La aventura de Sabela, Raúl y Beto: rescatar una furgoneta en tiempo récord para alimentar con perritos calientes al público de los festivales

CARMEN NOVO SANTIAGO / LA VOZ

VIVIR SANTIAGO

Furancho Hot Dogs nació con vistas a funcionar en O Son do Camiño, pero una semana antes de que empezara el evento no tenían «foodtruck». Lo fueron a recoger a Madrid a contracorriente y lo decoraron en los días de antes como si fuera uno de los restaurantes estadounidenses de los años cincuenta que salen en «Grease»

17 jun 2025 . Actualizado a las 17:54 h.

Sabela, Raúl y Beto alimentaron este fin de semana a decenas de festivaleros en el Monte do Gozo. Su divertida carta, con tres perritos calientes y juegos de palabras, conquistó a los asistentes del macroevento al aire libre que inaugura la temporada. Para ellos, O Son do Camiño no fue solo el primer festival del verano. Supuso el arranque de su recién armado Furancho Hot Dogs, food truck que, una semana atrás, ni siquiera existía. «Ha sido una locura montar esto en cuatro días», indica Beto, que pone a punto la furgoneta junto a sus otros dos compañeros. Lo suyo ha sido una aventura a contracorriente. Un manual, por si alguien lo necesita, sobre cómo rescatar un camión de comida rápida para tunearlo y ponerlo a funcionar con el tiempo en contra.

Sabela y Raúl son de Bertamiráns y se conocen de toda la vida. Beto, de Vigo, llegó a ellos hace un par de años gracias a unos amigos que tenían en común. Los tres trabajaron juntos en un restaurante que tenía Raúl en Os Tilos y también lo hicieron, por su propia cuenta, en otras áreas y ediciones de un festival al que también asistieron como público. Meses atrás, mientras que tomaban unas cañas, se pusieron a pensar en los planes del verano. Acostumbrados a trabajar en las grandes citas musicales de la comunidad, comenzó a rondarles por la cabeza la idea de que esta vez, en vez de servir en alguno de los puestos que ya había, podían montar el suyo propio. «Dijimos: "¿Por qué no? Vamos a intentarlo"», recuerda Raúl. 

Pensaron en el nombre, en el logo y en el diseño. También en la furgoneta, aunque eso tardó en llegar. Que el food truck estuviera centrado en perritos calientes parte de una salsa que hacían. La elaboraban en casa cada vez que se juntaban y pensaron en que podían aprovecharla. Renombrada como salsa perreo, se ha convertido en una de las señas de Furancho Hot Dogs. La llevan en las tres opciones de perrito que estructuran su carta, que son el Canserbero —el básico, con salchicha y salsa—, el Perro Sanxe —en referencia al meme que circula por internet, de ingredientes secretos y el que recomiendan pedir— y el especial, que renombran en cada festival con el nombre del artista o grupo que más les guste del día. En O Son do Camiño, por ejemplo, hubo Can Bad Gyal y Can Rapante, con pepinillos, bacon bits y cebolla frita. Los tres van acompañados de patata paja y se pueden adaptar a opciones vegetarianas y sin gluten. En la salsa también se puede modular el picante. En relación con su logo, que es el mitológico cancerbero de tres cabezas, hay tres niveles. 

Aunque la idea de la carta estuviera perfectamente pensada, una semana antes de que empezara el festival todavía no tenían un espacio físico en el que vender sus perritos calientes. Habían visto una furgoneta en Valencia, pero el vendedor dejó de darles señales. «Era la única opción que teníamos e íbamos a ir hasta allí a por ella. Iban a ser 2.000 kilómetros de ida y de vuelta, no quiero ni pensarlo», recuerda Beto. De casualidad encontraron una en Madrid: «Nos fuimos a buscarla un viernes y nos volvimos el sábado por la mañana. Salimos a las dos de la tarde de allí y llegamos a Santiago a las tres de la madrugada. El día siguiente empezamos a decorarla», continúa. 

De ponerla a punto se encargó Sabela. La furgoneta era negra, pero ellos la llenaron de color. Se inspiraron en la estética de los restaurantes estadounidenses de comida rápida de los años cincuenta, como los que salen en la película Grease. Por eso compraron adhesivo de vinilo de cuadros blancos y negros y de colores pastel, lo cortaron y lo pegaron en las paredes. También imprimieron fotografías y anuncios publicitarios de esa década, que colocaron estratégicamente en los sitios más visibles. Los uniformes y los mandilones, customizados con cuadros Vichy, también imitan el aire retro del resto del espacio. Tienen incluso un pompero con el que se divierten mientras atienden. 

«Queríamos que fuese algo distinto a la típica marca que puedes ver en todos los sitios. Queríamos algo que llamase la atención, que la gente se acercara y que dijera: "¡Aquí realmente se come muy bien!"», reflexiona Raúl. «Podíamos estar currando en calquera outro food truck deste sitio, pero creíamos que era moito mellor ter a nosa cousa, facer a nosa idea e que fora gracioso», añade Sabela. Por ahora, creen que lo han conseguido. Aseguran que la gente que pasa por delante se para a ver la carta, consuma o no, y que se ríe. Terminada la aventura de O Son do Camiño, tienen pensado aprovechar la furgoneta. Furancho Hot Dogs seguirá girando y formará parte del cartel de otros cuantos festivales este verano.