Acuicultura: cuarenta años desde el Pazo de Mariñán
ACUICULTURA
Luego de la celebración en Lanzarote, en 1981, de aquel osado congreso de acuicultura, el Gobierno de Leopoldo Calvo Sotelo había aprobado la convocatoria de tres planes especiales de I+D, entre ellos el de Acuicultura. Planes que a raíz del cambio al Gobierno socialista quedaron en espera hasta que, avanzado 1983, desde la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica (CAICYT) se activaron.
La acuicultura, por entonces, se consideraba en España una alternativa menor frente a la pujanza de la actividad pesquera como provisora de alimentos. Y así se enfatizaba por las organizaciones pesqueras, admitiéndola apenas como un complemento a la actividad extractiva. Solo es necesario abismarse en las hemerotecas para comprobarlo.
En ese entorno, y con voluntarismo, empezamos con Juan Espinosa de los Monteros a diseñar y desarrollar las acciones primigenias del Plan Especial de I+D en Acuicultura (1983-1988). Entre ellas, quizás la más singular: un Plan de Formación de Técnicos Superiores en Acuicultura, en el que fue imprescindible la colaboración de FEUGA (Manuel Balseiro) y la Diputación de A Coruña (Enrique Marfany) en su gestión e infraestructuras del Pazo de Mariñán. En ese lugar fue en el que, durante tres meses, —desde octubre de 1984— se desarrolló la primera fase, con clases teórico-prácticas, en régimen de internado, con la coordinación in situ de Javier de Benito. En Mariñán se reunieron unos 40 graduados, seleccionados entre los más de seiscientos presentados a la convocatoria pública. El plan se completaba con un año de formación en una empresa o centro de investigación español —que en algunos casos se prolongó a dos— y otro año en un centro o empresa extranjera.
Si ustedes siguen el mundo de la ciencia, la empresa o la administración acuícola, encontraran que en ellos han desempeñado o aún desempeñan un papel relevante la mayor parte de aquellos 38 Técnicos Superiores en Acuicultura. El
Plan contempló la convocatoria de proyectos de I+D, científicos e industriales, que promovieron con la zanahoria de una financiación específica la incorporación de grupos de investigación disciplinares (genética, patología, nutrición…) dedicaran sus esfuerzos a las necesidades científicas y tecnológicas de la acuicultura.
Cuarenta años de éxitos y fracasos
Cuarenta años después, la situación de la acuicultura en España y el mundo ha estado sembrada de éxitos y fracasos. Sobre la base estructural del mejillón —e incluso la trucha en un tiempo—, se alcanzaron en España desarrollos industriales en lubina, dorada, corvina, atún, rodaballo o lenguado, con ensayos en langostino y tentativas reiteradas, sin éxito, de lubrigante, centolla o nécora, y salmón, junto al más perseguido en esfuerzo, tiempo y dinero, y aún no logrado, pulpo. Eso, además de las ostras y almejas, con éxitos industriales claros y fracasos evidentes.
Cuarenta años después ustedes han tenido noticia que, de acuerdo con el Informe SOFIA de la FAO, en el año 2022 la acuicultura aporta más del 50 % de los productos acuícolas, con unos 94 millones de toneladas y creciendo, mientras la aportación de la pesca extractiva se mantiene entre las 85 y 90 millones de toneladas. Cuarenta años también de aquellos inicios en el Pazo de Mariñán.
Uxío Labarta, profesor de Investigación del CSIC Ad Honorem, fue Coordinador del Programa Especial de I+D de Acuicultura de la CAICYT.