Verónica Cazorla, patrona de pesca de Vigo: «Me dio más pánico montar una empresa que el trabajo en el mar»
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Admite que aún es un sector muy masculinizado: «Tienes que demostrar continuamente que vales. A un hombre no se le exige tanto»
03 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Verónica Cazorla ha dado sobradas pruebas de que sabe reinventarse. Madrileña de nacimiento, dejó un trabajo de oficina, a cubierto, por la cubierta de un barco de pesca. Lo hizo por amor. Al que ahora es su marido, y al mar. Pero un problema de salud la ha apartado temporalmente de su profesión y se lanzó a emprender. Se formó como quiromasajista y aprendió a tratar lesiones de la gente del mar, dolencias que ha sufrido en carne propia. Cazorla puso la voz a las emprendedoras del mar en un acto sobre igualdad de género y empoderamiento femenino organizado en Madrid por la Fundación Microfinanzas del BBVA.
—Que la mujer ha entrado en ámbitos laborales de los que hasta ahora estaba excluida es innegable. ¿Ocurre lo mismo en la pesca?
—Todavía es un sector muy masculinizado. Para la mujer acceder a la pesca es una de las últimas opciones. Además, tienes que estar demostrando continuamente que vales para el trabajo. A un hombre no se le exige tanto. Se da por hecho que sabe trabajar en la pesca y que lo va a hacer bien. La mujer tiene que demostrarlo todos los días.
—¿Cuál es la principal traba para enrolarse?
—La formación. Necesitas un año o año y medio para realizar los cursos, que no son gratuitos y tienes que pagar de tu bolsillo. Además, entre curso y curso pasan meses. La Administración debería reparar eso, porque una mujer que tenga otras opciones además de la pesca no dudará en tomar la otra alternativa.
—¿Es posible conciliar?
—Nosotros trabajamos en la bajura. Salimos a las 7 de la mañana y a las 14.30 estamos de vuelta en puerto. Es perfectamente compatible con la vida familiar.
—¿Lo ve compatible trabajando en litoral, en Gran Sol o en gran altura?
—Yo no tengo hijos, por lo que no tendría problemas de conciliación. Si los tuviese, sería inviable.
—¿El trabajo en el mar es tan duro como se dice?
—A mí el mar me apasiona desde niña y trabajar en aquello que te apasiona no es trabajo. No puedo hablar mal del mar. Sí, hay días de temporal que preferirías no salir, pero como en otros oficios. Y claro que tiene su parte dura, porque es un trabajo físico, mueves mucho peso, trabajas a la intemperie, con humedad, en verano más o menos, pero en invierno tienes más contracturas...
—¿El salto a quiromasajista fue entonces porque lo sufrió en sus carnes?
—Eso mismo. Lo noté en mis carnes. Sé los problemas de salud que acarrea el trabajo en el mar. Las contracturas, los dolores en la espalda, en los brazos... Así que cuando una dolencia me apartó temporalmente del mar, me formé como quiromasajista y he abierto una clínica en el puerto para tratar lesiones de gente marinera. Me dio más pánico montar la empresa que el trabajo en el mar. Emprender un negocio siempre puede no salir bien. Es como un salto al vacío. Sin embargo, el mar, al ser mi pasión y gustarme, no me cuesta, aunque me tenga que levantar a las 5.30.
—¿Madrugar tanto no le hace ir a un ritmo distinto al resto del mundo?
—No. Yo me acuesto a las 11 o 12 de la noche. Te acostumbras. Además, todo tiene su recompensa. Los amaneceres que veo yo no los ve todo el mundo. Amaneceres que te roban el corazón. Animo a todo el mundo a probarlo, porque la libertad que te da esto es una maravilla.
—¿Volverá a trabajar como patrona de barco?
—En cuanto pueda. Nada más arranque la campaña del pulpo después de la veda.