
Terra de Asorei despide su tradicional curso de verano poniendo sobre la mesa las propuestas más innovadoras que se están desarrollando en este sector en otras partes del mundo
28 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.El enoturismo, una oportunidad cultural y económica, es el título del curso de verano que estos días celebraron la bodega Terra de Asorei y la Universidad de Santiago de Compostela. Y sobre enoturismo hablaron todos los ponentes de la última jornada, empezando por el sociólogo y escritor Lluís Tolosa, que dio toda una serie de consejos sobre cómo desarrollar un proyecto en este ámbito. Posteriormente, las arquitectas Teresa Sánchez Táboas y Paula Alfonso explicaron el proyecto que está desarrollando Terra de Asorei y destacaron la importancia de que iniciativas de este tipo sean sostenibles y se integren en el paisaje.
Tolosa realizó una amplia exposición sobre lo que China está haciendo en relación con el enoturismo. Y puso algunos ejemplos de la magnitud de los proyectos que se están desarrollando en ese país. «En Ningsa tenían un desierto en el que lo único que podían cultivar era vino, así que diseñaron una ruta del vino antes de tener bodegas y viñedos. Piensan que tienen que poner primero la infraestructura y que luego ya vendrá la iniciativa privada». La estrategia de este país busca «producir vino chino para los chinos», añadió. También puso sobre la mesa el mastodóntico proyecto de la bodega Changyu, que ha construido ya ocho castillos, uno cada mil kilómetros, para que todos los chinos tengan cerca la experiencia enoturística.
En opinión de Tolosa, el concepto del enoturismo está cambiando y por eso hay estrategias que se venían aplicando y que ya no valen. «No vale ya eso de traer gente, hay que segmentar el mercado», explicó. Porque está demostrado «que la personalización es lo que más funciona y que la exclusividad es tendencia», aseguró. También es necesario, en su opinión, diferenciar los puestos de trabajo que hay en el departamento de enoturismo de una bodega. «Un guía es para hacer visitas a todo el mundo y un sumiller para hacer las visitas privadas; el técnico es el que diseña el producto y el director, el que cierra acuerdos con las agencias de viaje».
Otra de sus recomendaciones pasa por utilizar un lenguaje sencillo en las visitas «yo explico los vinos como se los explicaría a mi madre. Me gusta hablare del contexto, de la historia de la bodega, de la tradición agrícola de la zona o de los tipos de paisaje», añadió. Es importante, también, hacer una apuesta enogastronómica conjunta. «Las catas técnicas son para sumilleres, yo doy de comer a la gente mientras cata. Aquí hay miedo a tener un restaurante en la bodega. En China construyen primero el restaurante y el hotel y después los viñedos y la bodega», aseguró.
Tolosa aseguró también que las cosas están cambiado y que el sector va a «pasar de buscar volumen de enoturistas a buscar satisfacción». También aventuró mucho futuro para los expertos en fidelización de enoturismo, porque en muchas bodegas nada se vuelve a pasar de las miles de personas que las visitan. «No vendemos vino, vendemos estilo de vida y vendemos un destino, por lo que las bodegas que tienes enfrente no son tus rivales, son tus socios estratégicos», añadió. Por último, apostó por la digitalización del sector.
La creación de la Eira de Asorei
Las siguientes ponentes del curso fueron las arquitectas Teresa Sánchez Táboas y Paula Alfonso. La primera de ellas explicó cómo diseñó el proyecto de rehabilitación de Terra de Asorei, para convertir una nave ubicada al lado de la vía rápida en una bodega atractiva para el enoturismo. La segunda se centró en la importancia de que la construcción incorpore criterios mediambientales sanos y en el empleo de materiales no fosiles como la madera o el corcho, y puso el foco en la necesidad de que los proyectos de enoturismo incorporen estrategias y herramientas encaminadas a objetivos más sostenibles.

Sánchez Táboas relató que lo importante del proyecto de Terra de Asorei era el paisaje, devolver al entorno esa imagen de viñedos tan características del valle de O Salnés. Ella diseño un proyecto a largo plazo para que la bodega ofrezca una imagen acorde con el entorno. «Cada adega ten que contar a súa historia, ten que ser honesta e había que facer unha imaxe que fora recoñecible», argumentó. Lo que esta bodega quería era «recrear esa casa de aldea das Rías Baixas, que tiña eira e que tiña chan agrícola. E así fixemos o noso plan de acción», explicó.
Su proyecto está todavía sin terminar, pero el cambio que ha experimentado esta bodega es evidente. La fachada se ha cubierto por un enrejado diseñado en base al logo de la firma que, actualmente, está ya recubriéndose de vegetación. Se ha recuperado también todo el entorno, creando A Eira de Asorei, un espacio con sombra y mesas y bancos en el que la gente pueda relajarse y disfrutar de una comida. «Queríamos transmitirlle á xente que viña á dega esa experiencia do rural galego do século XXI», concluyó José Ramón Durán, presidente de la bodega.
Por eso, también, la madera fue el material elegido para construir el nuevo botellero, en el que guardar las elaboraciones especiales que precisan de más tiempo antes de salir al mercado. Fue obra de la arquitecta Paula Alfonso, quien explicó que actualmente la construcción es uno de los sectores que más contamina. Proyectos como el de Terra de Asorei, en cambio, demuestran que otro tipo de construcción es posible. Una en la que los edificios no emiten carbono, lo secuestran porque están elaborados de madera. Y, al mismo tiempo, son mucho más eficientes, pues no precisan de sistemas de ventilación o calefacción.
En el caso del botellero, se trató de hacer un inmueble que emulara a los antiguos almacenes, frescos y sombríos, que cuentan con las condiciones idóneas para el almacenamiento de vino de forma natural. Alfonso explicó que tuvo que convencer a los responsables de la bodega, porque inicialmente el inmueble estaba previsto en acero. «Despois da pandemia o tiven claro. Fun á asamblea xeral a dicirlles que ese edificio ía costar 100.000 euros máis, pero que era preciso facelo en madeira», añadió Durán. La arquitecta terminó su charla explicando que en enoturismo no es muy frecuente encontrar proyectos que destaquen por sus sostenibilidad. «Neste sector costa atopar este tipo de oferta», argumentó.