hace ya demasiado que no disfrutan de una buena empanada, una ración de pulpo o un churrasco.
Alba Clara, coruñesa residente en Nápoles, explica que ella es una más en el grupo de quienes sueñan con una tortilla de su madre acompañada de una buena cerveza fría. Los clichés siempre tienen una base sólida. Para acompañar el estereotipo, tampoco le pueden faltar, añade, patatas Bonilla, empanada y unas croquetas que eso sí, comprará en Casa Pardo, en el centro de la ciudad herculina. Siempre de cigalas. Un tema relevante a ojos de esta investigadora es que es ahora que está vacunada cuando se lanzará, de nuevo, al interior de los restaurantes. Aunque hace no demasiado estuvo en Galicia, asegura que había vetado muchos locales porque no tienen terraza. «En cuanto llegue a Coruña reservo en el Intenso y Lagar da Estrela. Y no me iré de vuelta a Italia sin pasarme por A Penela y Namoreira», ambos locales situados en María Pita. En esta misma plaza se encuentra el baratísimo capricho de Javier que lleva un año y medio sin pisar España. Afincado en Boston su mayor antojo es tomar el mítico tequeño de, claro, El Tequeño. SIn salir de A Coruña, Patricia Fernández, afincada en la ciudad del oso y el madroño se dejará caer por la pulpeira de Melide y el Quinito, próximo a la playa de Barrañán y con unas vistas espectaculares.

El pulpo es, sin duda, uno de los productos más revalorizados para los que sienten la morriña en el paladar. Ariadna García, que lleva varios meses viviendo en Barcelona, no se imaginaba que podía echar tanto de menos este producto que, por otro lado, tampoco suele consumirse todos los días. Por eso «últimamente solo pienso en A Garnacha, en Melide». No es raro que la mente de esta opositora vaya directa a este local, pues en el 2017 se alzó con el Plato de Oro en el Premio Nacional de Gastronomía. Y en esta misma línea el estudiante de Diseño Industrial Miguel García, que vive en Mérida, cuando aterrice en A Coruña tiene una visita pendiente en La Cantina Sixtina, el restaurante herculino que en el 2019 ganó el premio a mejor cachopo de España.
Virando hacia el sur de Galicia el foco se pone en los furanchos. Ahora que empiezan a ponerse a punto la cita es ineludible, también claro, para los que vendrán a pasar unos días y volverán a la ciudad en la que residen el resto del año. Sara Bouzón, especialista en logística, irá directa de Madrid a Adiós Vida, en Redondela. Y con hueco tras la enchenta a mejillones tigre de A Mina. Álvaro Sánchez también dice estar «deseoso de harcerse una ruta de furanchos, a La Aldeana (Vigo) a por tortilla y a la bocatería Balcagia, en Baiona».

Dos compostelanos también vuelven a casa con ganas de pegarse una buena comilona. Alejandra Filloy irá sí o sí a O Sendeiro y a O Tamboril a por un buen arroz. Pablo Rial, residente en Barcelona cogerá el coche para plantarse en La Casa de las Tortillas, en Cacheiras.