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Capturando pescado 4.0

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

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Pepa Losada

Armadores de Vigo pretende implantar etiquetas digitales que informen sobre la cadena del róbalo, el bacalao y la caballa

17 may 2022 . Actualizado a las 04:47 h.

La Cooperativa de Armadores de Vigo (Arvi) ha buscado en el Cetmar (Centro Tecnológico do Mar) y en el Instituto de Investigacións Mariñas de Vigo (IIM) apoyo para diseñar los aparejos con los que traer al mercado el pescado 4.0. Son sus socios en el proyecto Pescando 4.0, que está financiado por el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia y los fondos europeos Next Generation EU, y que persigue desarrollar e implantar una plataforma basada en tecnologías 4.0, como el blockchain o el Internet de las cosas (IoT), para dar información sobre las capturas desde que se producen hasta que llegan al plato del consumidor. La intención es que esa etiqueta, que no será la tradicional sino probablemente un código QR, incorpore datos que ya vienen en la convencional —caladero, fecha de descarga, especie, arte de pesca, etcétera—, pero también huella de carbono, sello azul MSC, datos sobre la cadena de frío... «El DNI del pescado, el ADN y más... Toda la información que se pueda», explica Jorge Romón, director de proyectos de Arvi. Todo ese ejercicio de exhibicionismo digital tiene un objetivo claro: dar valor añadido al pescado y ganar cuota de mercado, principalmente en la exportación, en aquellos países en los que las exigencias medioambientales y la información al consumidor ocupan un lugar destacado entre sus principales preocupaciones, no como en España donde todavía se sigue priorizando —quizás no por este orden— precio, origen y calidad.

Año y medio en piloto

Claro que, para poder satisfacer esa exhaustiva demanda informativa, antes es preciso desarrollar un sistema seguro y fiable para la cadena de valor del sector pesquero, «que garantice la veracidad e inalterabilidad de la información asociada a la trazabilidad, seguridad alimentaria y sostenibilidad de los productos pesqueros», resume Arvi en un comunicado. Para eso falta todavía año y medio. Es la duración prevista para el proyecto, que desarrollará e implementará ese sistema a escala piloto. Hará pruebas con tres embarcaciones y tres especies. Dos, relativamente sencillas, dado «que están muy controladas y, además, certificadas», y una «un algo más complicada», señala Romón.

Las especies seleccionadas son el bacalao capturado en las islas Svalbard, la merluza negra o róbalo de profundidad (Dissostichus eleginoides) que se pesca en el Antártico —ambas certificadas por MSC— y la caballa que se captura en el Cantábrico Noroeste. Ni que decir tiene que es esta, que tiene una cadena comercial más larga que las otras dos, y que no está bajo el control del sello azul, en «la que más va a costar» introducir el blockchain, dice el jefe de proyectos de Arvi. Porque, además, a diferencia de los otros dos barcos incluidos en el programa, con conexión a Internet y con posibilidad de transmitir datos en tiempo real, el buque que dirige su actividad a la captura de caballa tendrá que ser adaptado y digitalizado para poder implantar el sistema de trazabilidad. En el caso del bacalao y del róbalo de profundidad, que se comercializan en congelado, la cadena comercial es corta, «con solo un operador por el medio», con lo que es más fácil de seguir el rastro. La caballa, por su parte, llega en fresco y hay algunas capturas que se destinan al mercado local y otras a las congeladoras, que suelen exportarlas.

Y será ahí, en el mercado exterior, donde más puertas puede abrir el código QR que desnudará al pescado. Romón señala que el principal destino de la merluza negra es EE. UU., donde la sensibilidad ecológica es muy acentuada y tener acreditada la procedencia, método de captura e información sobre sostenibilidad mejora el valor comercial. Y lo mismo con el bacalao de Svalbard, que acaba mayoritariamente en el Reino Unido, con similares inquietudes medioambientalistas.

La tecnología blockchain aplicada al pescado no es nueva. Ahí está el caso de la merluza de Puerto de Celeiro que se vende en Carrefour, que ya hace tiempo que incorpora ese código QR que permite rastrear cada pieza comercializada. Pero ese sistema es exclusivo de una cadena comercial y lo que pretende el proyecto de Arvi es que sea válido para cualquier operador y que no dependa de ninguna cadena comercial en exclusiva, detalla Jorge Romón.