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El rey Jacobo I y Francis Bacon, dos fans del albariño de Gondomar

Maruxa Alfonso Laya
M. Alfonso REDACCIÓN / LA VOZ

AGRICULTURA

XOAN A. SOLER

«La maravillosa historia del vino en Galicia», del periodista Luis Congil, recoge un sinfín de anécdotas que demuestran que la fama de este producto viene de lejos

15 jun 2022 . Actualizado a las 13:34 h.

No hay más que acudir a cualquier certamen internacional para comprobar que los vinos gallegos gozan de fama mundial. Pero, y esto sí puede sorprender a algunos, esto no es nuevo. Cuenta el periodista Luis Congil en su libro La maravillosa historia del vino en Galicia presentado ayer en Santiago, que los reyes ingleses del siglo XVII, como Jacobo I, ya se rendían a los encantos del albariño y que el mismísimo sir Francis Bacon, padre del método científico moderno, forjó una gran amistad con el conde de Gondomar gracias al vino que este le enviaba. La publicación, añade su autor, sostiene que el sector del vino gallego vive actualmente su segunda edad de oro y recoge aspectos históricos que dejan claro qué errores no debe cometer para seguir gozando de prestigio.

«Cierto que salió muy bueno el vino de Gondomar, y tiene ahora gran fama por acá», escribía en una carta en 1614 John Digby, I duque de Bristol y embajador británico sobre la percepción que los vinos de las Rías Baixas tenían en la corte del rey inglés Jacobo I. Entonces, el sector vivía lo que Congil ha calificado como su primera edad de oro. El I conde de Gondomar, Diego Sarmiento de Acuña, que según el autor del libro ejercía una diplomacia del vino, era el encargado de enviar frecuentes remesas de vino de las Rías Baixas a la corte del rey inglés Jacobo I, lo que provocó que este los tuviera entre sus favoritos. Sarmiento de Acuña llegó a fletar flotas enteras cargadas de vino de sus posesiones en el Val Miñor y de otras zonas de la actual provincia de Pontevedra, como Salvaterra o Soutomaior, y de otras denominaciones como O Ribeiro. Y sostiene que este hombre reconoció en su correspondencia que usaba salvoconductos diplomáticos para introducir en Inglaterra «hasta 30 toneles al año».

Pero no solo la corte inglesa disfrutaba de estos envíos. El entonces Chanceller Mayor del Reino, mano derecha de Jacobo I, sir Francis Bacon también fue objeto de los regalos del conde en forma de vino gallego y, de hecho mantuvo con él una gran amistad. A ella correspondió regalándole a Sarmiento de Acuña un ejemplar del Atlas de Saxton de 1579, la primera representación moderna de Inglaterra. Según cuenta Congil, es muy probable que estos vinos, especialmente los tostados de O Ribeiro, fueran consumidos por el rey y por Bacon a cucharadas, excentricidad que se había extendido por la corte en esa época.

Estas y otras muchas historias sorprendentes, hasta una por denominación de origen, son el objeto de La maravillosa historia del vino de Galicia, un libro en gran formato a todo color, con más de 200 ilustraciones y reproducciones de documentos y fotografías inéditas. Según Congil, uno de los objetivos de esta publicación es dar a conocer la historia, para no repetir los errores que se cometieron en el pasado. Porque esa primera edad de oro del vino gallego se vino abajo por varios motivos.

Los orígenes del vino

La publicación habla también claro sobre los orígenes del vino en Galicia y recoge las últimas investigaciones que demuestran que el albariño ni lo trajeron los romanos, ni llegó por el camino de Santiago. Porque los estudios de ADN que se han realizado en algunos castros han demostrado que las pepitas de uva encontradas en ellos pertenecen a una mezcla de vitis silvestre y albariño. «Esto demuestra que el origen de la viticultura es multifocal. Había un sustrato preexistente, que es la vitis silvestre, y de ahí fue evolucionando», afirma.

La riqueza vitícola de Galicia es otro de los aspectos que recoge esta publicación pues, aunque la comunidad solo tiene el 1 % de la superficie vitícola de España, «en el banco de germoplasma de la Evega hay 67 variedades de uvas diferentes. En toda España hay catalogadas 155, somos una reserva de la vinosfera». Esta riqueza es, además, «una garantía de supervivencia, un seguro frente a plagas e incertidumbres». Otra curiosidad es que Galicia es el «único país del mundo que tiene un cáliz profano y que lleva al vino en su escudo».

La conexión romana de los vinos de Valdeorras o cómo el primer Año Santo Compostelano, en 1428, promocionó las elaboraciones de Galicia por toda Europa gracias a los fletes de peregrinos en las bodegas de mercantes, son otras de las anécdotas que recoge el libro. También desvela que la bodega más antigua de América, Casa Madero, de Coahuila (Mexico), obtuvo licencia bajo la administración del conde de Monterri, Virrey de la Nueva España nacido en su fortaleza de la comarca del Támega. Porque la fama del vino gallego, lo sabrán cuando lean el libro, viene de lejos.