«Nomear a trashumancia como patrimonio cultural inmaterial da humanidade está ben. Polo menos que se nos vexa»
GANADERÍA
La Unesco reconoció esta semana una práctica que conservan en Galicia varios ganaderos de la montaña lucense como Antonio Delpueblo, presidente de A Carqueixa, que cada primavera conducen su ganado hasta León
09 dic 2023 . Actualizado a las 16:06 h.No es fácil contactar por teléfono móvil con Antonio Delpueblo Alonso. No porque no quiera, sino porque ayer era día de matanza en casa de un vecino. Y allí, junto al río, es uno de esos lugares soñados donde no hay cobertura de red. Solo teléfono fijo. Pero como suele pasar en los pueblos, a Antonio, presidente de la cooperativa A Carqueixa que une ganaderías de varios concellos de Os Ancares lucenses, le llegó el recado de que alguien lo andaba buscando. Y al devolver la llamada se enteró de que solo unos días antes la Unesco había otorgado a la trashumancia el título de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, a petición de una candidatura internacional liderada por España e integrada por Andorra, Albania, Croacia, Francia, Luxemburgo y Rumanía. «Supoño que ese nombramento está ben. Polo menos que se nos vexa», reaccionó. Porque él es uno de los pocos que en Galicia conservan este modelo de pastoreo tradicional.
Cuando llega el mes de mayo sus vacas (las que no tienen cría), al igual que las de otros ganaderos de la cooperativa, emprenden camino hacia las brañas de los montes y valles de la provincia de León en busca de pastos frescos. «As vacas que non teñen crías están en León dende maio a novembro. As que teñen crías quedan por aquí por culpa do lobo. Non é que aquí non haxa, pero están protexidas cos mastíns e valas ver cada día», dice Antonio. Sus animales van desde Moreira hasta el monte de As Charcas. Otras llegan hasta el Campo del Agua tras un camino de más de veinte kilómetros. Ellos, los ganaderos, las acompañan en su ruta hasta las fincas que alquilan en la parte de León entre todos los socios de la cooperativa. «Facemos contratos por cinco anos; despois hai que renovalos», dice.
Hace más de veinte años que Antonio y sus compañeros —algunos se han ido jubilando y, como apunta, «non hai relevo xeracional»— recuperaron una tradición aparcada por el éxodo rural hacia grandes ciudades como Barcelona, que mermó la población en la zona.
Por eso, el nombramiento de la Unesco resulta tan importante. Porque reconoce la labor de los que, con estos ganaderos o como los apicultores que llevan sus colmenas de aquí para allá para que a sus abejas no les falte alimento,mantienen viva la trashumancia, un modelo de manejo tradicional de ganado que aumenta el bienestar de los animales, dejando buena huella en la calidad de la carne.
Las vacas de Os Ancares recorren una veintena de kilómetros por vías pecuarias conocidas por ellas y por sus pastores. En España, según el Ministerio de Cultura, este tipo de caminos recorren unos 125.000 kilómetros que cubren todo el territorio peninsular. El dato es la prueba más evidente de que «hoy en día, el desplazamiento estacional de rebaños sigue siendo un patrimonio vivo que ha originado un rico patrimonio cultural y etnográfico, reflejado en fiestas y tradiciones, en la toponimia, la gastronomía y la arquitectura relacionada con esta actividad». De ahí que desde el pastoreo a la ordenación de los pastos en el marco del derecho consuetudinario son parte de la cultura trashumante que a su vez, a lo largo de los años, ha ayudado a transmitir todo lo que son manifestaciones de tradición oral u artesanía.