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Galicia tiene protocolo para reabrir ferias, pero aguarda la luz verde del Gobierno

María Cedrón REDACCIÓN

AGRICULTURA

cedida

La mujer que rescató el tomate negro de Santiago es una de las perjudicadas por el cierre al no poder vender su plantón

28 abr 2020 . Actualizado a las 21:09 h.

Hace años Pilar descubrió que en su huerto crecían unos tomates diferentes a los demás. Como tiene su invernadero en Leiro, en el concello de Miño, y conocía bien el trabajo que estaba haciendo el Centro de Investigación Agraria de Mabegondo, decidió ponerse en contacto con el equipo de Alfredo Taboada y Antonio Rivera para mostrarles aquella fruta que ella veía tan distinta al resto. Fue de esa manera como Galicia recuperó el tomate negro de Santiago, una variedad que cada vez cotiza más al alza en el supermercado.

La paradoja es que ahora la mujer que la rescató del olvido no puede comercializar su plantón para que otros puedan echar en su huerto esos tomates negros de cuyo sabor disfrutarán en verano. No puede hacerlo porque no le dejan ir de feria en feria, porque los mercados en Galicia continúan cerrados. La cuestión es que la Consellería de Medio Rural, en una orden del 23 de marzo en la que regula la prohibición, ya establece el protocolo de seguridad que habría que llevar a cabo en las ferias una vez que estas se reabran. Ahora, según fuentes de ese departamento de la Xunta, solo le falta que el Gobierno central responda a la segunda consulta sobre la reapertura formulada hace una semana tanto a la delegación del Gobierno como a los ministerios de Agricultura y Sanidad.

El protocolo que recoge la orden de finales de marzo especificaba, entre otras cosas, que cada puesto tendrá que estar separado por una distancia mínima de seis metros o cuatro en los laterales. Los que estén atendiéndolos, deberán guardar una distancia de seguridad de dos metros, la misma que tendrán que respetar los clientes.

No podrá tampoco ser cualquiera el que lleve sus productos a la feria. Solo podrán hacerlo los titulares de una explotación agropecuaria inscrita en la sección de venta directa (Sevedi) del Registro de Explotaciones Agrarias de Galicia (Reaga) o un pariente en primer grado que colabore en la actividad de la granja o esté dado de alta como trabajador.

«Un 60 % do ingreso que temos ven do que levamos ás feiras, un 20 % do que ía para restaurantes»

Más allá de esas medidas colectivos como Fruga o el SLG también presentaron su propia propuesta de protocolo para reabrir los mercados con seguridad. Entre las propuestas que añaden al diseño de la Xunta está la de que los desplazamientos dentro de la feria se realicen en círculos o que los pagos se realicen todos juntos al final del recorrido con pago telemático. Para ello cada puesto podrá entregar un tícket con el importe de la compra.

Además de documentos o protocolos, lo único cierto es que las ferias continúan prohibidas en Galicia. Por eso, de momento, como dice Pilar, «o que queira planta para botar o tomate negro de Santiago na horta tería que vir buscalo plantón aquí». Y como eso, el resto de plantones , como el de la cebola chata, o las hortalizas que habitualmente llevaba a las ferias de Miño o Pontedeume. Para esta agricultora, cada día que pasa con los mercados cerrados le supone una grave mordida en las cuentas de su explotación: «Un 60 % do ingreso que temos ven do que levamos ás feiras, un 20 % do que ía para restaurantes. Quédanos outro 20 % que sacamos levando hortalizas ás froiterías e indo ás casas dalgúns clientes da feira», dice. Y pese a la reducción de ingresos no ha dejado de pagar el IVA.

¿Irá el martes a Consejo?

Como Pilar son muchos los agricultores o ganaderos que se preguntan por qué no acaba de autorizarse en Galicia la apertura de los mercados al aire libre como han hecho País Vasco o Cataluña. Baleares nunca llegó a prohibirlos. Algunas fuentes apuntan a que el asunto de los mercados podría ser uno de los que se traten mañana en el Consejo de Ministros, pero de momento no hay nada seguro y la incertidumbre continúa para los agricultores que han tenido que buscar vías alternativas como la comercialización directa a las casas o la plataforma Mercaproximidade a la que ya se han sumado varias cadenas de distribución como Gadisa, El Corte Inglés, LIDL, Vegalsa-Eroski, Dia, Covirán, Froiz, Alcampo, Carrefour o el Grupo Cuevas.

«Á leira hai xusto 5 kilómetros, segundo a bicicleta»

A María la huerta en la que planta o cebolo, los tomates, los pimientos, las patatas... no le queda al lado de casa. Ella vive en Melide, en el centro, y su «leira» está en San Salvador, «a cinco quilómetros xustos da porta da casa. Iso é o que me marca a bicicleta», dice esta mujer de sesenta años prejubilada que, más que por sustento, pone sus hortalizas para distraer la mente: «De bares non son. ¿En qué ía pasar o tempo?», dice.

Desde que empezó el confinamiento María ha podido ir a su huerto sin problema. «Non sabía iso de que non se puidera ata onte ir a hortas a máis de 500 metros da casa, pero a min non me dixo nunca ninguén nada. So un día que me levaba unha amiga no coche, nos pararon. Non teño carné, por iso agora teño que ir na bicicleta», explica.

«Pensouse nunha distancia media que abarcara un concello de tamaño medio. De aí os cinco quilómetros»

La orden de autorizar los desplazamientos de agricultores que no tienen carné a huertos de hasta cinco kilómetros de las casas no fue aprobada hasta este sábado, pero a María no la paraban porque, además de cebolo, en su leira tiene conejos y gallinas. «Tiña que ir darlles de comer», dice. Al tener animales podía ir ya antes, pero a partir de ahora, los tenga o no, también puede ir a hacer ejercicio con el sacho. Esta justo en el límite. Al borde la ley.

Pero, ¿por qué cinco kilómetros?. ¿Por qué no seis o diez? Fuentes de la Consellería de Medio Rural dan una explicación al baremo aprobado el sábado en la reunión del Centro de Coordinación Operativa de Galicia: «Pensouse en autorizar só os desprazamentos ás hortas dentro do mesmo termo municipal e para os que vivían cerca dos límites administrativos do concello, pensouse nunha distancia media que abarcara un concello de tamaño medio. De aí os cinco quilómetros».