Patrocinado porPatrocinado por

Mar Vilanova, primera gallega en la élite de la investigación enológica

Maruxa Alfonso Laya
maruxa alfonso REDACCIÓN

AGRICULTURA

La enóloga arousana se traslada al Instituto de Ciencias de la Vid y el Vino de Logroño
La enóloga arousana se traslada al Instituto de Ciencias de la Vid y el Vino de Logroño MONICA IRAGO

Fue nombrada Investigadora Distinguida en el Instituto de Ciencias de la Vid y el Vino

24 dic 2024 . Actualizado a las 17:08 h.

Hace casi treinta años, Rías Baixas era poco más que un proyecto. Pero la cambadesa Mar Vilanova ya sabía entonces que parte del futuro de esa denominación de origen iba a depender de la investigación, que los bodegueros iban a necesitar a los científicos para descubrir todo lo que entonces no se sabía del albariño. Empezó su labor de investigación en la Universidad de Santiago de Compostela, con la que todavía hoy colabora estrechamente, y viajó por todo el mundo para colaborar con centros internacionales que le permitieran estar al día en las últimas innovaciones tecnológicas y aplicar esos conocimientos en sus investigaciones en Galicia. Ahora, acaba de ser nombrada Investigadora Distinguida del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y se traslada al Instituto de Ciencias de la Vid y el Vino (ICCV) de Logroño, centro de referencia del sector con clara vocación europea. Es la primera gallega en lograr una plaza de investigadora en esta entidad.

Mar recuerda que, cuando empezó, «la denominación de origen era muy reciente y la investigación en viticultura empezaba en Galicia». Ella siempre tuvo claro que era preciso conocer de cerca lo que se estaba haciendo en el resto del mundo, así que en el año 93 se marchó a Burdeos. «Debí de ser de las primeras gallegas en hacer investigación vitícola en el extranjero», relata. Entonces, hablar de investigación en bodegas como las de Rías Baixas, que acababan de crearse, no era tarea sencilla. «Era muy difícil que te hicieran caso, tenían que creer en esto, porque no da resultados de hoy para mañana. Hoy es todo lo contrario, las empresas te vienen a buscar y te piden que les ayudes a resolver un problema», asegura.

Porque de eso va la investigación, sostiene, de resolver problemas. «Empezamos con las levaduras porque los vinos gallegos necesitaban levaduras autóctonas», cuenta. Su trabajo fue creciendo a medida que también lo hacía el sector del vino gallego. «La gente empezó a formarse y, curiosamente, Rías Baixas es hoy la denominación de origen con más mujeres enólogas, junto con Rueda», relata. Las bodegas también hicieron una gran apuesta por la tecnología y los blancos gallegos se convirtieron en vinos de referencia. En ese tiempo, Mar lideró proyectos dirigidos al estudio y caracterización de las variedades de cultivo tradicional en Galicia, así como al estudio del efecto de diferentes prácticas de cultivo o el efecto del terroir sobre la calidad de la uva y el vino. Sus trabajos se centraron en la mejora de la calidad de los vinos y, más concretamente, en el estudio del aroma de las variedades de la vid. Publicó más de un centenar de artículos científicos y varios libros. Uno de ellos, El potencial aromático de las variedades de vid cultivadas en Galicia, fue premiado por la Organización Internacional de la Vid y el Vino.

El agua y el ozono

Sus últimos 17 años los ha pasado trabajando en la Misión Biológica de Pontevedra, centro dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), desde donde colaboró con universidades de todo el mundo, desde Burdeos a Minho pasando por el Australian Wine Research o la Universidad de Turín. Siguiendo con esa filosofía de que la investigación está para resolver problemas, Mar está inmersa ahora en un estudio sobre el efecto del estado hídrico de la planta en la calidad de la uva y el vino, con el objetivo de hacer un uso responsable del agua en el viñedo y ayudar así a mitigar los efectos del cambio climático. También está desarrollando trabajos en el campo de las nuevas tecnologías, dirigidos a estimar la calidad de la uva utilizando cámaras multiespectrales soportadas por drones. Y está investigando la aplicación de ozono para mejorar la sanidad y calidad de uva. Un proyecto que, en colaboración con la Universidad de Turín, quiere desarrollar también en Galicia.

Ahora, esta plaza de Investigadora Distinguida le permitirá cumplir un sueño: trabajar en el centro de referencia en España en investigación enológica. «Es un centro que tiene todas las disciplinas de la vid, donde se pueden hacer proyectos más grandes, y que además está muy abierto a Europa», relata esta cambadesa. Allí dispondrá de más medios y de más recursos para seguir con su pasión. Y ya advierte que eso no la alejará de Galicia, todo lo contrario. «Voy a seguir trabajando con Galicia, solo que ahora tendré muchos más medios y más posibilidades», asegura. Proyectos e ideas, le sobran.

«Con el covid-19, la gente se enteró de que la investigación resuelve problemas»

Mar lleva toda su vida trabajando con las bodegas gallegas. Y aunque al principio estas eran algo reacias a la investigación, asegura que pronto se dieron cuenta de las ventajas que le reportaban. «Saben que si quieren hacer cosas nuevas, o si quieren probar nuevas tecnologías o darle un nuevo enfoque a sus productos, tienen que recurrir a la investigación», sostiene. Algo que, al resto de la sociedad, le ha quedado muy claro tras la crisis del coronavirus. «Ahora la gente empieza a creer más en la investigación porque con el covid-19 se dio cuenta de que la investigación resuelve problemas. Pues en viticultura es lo mismo, también resuelve problemas», insiste.

Buena parte de sus trabajos los desarrolló al amparo de las denominaciones de origen Ribeira Sacra y Rías Baixas. «Yo he trabajando fundamentalmente con bodegas en Galicia y mi experiencia es buena», explica. Asegura que en esas dos denominaciones de origen son muchas las empresas que apuestan por la investigación «porque si quieren innovar tienen que recurrir a la investigación». En su opinión son los grandes proyectos, en los que se involucran administraciones, centros tecnológicos, universidades y empresas, los que mejor funcionan. «En los proyectos grandes se trabajan diferentes disciplinas y eso puede dar lugar a grandes resultados. Además, es la mejor manera de gestionar los fondos públicos porque siempre hay que tener en cuenta que trabajamos con dinero público y que hay que gestionarlo de forma responsable», asegura. Y continúa: «Una de las grandes ventajas de trabajar en el ICVV es poder interaccionar con los grandes científicos de este país. La colaboración en ciencia es algo fundamental porque permite abarcar grandes proyectos», concluye.