Más de una década de lucha contra la velutina en Ferrolterra: «En 2012 vi una avispa y en 2014 nos quedamos sin colmenas, ciento y pico, en Cedeira»
GANADERÍA

En 2024, la empresa pública Seaga eliminó 2.195 nidos de avispa asiática en los concellos de la comarca, un 37 % menos que el año anterior, cuando la incidencia se había disparado por el buen tiempo
17 abr 2025 . Actualizado a las 13:26 h.La lucha contra la Vespa velutina nigrithorax no cesa desde hace ya más de una década en las comarcas de Ferrolterra, Eume y Ortegal. En 2012, Miguel Ángel Villar, naronés de 40 años, detectó la primera avispa. «En 2014 nos quedamos sin colmenas, y teníamos ciento y pico en Cedeira, donde seguimos. No había nada para combatirlas. Hacíamos unas raquetas con pegamento de ratones y las cazábamos delante de la colmena, pero aquello era inviable», recuerda. Su padre le transmitió «el vicio» por la apicultura y, aparte de producir miel, casi toda para autoconsumo, su actividad profesional está ligada a las abejas, en la tienda Apícola Candieira, que primero estuvo en A Gándara y ahora, en la carretera de Catabois (Ferrol).
Allí comercializa, entre otros muchos materiales, arpas eléctricas de alta efectividad para mitigar el impacto de la avispa asiática en los colmenares. «Es un modelo que hemos copiado [ideado por integrantes de la delegación de AGA en Ferrolterra], me enseñaron a hacerlo y lo hemos desarrollado y mejorado. Al fabricarlo nosotros conseguimos buen precio para el material y así logramos rebajar mucho el precio de venta al público», explica.
Mide 80 x 100 centímetros y se diferencia de otros elementos parecidos: «Es un modelo plástico, de PVC, de alta durabilidad a la intemperie, que no cortocircuita con el agua, no tiene pérdidas, sigue trabajando aunque llueva u orballe, algo tan habitual aquí, o con el agua del rocío por la mañana. La tornillería y las varillas son de acero inoxidable, y lleva los polos separados, no va bobinada (si se rompe un hilo lo cortas o le pones otro y sigue trabajando perfectamente). La mayoría de las arpas tienen un armazón metálico, y donde se perfora para colocar los tornillos, donde irían el polo positivo y el negativo, ponen metacrilato de tres o cuatro milímetros. Al ir todo en la misma barra, cuando se humedece no funciona igual, pierde».
Villar reconoce que estos sistemas, que vende a toda España e incluso en Francia, «no son la panacea, pero te puedes despreocupar de ir a las colmenas unos días». Al también naronés Rubén Amigo, de 34 años, con colmenares en las fincas familiares del municipio de Mañón, la velutina le sigue quitando el sueño. «É o que máis prexudica ao sector apícola. Aínda vivía meu avó, con dúas ou tres colmeas, e xa escoitabamos que ía vir. Non lle faciamos moito caso, cando apareceu en Francia. Despois chegou a Portugal e ao ano seguinte a Viveiro...», repasa. No tardaron en irrumpir en sus colmenas. «O máis efectivo son as arpas, que tes que ir revisando, aínda que xa hai dispositivos modernos que as desconectan se se produce un cortocircuito», añade.
Rafael Díaz Nieto, presidente de AGA Ferrolterra, comenta que en 2014 no detectó ningún nido —aun así, ese año ya había repartido un tríptico con un protocolo de actuación contra la avispa invasora—, pero al año siguiente, él y el resto de mieleros del colectivo eliminaron los 108 que localizaron. En 2015, AGA y varios concellos de Ortegal, Eume, Ferrolterra y A Mariña lucense exigían a la Xunta que dotase de medios «humanos e materiais» a la empresa Tragsa para luchar «de maneira efectiva» contra este insecto. Fue en una reunión celebrada en Ortigueira, con alcaldes y concejales, representantes de los apicultores, los fruticultores, los GES, el Sindicato Labrego Galego y Unións Agrarias. En aquel momento, con mucha menos experiencia que ahora en la lucha contra la avispa, habían decidido que cada concello adquiriera un equipo básico para afrontar situaciones de emergencia, dotado de una pértiga, un traje y un sistema para inyectar insecticida en el nido, para eliminar las larvas.

En 2016, la Asociación Casa do Mel de Goente organizó unas jornadas de intercambio de ideas sobre la Vespa velutina nigrithorax. En las conclusiones se incidía «na gravidade desta especie invasora, xa que afecta a moitos insectos polinizadores, ademais das abellas, cun impacto para o medio ambiente e tamén a nivel socioeconómico en distintos sectores». Los apicultores llevan años alertando de que no solo aniquila a las abejas y merma la producción de miel.
En un informe de AGA Ferrolterra divulgado en 2017 se constataba que «hasta el 75 % de los cultivos a nivel mundial y al menos el 70 % en España dependen, directa o indirectamente, de la polinización». De ahí la importancia, colegía, «de proteger a los polinizadores de la amenaza que suponen los problemas generados por el mal hacer del hombre». También abogaba por la investigación, en línea con la Casa do Mel de Goente, que demandaba estudios «dende centros públicos, en colaboración con colectivos apícolas, para coñecer mellor o comportamento da especie». En esta materia apenas se ha avanzado.
Desde su llegada a Galicia, en 2012, han surgido numerosas voces avisando de los daños en la apicultura, el medio ambiente, la agricultura y la fruticultura, y también para la seguridad ciudadana. «El comportamiento de la velutina lejos de su nido es similar al del resto de himenópteros, pero no reacciona igual cerca del nido, donde su instinto de protección la hace más agresiva y peligrosa. Cualquier ruido o vibración (coche, maquinaria agrícola) puede fácilmente originar un ataque masivo», insiste Díaz Nieto. El principal aliado en esta larga batalla ha sido la meteorología.
En 2024, el tiempo jugó a en contra de la velutina, como demuestra la evolución de los nidos retirados por Seaga, según los datos facilitados por Vicepresidencia. En Ferrol, en 2024 eliminó 213, frente a los 277 de 2023; en Narón pasaron de 178 a 136; en Fene, de 136 a 115; en Ares, de 75 a 72; en Mugardos, de 65 a 45; en Pontedeume, de 99 a 77; en Cabanas, de 64 a 50; en As Pontes, de 113 a 32; en Neda, de 76 a 55; en A Capela, de 42 a 16; en Monfero, de 162 a 52; en Valdoviño, de 230 a 121; en Cedeira, de 155 a 95; en Cariño, de 67 a 26; en Ortigueira, de 153 a 117; en Cerdido, de 51 a 29; en As Somozas, de 38 a 22; en San Sadurniño, de 104 a 43; y en Moeche, de 78 a 25. Mañón es el único concello del área donde se destruyeron más enjambres en 2024 (39) que el año anterior (32).
La suma indica que en 2024 se fulminaron 1.380 nidos, frente a los 2.195 del ejercicio anterior, lo que equivale a un 37 % menos. Estas cifras no representan la totalidad de las colonias destruidas, puesto que de las menos accesibles o inalcanzables se suelen ocupar los bomberos o el personal de los grupos de emergencias supramunicipal (GES). La Xunta acordó, en 2020, con la Federación Galega de Municipios e Provincias (FEGAMP), poner en marcha un programa de vigilancia y control frente a la avispa asiática, al que ya se han ido incorporando todos los ayuntamientos y que se ha renovado para este año. Pero la batalla empezó mucho antes.
Este año, el Gobierno gallego también ha puesto en marcha una campaña de trampeo selectivo y planificado, «tomando como referencia a situación dos niños do ano anterior e dándolle resposta a unha das principais demandas dos colectivos afectados; trátase dun trampeo xeolocalizado, para poder realizar un seguimento e estudar a evolución cos datos recollidos na aplicación Controlvelutina por parte dun grupo de traballo, formado por técnicos». El año pasado supuso la instalación de más de 20.500 trampas en toda Galicia, donde quedaron atrapadas más de 113.200 reinas. Este año colocarán veinte mil.
El 012 es el número al que hay que llamar para alertar de la existencia de un nido. «Cando os avisos corresponden a unha urxencia ou son de risco especial por estar en lugares moi concorridos son derivados a través do 112 para a súa retirada inmediata. Por exemplo, os activos no interior de vivendas habitadas ou en establecementos singulares ou de pública concorrencia», explican fuentes del Ejecutivo autonómico.
El trampeo, remedio eficaz para reducir la población
«Si no trampeamos rápido, ya desde marzo, cuando las velutinas empiezan a salir de su letargo invernal, tendremos cientos de nidos, que generarán problemas y muertes de colmenas, al tiempo que riesgos para la salud de personas alérgicas, con defensas bajas o con hipersensibilidad anafiláctica», avisa Rafael Díaz Nieto, responsable de AGA Ferrolterra. Sin depredadores naturales, la instalación de dispositivos para capturar a las reinas y reducir así el número de nidos secundarios construidos, constituye el remedio más eficaz y accesible para la mayoría.

Una apicultora de Cuíña, en Ortigueira, socia del colectivo Recursos de Aldea, lleva al extremo esta recomendación y extiende la campaña de trampeo al año entero. «Levo así tres anos, cunhas trinta trampas sempre activas», cuenta. Asegura que captura ejemplares «todo o ano, sobre todo nos puntos máis quentes da parroquia, os máis abrigados de todos os temporais; os días fríos caen menos». «Cazando tantas —recalca—, non hai tanto ataque, aínda que este sistema non é infalible».
Sobre el tipo de trampa, se pueden emplear las comerciales, de diferentes diseños y características, o las de fabricación casera, «siempre lo más selectivas posible» para que no atrapen abejorros, mariposas, polillas u otro tipo de insectos. Para ello, en AGA Ferrolterra aconsejan «abrir dos agujeros enfrentados con un diámetro de entre ocho y nueve milímetros, en la parte superior de la botella (de plástico) que se emplee». «Justo por debajo de las entradas —prosigue—, se haría la misma operación con los agujeros de salida, también enfrentados, y con un diámetro de entre cuatro y cinco milímetros». Para abrirlos se puede emplear una broca de madera de esta medida.
En cuanto al atrayente, también existe la opción de adquirirlo en una tienda o de elaborarlo en casa. Entre estos últimos, el más sencillo se prepara con levadura fresca de pan, cinco gramos por medio litro de agua, y 200 gramos de azúcar, cantidad suficiente para rellenar dos o tres artilugios. La temperatura ambiente determina su duración, que va de 12 a 15 días, hasta que se debe reponer, al tiempo que se retiran los ejemplares capturados. ¿Dónde colocarlas? «Alrededor de los nidos de velutina del último año, en un radio de cien metros alrededor de los colmenares y en cualquier jardín o plantación de frutales».

Varroa, el ácaro que infecta a abejas adultas y a crías
La varroa es un ácaro que infecta tanto a las abejas adultas como a las crías. «Cría dentro das celdillas onde medran as larvas das abellas e aliméntase da súa hemolinfa [líquido que cumple la función de la sangre en los animales invertebrados]. O problema é que ademais de alimentarse delas, o que as debilita, transmítelles varias infeccións víricas, que tamén lles causan danos», explica Antonio Martínez, apicultor de Mañón (marca Mel de Santar).
La amenaza se ha agudizado en los últimos años, según apunta este profesional del sector, «porque antes os invernos era moito máis fríos e a raíña paraba de poñer un mes ou dous, e cando non hai cría a varroa non se pode reproducir, e entón, co tratamento que hai que darlle, si ou si, limpabas toda a varroa e tiraban todo o ano así». Pero con inviernos suaves, «as abellas reprodúcense todo o tempo, aínda que non sexa moito, e cando chega a primavera dáse unha explosión de varroa. Iso obriga a tratala tamén na primavera, porque se non non chega aos regantes de outono [alimentar las colmenas para el invierno]».
A mayores, abunda Martínez, «son ácaros con moito ciclo de cría, que medran de forma exponencial, e moitas veces, cando un se dá conta, a colmea xa colapsou». La lucha contra la varroa se complica, además, «porque ao longo dos anos foise facendo resistente aos tratamentos autorizados, e cada vez funcionan peor e obrigan a facer unha rotación con diferentes produtos». Si ya de por sí resultaría muy dañina, «hai que sumarlle que unha colmea debilitada é accesible á velutina, que ten cancha libre para alimentarse das abellas e do mel, e para desvalixar a colmea».
El apicultor naronés Rubén Amigo (Mel do Sor) insiste en que «hai que darlle máis importancia á varroa, porque os produtos perderon moita eficacia». «Este ano estou moi encima do tema porque o ano pasado afectoume moito, e este ano espertáronse xa con varroa, que está facendo un estrago grande. Tela dentro da colmea, pódelles transmitir un virus, e hai abelliñas que nacen coas ás roídas», describe, con preocupación.