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La revolución verde de los sacos de yute llega al sector del mejillón para desterrar el plástico

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

SOMOS MAR

MARTINA MISER

El material biodegradable desarrollado por R de Lorenzo tras dos años de trabajo está ya en el mercado

16 nov 2024 . Actualizado a las 17:35 h.

120.000 unidades de sacos fabricados a partir de yute, una planta herbosa que crece en el cinturón tropical del planeta, acaban de ser distribuidas a través de la Asociación Galega de Empresarios Depuradores de Moluscos (Agade). Se trata de una pequeña fracción de los millones de sacos que el sector mejillonero emplea en Galicia cada año. Pero su irrupción constituye el comienzo de una verdadera revolución verde, que debe arrinconar definitivamente el uso del plástico asociado a las bateas, para hacer de su cultivo una actividad sostenible al cien por ciento. Esta misma mañana, jornada de mercado en la capital arousana, la presentación del mejillón en este material biodegradable llega a la plaza de abastos de Vilagarcía, al igual que ya lo ha hecho a las grandes plataformas nacionales de comercialización como Mercabarna o Mercamadrid.

«Nos ha llevado dos años de trabajo lograr este tipo de sacos, completamente biodegradables. Tuvimos que realizar un estudio con diferentes fibras vegetales y es una historia muy bonita porque, en realidad, supone regresar a lo que se hacía en los inicios del sector», explica Raquel Lorenzo, la directora de la cordelería R de Lorenzo que ha desarrollado el envoltorio de yute. Fundada en Vilagarcía hace medio siglo por su padre, Ramón Lorenzo, la empresa se ha especializado en ofrecer soluciones para el cultivo del mejillón y la acuicultura en general. Desde el reciclaje de redes hasta las cuerdas y las redes de batea o las cadenas, tanto nuevas como usadas.

En realidad, explica la empresaria arousana, los sacos de yute eran empleados ya por los bateeiros cuando la miticultura todavía estaba en pañales. «En aquellos años todo se vendía a granel y el mejillón se destinaba a las fábricas, no se empaquetaba. El yute era el material que utilizaban. Los sacos apenas tenían valor, incluso se utilizaban como felpudos». Con el paso del tiempo, el plástico comenzó a imponerse hasta convertir la fibra vegetal en una mera anécdota. Por eso, las miles de unidades que R de Lorenzo y Agade han reintroducido en el mercado tienen el sabor del regreso a lo mejor de la tradición. «Conscientemente o no, la gente que entonces empezaba a desarrollar la miticultura recurría a una forma de empaquetar inofensiva para el medio ambiente y muchísimo mejor para la conservación de la propia vianda».

El proyecto, respaldado por la Xunta y la Unión Europea, viste el lema de la campaña Consume do noso, lanzada por los depuradores y las cofradías gallegas para tratar de recuperar el nivel de consumo de los pescados y mariscos del mar de Galicia. Se presenta en dos formatos, con capacidad para diez kilogramos, que se destina a las bateas, y de cinco kilos, para su uso en las plantas depuradoras.

Hace tiempo que Francia volvió al yute a la hora de empaquetar sus moluscos. En España la única empresa que trabaja con este material es R de Lorenzo. La miticultura gallega consume alrededor de sesenta millones de sacos cada año. Raquel Lorenzo garantiza que su empresa posee la capacidad suficiente para cubrir este volumen, satisfacer al mercado y enviar el plástico al rincón de los inventos fallidos.

Martina Miser

«Uno de nuestros sacos cae al agua y desaparece en un mes; el plástico en el mar es un pecado»

Raquel Lorenzo no alberga ninguna duda sobre lo que el plástico está haciendo al mar. «Es un auténtico pecado, y el problema no solo está en las bolsas o las piezas en sí mismas, sino en el hecho de que desprenden microplásticos constantemente, que después comemos todos». Para la empresaria arousana la presencia de este material en el agua constituye «un pecado» que es preciso erradicar.

Los sacos de R de Lorenzo, garantiza la directora de la cordelería, son biodegradables al cien por ciento. «Están cosidos con hilo de yute, disponen de registro de sanidad, la tinta de la impresión es ecológica. Uno de nuestros sacos cae al mar y desaparece en un mes. El plástico permanece doscientos años soltando microplásticos y después nos quejamos de que no haya nada en la ría... Su impacto sobre el medio ambiente es increíble».

El factor ambiental no es la única ventaja que el yute aporta al sector. La propia vianda agradece su utilización. «Al ser una fibra natural absorbe el agua. El mejillón viaja en estos sacos fresco, húmedo, en las condiciones más parecidas a su propio hábitat y no necesita hielo ni frío, que siempre lo acaban secando».

En su estudio, la empresa tanteó también el bambú. Sin embargo, fue descartado por su precio, mucho más elevado. Existe también una fibra que se genera a partir del arroz, pero requiere su paso por el laboratorio. «Y eso es algo que había que evitar por todos los medios», indica Lorenzo, quien augura que en el momento en el que se desarrolle un material biodegradable capaz de funcionar eficientemente como palillo de batea, el sector le habrá dado la puntilla al plástico.