Colas desde la madrugada, horas de espera y miles de estudiantes movilizados por WhatsApp: así es buscar piso en Santiago llegado el mes de julio
VIVIR SANTIAGO

Los universitarios que hacen fila a primera hora de la mañana en las inmobiliarias ya intentaron sin éxito encontrar un alquiler de otras formas
03 jul 2025 . Actualizado a las 15:32 h.Un par de grupos de jóvenes volvieron a ocupar desde las cuatro de la madrugada las inmediaciones de la inmobiliaria Julio Gerpe, en Santiago. La mañana del jueves, que fue la segunda jornada en la que se enseñaron los pisos destinados al alquiler universitario, dejó de nuevo imágenes de colas y de esperas. Delante de la solicitada inmobiliaria se formó una fila que, antes de las diez, su hora de apertura, ya llegaba hasta el final de la calle. Las visitas concertadas por orden de llegada son una opción para dar con un piso entrado ya el mes de julio, pero no es la única en el gran abanico de los estudiantes. Muchos admiten haber intentado ya de todo, y que si están esperando delante de la inmobiliaria es porque ya agotaron antes el resto de vías posibles.
«Empezamos a buscar en febrero y fue complicado, porque al principio no tenía a nadie que se pudiera quedar con mis gatos y necesitábamos un piso que permitiese mascotas. Cuando en mayo arreglamos el tema nos pusimos a buscar de nuevo, pero entonces ya no quedaba nada», explica Ángela Pérez, que, junto a su compañero Roi Sarmiento, es la primera en la cola. Llevan dos meses buscando un piso de dos habitaciones, pero todavía no han encontrado nada que se adapte a lo que piden, que, en sus propias palabras, «no es mucho»: «Nada espectacular. Que tenga dos habitaciones en las que se pueda estar y que no se llenen de humedades, porque parece ya raro que no se llene todo de humedades. Que tenga una cocina un poco decente y una sala, porque la mayoría de los pisos no la tienen».
Antes de enfrentarse a las horas de espera vieron otros pisos, pero «no estaban muy allá». Algo parecido aseguran Rita López y Nerea López, que hacen cola a primera hora de la mañana porque no tuvieron suerte en la anterior jornada que dedicaron a la búsqueda: «Es el segundo día que venimos. De momento hemos visto cuatro pisos, pero iban todos a peor. A mí me agobiaron, eran todos muy viejos y por un precio bastante alto para dos personas, de unos 750 euros. Tendríamos que ponerles nosotras muebles y no nos sale rentable».
«Llevamos mirando alrededor de dos meses. El lunes fuimos a preguntar por muchas inmobiliarias del centro, pero o no quedaba nada o lo que quedaba era de más de 700 euros y en patio interior. Por eso decidimos hacer hoy cola», explica Aroa Fuentes, que asegura haber visto ya de todo: «Uno tenía tantas humedades que el señor que nos lo enseñaba nos dijo que no nos metiéramos si teníamos alguna enfermedad pulmonar».
Ariadna Santos y Breogán Janeiro empezaron a buscar en octubre, pero todavía no han podido ver ninguno presencialmente: «Hemos visto solo pisos por internet, porque muchos no los enseñan mientras sigue la gente ahí. Buscamos por las típicas aplicaciones de Fotocasa y de Idealista. Al principio de junio, aunque sabíamos que no había oferta, estuvimos todo un día de arriba para abajo nada más acabar exámenes buscando en distintas inmobiliarias». Todo el esfuerzo fue en vano y, dada la dificultad que les está suponiendo encontrar algo dentro de sus parámetros, piensan que van a tener que subir su presupuesto: «No queríamos pagar más de seiscientos, pero vemos complicada la cosa. Nos vemos obligados a subir el rango de precio».
En la cola, otras dos jóvenes apuntan a una alternativa a las visitas presenciales concertadas por las inmobiliaria. En Santiago hay unos cuántos grupos de WhatsApp destinados única y exclusivamente a encontrar una habitación en la que vivir. Estuvieron activos durante todo el curso, aunque desde hace un mes empezaron a tener más actividad. La Voz ha tenido acceso a tres de ellos. Uno tiene 1.025 miembros, otro 633 y otro 628. Por ahí se envían ofertas cada jornada y no duran mucho tiempo disponibles. Se contactó con las últimas personas que habían mandado sus anuncios y todas respondieron con que tenían ya a otros candidatos. Mandan fotos de la habitación y, como si se tratara de un casting de inquilinos, uno se la queda.
«Nosotras encontramos uno por ahí. La gente escribe ya con el tipo de persona que quiere. Por ejemplo, un estudiante de máster o uno de primero de carrera depende de sus conveniencias. Hay mucha oferta. Por ejemplo, dos personas que encuentran un piso de tres, se lo quedan en el momento y luego buscan a una tercera persona para completarlo», explican unas jóvenes. También es común encontrar este tipo de mensajes en las redes sociales. Tanto en X como en las historias de Instagram son constantes los mensajes en los que se ofrecen y demandan habitaciones. «Lo más fácil es el boca a oreja, enterarte si conoces a alguien que deje su piso, quedártelo y, si está bien, no soltarlo más. Te ahorras las esperas en las inmobiliarias y la búsqueda, que es muy agobiante porque ves que no encuentras nada», resumen.