Un grupo de maestras de Felgueiras relatan las dificultades que supone que no les hayan reconocido la antigüedad
30 ene 2018 . Actualizado a las 11:57 h.Es la hora del descanso para comer en Portugal. Sobre las doce y media. Dulce, Alice, Teresa, Paulina, Daniela y Anabela son profesoras en el colegio de Lagares, una freguesía del concello de Felgueiras, distrito de Oporto, que tiene poco más de 2.000 habitantes. Han salido a tomar un bocadillo en una panadería-cafetería cercana antes de continuar dando clase. Mientras aguardan a que les traigan la comida explican que son «maestras en el primer ciclo de Infantil, entre 6 y 10 años», que su carrera «está congelada, no nos han aumentado desde el 2010» y, por eso, están en pie de guerra «para luchar para que nos reconozcan los años de carrera». ¿Por qué? Porque eso supondría una alegría para su cuenta corriente al recuperar el poder de compra que tenían en otro tiempo.
El aumento de salario les ayudaría a cubrir gastos porque, como apuntan, hay profesores contratados que llegan justos al día 30. «Nosotras tenemos suerte porque vivimos cerca de la escuela donde damos clase, pero tenemos compañeros de Oporto que han de pagar la autopista, el combustible... Por no hablar de que opten por arrendar una vivienda para quedarse durante la semana. «El alquiler de un piso de dos habitaciones cuesta unos 300 o 400 euros al mes», cuentan. Su relato pone rostro a uno de los colectivos tocados de lleno por los recortes derivados de los ajustes ordenados por la troika. Ahora están a un paso de recuperar su nivel. La negociación no es fácil. Hace unos días los sindicatos de profesores enviaron una carta al primer ministro Antonio Costa para pedirle una reunión en la que tratar asuntos que están ralentizando el proceso y que traspasan las competencias de Educación. Solo quieren que se les reconozca una labor que, como parece, no hacen tan mal. Los alumnos portugueses son unos de los mejor preparados de Europa. Otra cosa es cómo ven su futuro.
Un grupo de jóvenes charla en el jardín de la Cordoaria, justo detrás de la sede de la Universidade de Oporto de ese asunto. Tienen entre 17 y 18 años, han estudiado lo equivalente en Galicia a un ciclo de Formación Profesional de Arte. La segunda ciudad de Portugal es un lugar en el que aflora la cultura, pero creen que tienen que salir fuera para saber más, para empaparse del mundo. «Para estudiar Secundaria está bien Portugal, pero para la universidad mejor es salir, al menos en la rama de Artes».