Los vigueses estrenan año con la premisa de dar un cambio radical para seguir en Primera en el 2020
05 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.El fútbol llegará a Balaídos después de la cabalgata de Reyes y antes de que sus majestades comiencen el reparto a domicilio. Y al Celta no le vendría nada mal que la primera parada fuese en el estadio del que son inquilinos hasta el 2034. Sería la mejor manera de dar carpetazo a un 2019 que ha puesto a prueba los cimientos de la entidad y saludar el mejor modo el nuevo año. Como hizo el Athletic, también en Balaídos, la temporada pasada. El primer partido del 2020 ha provocado además que se crucen dos equipos antagónicos. El Celta está sobrado de calidad pero a años luz del gen competitivo de Osasuna.
Porque desde la llegada de Óscar García, que hoy volverá a dirigir a su equipo desde el banquillo, el cuadro vigués anda a la procura de ganar en intensidad y en verticalidad y convertirse en un equipo competitivo durante los 90 minutos, y la resolución de la ecuación para conseguirlo no se puede dilatar por más tiempo. Los vigueses, ocho jornadas en descenso, tienen que reaccionar ya aunque enfrente esté el rey de la intensidad.
Esta situación invita a pensar que el técnico catalán retocará su once alrededor del músculo que le pudieran dar jugadores como Pape, Okay o Santi Mina. Los dos primeros podrían formar una sala de máquinas sin Lobotka, quien tiene pendiente una nueva charla con el entrenador después de una semana movida en donde su nombre ha aparecido más en Nápoles que en Vigo. Stan siempre se está marchando y luego acaba quedando, pero da la impresión que ahora está más cerca que nunca para cambiar el celeste por el azul.
Para edificar un once que lleve al Celta a un triunfo más que necesario (con la posibilidad de abandonar el descenso en función del resultado del Mallorca) los problemas comienzan en la zona de contención. Hugo Mallo se recuperó a tiempo y recibió el alta, pero Kevin podría tener su oportunidad en el lateral derecho mientras en el centro de la zaga las falta de efectivos (Araujo está sancionado y Sáenz lesionado) colocan a David Costas como el único acompañante natural de Aidoo. Los dos tendrán un duro día con el Chimy Ávila, tan peleón como certero, enfrente.
En el centro del campo la lógica invita a pensar en que el técnico apostará por el cemento armado en el doble pivote y por la magia de Rafinha en la media punta, mientras que en ataque Iago Aspas parece el único intocable pero la lesión de Denis Suárez despeja el panorama para Pione Sisto en la izquierda y Santi Mina en la derecha, aunque el vigués puede ver amenazada su continuidad por Brais.
Los vigueses afrontan el partido con una serie de cuatro partidos sin ganar (2 puntos de 12 posibles), sin conocer la victoria en casa desde el 6 octubre ante el Athletic y con el estigma de no haber ganado a ninguno de los rivales de la parte inferior de la tabla.
Números que confirman unas urgencias que en absoluto tiene Osasuna, que llega a Vigo con nueve puntos de margen con respecto al descenso y con las bajas del excéltico Roncaglia y Fran Mérida, ambos por sanción. Los navarros no ganaron en los tres últimos partidos, pero todavía está reciente su último triunfo a domicilio, en Cornellá hace poco más de un mes. Todo un aviso para el Celta, que afronta la primera final del año en la noche de la ilusión.