Mujeres ganaderas del siglo XXI: «Traballei na USC, pero sempre souben que o meu futuro estaba no campo»
GANADERÍA
Responsables de explotaciones comparten sus experiencias en un foro en Lugo
20 oct 2023 . Actualizado a las 19:20 h.Hay mujeres en la ganadería más que un perfil concreto de mujer en el campo. Un foto como el que se celebra estos días en Lugo ciudad, organizado por Río de Galicia, reúne a mujeres cuyo rasgo común es la dedicación al sector lácteo. Tienen diferentes edades y lugares de residencia, aunque también hay otros rasgos que las separan. Unas trabajan solas en las granjas y otras pertenecen a un sistema de actividad compartida (una cooperativa o una SAT, por ejemplo), aunque agradecen oportunidades como estas para reunirse e intercambiar experiencias.
Laura SEOANE: de la USC a la explotación familiar de Boimorto
Laura Seoane, de 33 años, dejó su casa, en Boimorto, para estudiar en la Escola Politécnica Superior del campus de Lugo. Tras cursar el grado de Enxeñaría Agrícola, incluso trabajó un tiempo en la USC. No obstante, acabó volviendo a la explotación familiar, que tiene más de 300 vacas. «Traballei na USC, pero sempre souben que o meu futuro estaba no campo», afirma. No hay nada de arrepentimiento en su decisión: «Teño calidade de vida», comenta, sin olvidar algo que la pandemia puso de manifiesto con claridad: «Os alimentos saen dalgún sitio, e alguén ten que producilos», explica.
Una granja como la suya funciona como una empresa. Lejos quedan ya los tiempos en que las casas con ganadería tenían una única cuenta en la que, como ella subraya, aparecían juntos ingresos y gastos que lo mismo tenían que ver con el pienso de los animales que con los libros de texto de los más pequeños. Ella reconoce que hoy también hay ciclos formativos de interés para quienes planifiquen su futuro en el campo, aunque hay algo básico, sea buscado en las aulas de una universidad o en las de un instituto. «Non fai falta ir á universidade, pero recomendo á xente que se forme antes de ir ao campo», subraya.
Ana Belén DEVESA, del trabajo de análisis a una cooperativa con otras familias
Ana Belén Devesa, de 51 años, cambió la ciudad por la zona rural, aunque el campo nunca le quedó lejos. Nacida en Lugo ciudad, cursó estudios de capacitación agraria y trabajó en el Laboratorio Interprofesional Galego de Análise do Leite (Ligal), con sede en Abegondo. Ahora, en cambio, comparte, con su familia, el trabajo en una sociedad cooperativa en la parroquia lucense de Santa Cristina de San Román. «Como non puiden cos gandeiros, unime a eles», explica con buen humor.
La explotación tiene 700 vacas, cuya atención se reparten cuatro familias. «Creo que o traballo está ben organizado», dice esta ganadera, madre de dos hijas. Que haya relevo generacional no está por ahora decidido, «pero -agrega- nunca se sabe». Esta ganadera recalca que la fórmula de sociedad cooperativa u otra similar es conveniente para el trabajo de la actualidad. «Se te organizas e fas unha sociedade, o traballo é máis doado».
mari carmen tella, ganadera con su hijo en Meira
Mari Carmen Tella, de 64 años, es de Meira. Es ganadera, hija de ganaderos y madre de ganadero, pues comparte con su hijo el trabajo en una explotación en la que hay 26 vacas de leche y un número algo superior de reses de carne. Recordando décadas pasadas, no duda en reconocer los cambios en el campo. «Houbo moito avance», asegura, aunque sin negar que el del campo es un trabajo «escravo». De todos modos, ni ese detalle la aleja del apego por el oficio. «Ser gandeira é un traballo coma calquera outro. Eu aconséllollo a quen lle gusta», manifiesta.
Su explotación no se amplió tanto como otras muchas, y el más bien reducido número de cabezas tiene que ver con la falta de un relevo claro. Mientras tanto, esta ganadera agradece que se organicen foros como este de Lugo para compartir momentos con otras mujeres del sector.
Un encuentro que busca un efecto anímico
Para Cristina Dopico, responsable de compras de Río de Galicia, las consecuencias de la celebración de estas reuniones tienen poco que ver con la cuenta de resultados de las explotaciones ganaderas. «El efecto buscado es anímico. Las mujeres se encuentran con otras ganaderas que tienen su misma problemática, no solo a nivel profesional sino familiar. La realidad social del campo es distinta a la del resto de la sociedad», explica.
Entre las participantes hay mujeres de edades variadas, aunque Dopico recalca que observa un protagonismo femenino en muchas mujeres que se incorporan a explotaciones.