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Auditores de la UE constatan que buques comunitarios cambian de bandera para eludir las obligaciones medioambientales

Somos Mar REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

M.G.

El Tribunal de Cuentas admite avances en la lucha contra la contaminación marina, pero advierte de que la aplicación por los Estados miembros es dispar y que se está muy lejos de alcanzar los objetivos

05 mar 2025 . Actualizado a las 04:46 h.

Se supone que en el 2030 la contaminación de las aguas de la UE debe ser cero. Y es cierto que se ha avanzado hacia ese objetivo, pero más sobre el papel —la legislación comunitaria es en algunos casos más restrictiva que la internacional—, que en la práctica, pues la aplicación por parte de los 22 Estados miembros con costa «dista mucho de ser satisfactoria». Es a lo que llega el Tribunal de Cuentas de la UE, que ha elaborado un informe especial sobre las acciones contra la contaminación marina causada por buques. «Las aguas siguen revueltas», es su conclusión.

Para empezar, la severidad de la normativa puede sortearse cambiando la bandera comunitaria por otra que no forme parte de la UE, eludiendo así las obligaciones de reciclaje. De hecho, es lo que se hace: «Mientras que en el 2022, uno de cada siete buques en el mundo enarbolaba pabellón de la UE, ese mismo número para los buques al final de su vida útil era inferior en un 50 %», recoge el informe.

Los auditores han comprobado, además, que las acciones para prevenir, corregir, rastrear y sancionar varios tipos de contaminación procedente de buques son insuficientes. Por ejemplo, está en marcha un servicio de control de vertidos de hidrocarburos en aguas europeas, CleanSeaNet, para vigilancia y detección temprana de posibles incidencias de contaminación. Pues bien, ese sistema identificó en 2022 y 2023 un total de 7.731 posibles vertidos, principalmente en España (1.462), Grecia (1.367) e Italia (1.188) y, sin embargo, los Estados miembros actuaron en menos de la mitad de estas alertas y solo confirmaron la polución en el 7 % de los casos, debido, en ocasiones, al tiempo transcurrido entre la obtención de la imagen por satélite y el momento en que se comprobó la contaminación.

Además, el Tribunal de Cuentas observa que los Estados miembros no realizan suficientes inspecciones a los buques, y las sanciones a los infractores siguen siendo bajas. «Los buques que descargan ilegalmente sustancias contaminantes en el mar rara vez se enfrentan a sanciones efectivas o disuasorias, y llegan a juicio en raras ocasiones», dicen los auditores.

También reprochan que sean muy pocos los Estados miembros que dan cuenta de la pérdida de aparejos de pesca o de la recuperación de los mismos cuando las actividades de la pesca y acuicultura generan el 16% de la basura marina que aparece en las playas, según han cuantificado las agencias europeas de Medio Ambiente y Seguridad Marítima.

Otra crítica que hacen los auditores es que ni la Comisión Europea ni los Estados miembros rastrean el dinero de la UE gastado en la lucha contra la contaminación de las aguas, que en diez años fueron más de 216 millones de euros, en su mayoría dirigidos a mejorar la recepción de residuos en los puertos.

Pese a todo eso todavía el volumen real de vertidos de hidrocarburos, contaminantes y desechos marinos procedentes de buques y, sobre todo, la identidad de quién los realiza.

Por todo eso, el Tribunal de Cuentas recomienda mejorar el funcionamiento y la eficacia del CleanSeaNet para que sea más fiable en la detección de vertidos diferentes al petróleo y el sistema de alertas de la Agencia Europea de Seguridad Marítima (EMSA); reforzar los controles obligatorios; realizar un seguimiento de los problemas de expansión de la contaminación y mejorar la notificación y la supervisión del estado medioambiental de las aguas marinas.