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Si buscas un espacio íntimo, ya sea con recetas de la tierra, internacionales o con doble estrella Michelin, te damos unas cuantas ideas de locales en los que disfrutar de una cita para dos en Galicia
07 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.San Valentín es una festividad que despierta sentimientos encontrados. Para algunos solo es uno de esos días que se inventaron los grandes almacenes. Para otros, en cambio, es una oportunidad para celebrar el amor en su máxima expresión. Más allá de debates, lo cierto es que cualquier excusa es buena para compartir momentos especiales con la persona que se ama, y qué mejor manera de hacerlo que con una cena a la luz de las velas en un rincón acogedor e íntimo.
Restaurante Ama
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En A Coruña, ese refugio se llama Ama (Boquete de San Andrés, 14), un restaurante donde la atmósfera y la gastronomía se conjugan en una experiencia sensorial. Desde el primer instante, Ama envuelve a sus comensales en una sensación de exclusividad. La iluminación tenue y la tonalidad azulada del local crean un ambiente único que atrapa y que está pensado para disfrutar de la velada en pareja o en pequeños grupos.
Su creador, Vincenzo Amaddeo, originario de Italia y afincado en España desde hace más de una década, ha convertido su sueño en realidad. «Quise hacer un local íntimo con poca luz, donde disfrutar de la gastronomía del sur de Italia», confiesa Amaddeo. Con una amplia trayectoria en hostelería y tras liderar la cocina del extinto Monkee Ramen Bar, Vincenzo ha sabido trasladar su experiencia a Ama, combinando sabores y especias japonesas con la riqueza de los productos gallegos y la tradición culinaria italiana.
La filosofía de Ama se basa en la fusión de culturas y en el respeto por la autenticidad de los ingredientes. En su carta destacan platos que despiertan los sentidos. Ejemplos claros son los tartares: el carpacho de solomillo con pesto de rúcula y vinagre de Módena o los langostinos con burrata y nduja. Las pastas también juegan un papel fundamental. Hay opciones clásicas como los ravioli sorrentina o los macarrones con salsa genovesa. Y alternativas más contundentes como los pappardelle rellenas de calabaza, amaretti y parmesano. O los arroces, como el de carrilleras o el de osobuco. Más ligero, hay recetas como el jurel marinado o el carpacho de pargo. Para los comensales veganos, opciones como los espaguetis al pomodoro o al pesto aseguran una experiencia igual de placentera.
Más allá de la oferta gastronómica, Ama ha sido concebido como un refugio para los sentidos. La experiencia sensorial se completa con una selección de vinos que maridan a la perfección con los platos, con opciones tanto gallegas como italianas. En terreno de postres es obligado el tiramisú y la tarta de queso al gorgonzola.
Restaurante La Table
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Si bien es cierto que el romanticismo de una cita depende especialmente de la conexión y de la interacción entre las dos personas que forman parte de ella, hay espacios más propicios para disfrutarla. En la provincia de Ourense las opciones son amplísimas y abarcan todas las horas del día, pero pocos espacios pueden superar el aura romántica que tiene un buen restaurante francés. Por eso muchas parejas deciden disfrutar de La Table, en O Pereiro de Aguiar. «Todos los fines de semana vienen clientes a celebrar un aniversario», dice Begoña Cid. Esta ourensana dirige el restaurante junto a su marido, el francés Patrick Orial, y el hijo de ambos, Kevin. «Desde el primer momento nuestra intención fue crear un espacio agradable, en el que pasar veladas bonitas y poder disfrutar del tiempo para conversar mientras comes», añade Begoña.
De este restaurante francés destacan muchas cosas. Su ubicación es única, rodeado de naturaleza, y también su propuesta, basada en la cocina tradicional francesa. «Trabajamos el pato en todas sus versiones, pero también tenemos platos de aquí, como nuestros chipirones con chorizo, los langostinos en tempura o los solomillos en salsa de colmenillas», cuenta la hostelera ourensana. Para los más románticos tienen una degustación de postres, con pequeños bocados de sus especialidades. «Es una opción perfecta para compartir y terminar la comida con un toque dulce, fresco y diferente», explica. Lo mejor es maridarlos con champán, de hecho en La Table venden la botella pequeña. «Perfecta para terminar la velada con un brindis», asegura.
Muchos de los clientes del restaurante francés tuvieron su primera cita en él. «Y no son pocos los que han pasado de celebrar aquí su aniversario de novios al de bodas. Tenemos parejas que vienen desde que empezaron a salir y hoy en día acuden con sus peques», reconoce Begoña.
Velas, flores, luz cálida y mucha intimidad y elegancia, esos son los valores añadidos que tiene La Table, además de una comida riquísima, perfecto para disfrutarse con los cinco sentidos.
Restaurante Oliveira
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Pequeño, apartado y en un rincón poco conocido del casco histórico de Santiago. Algo debe de tener el restaurante Oliveira para ser uno de los favoritos de los compostelanos y de los pocos turistas que dan con él. A muchos que presumen de conocer la capital gallega les costaría ubicarse si le llevasen con los ojos cerrados hasta debajo del olivo que preside la placita que da nombre a uno de los locales con más encanto y personalidad de la zona vieja. El santiagués Yago Bahíllo y su equipo le llevan dando vueltas a la carta siete años y medio, y partiendo de que el buen trato es innegociable, han conseguido dar con la tecla, pasando de ser un lugar de tapeo con horarios indefinidos a un restaurante hecho y derecho, «de comida y cena», y en el que conviene reservar, sobre todo los fines de semana.
Comenzaron haciendo cosas más tradicionales con guiños exóticos y han acabado repasando la cocina internacional sin salir del corazón de Galicia, en todos los sentidos. «Aquí todo es para compartir», señala el hostelero, y con esa idea diseñaron la sala, con una mesa alta y corrida donde suelen ubicar a los grupos más amplios; y media docena más pequeñas que son perfectas para que una pareja pueda compartir tres o cuatro platos y darse una vuelta culinaria por el mundo en un ambiente acogedor.
La clave de su éxito es que desde su escueta cocina se manejan con 24 platos de entre 6 y 18 euros y una treintena de referencias de vino conformando una carta en la que resulta complicado que entre dos personas no encuentren algo sencillo, singular o sorprendente. «Unas croquetas de boletus y trufa, una picaña o una croca no fallan nunca», comenta Bahíllo pensando en los menos arriesgados. Y para los que sí quieren ir más allá, siempre podrán animarse con las gyozas, los tacos o los baos veganos, siempre en unidades pares; o atreverse con un tiradito de atún, los puerros confitados con torreznos, las alcachofas fritas con jamón y yema de huevo o el bacalao crujiente con salsa de pimiento, que es espectacular.
Restaurante Beira (Hotel Attica21)
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Habrá quien piense que lo romántico va por dentro, y que romántico puede ser hasta comerse un bocata de anchoas en compañía si es la deseada. Pero lo cierto es que la escenografía, el ambiente y la actitud, ayudan bastante a crear un entorno propicio para una cita donde el amor es el ingrediente principal. En el restaurante Beira, del hotel Attica21, en la playa viguesa de Samil, lo tienen muy claro. Y si el entorno ya de por sí es de postal, con el mar a unos metros, el sonido de las olas batiendo y la silueta de las Cíes al fondo, ellos lo ponen todavía mejor. «El local ya es romántico tal como es, pero hacia la noche lo acentuaremos poniendo luz tenue y vamos a organizar unas cenas, tanto el día 14 como el 15, en el restaurante, en la planta uno del hotel», indica Jacobo Fernández, jefe de sala desde que el Attica abrió hace casi tres años.
La idea inicial es tener disponible un pack que incluye habitación, cena para dos personas y maridaje, y unas atenciones en el alojamiento, como trufas y otros detalles, desayuno, spa y check-out tardío, ese día lo mantenemos hasta las dos de la tarde», explica. Ofrecen, además, otra alternativa sin pernocta. «Tenemos la cena sola, con dos opciones, por un lado el menú con bebida y otra con bodega abierta. Yo les propongo un maridaje de los vinos de las bodegas que tiene la propiedad del hotel, pero cada uno puede coger lo que quiera», cuenta.
El responsable de sala de este hotel pet friendly opina que San Valentín es tan buena excusa para salir a cenar y a divertirse como otra cualquiera. «Como si vas con tu mujer, tu suegra y tu hija; o se juntan dos parejas de amigos, o lo que sea, al final está abierto un poco a todo», señala, añadiendo que «la idea es crear un ceremonial, «vamos a tener la luz tenue, pétalos de rosas, velas, música suave... se trata de convertir un día más en uno que parezca un poquito más especial», y para eso hay que ponerle ganas y fantasía.
Churrasquería Varela
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Si se trata de pasar una noche romántica, a Pontevedra le sobran rincones donde sentarse en una mesa para dos y convertirla en un ratito inolvidable. No hace falta que sirvan un menú de San Valentín, basta con cenar a la luz de las velas en un lugar con tanta historia como futuro. La churrasquería Varela revivió la gastronomía en la histórica ferretería de tres pisos que se convirtió en un referente de la ciudad. Tras años cerrada, Pepe Vieira le dio una nueva vida, pero conservando la esencia de lo que fue.
El aire industrial de buena parte de la decoración comparte protagonismo con muebles que evocan la historia de la antigua Varela. El cocinero quiso conservar alguno de ellos para que no perdiese su esencia. En ese local, donde preside una gran cocina abierta a los distintos comedores, también hay espacios para las cenas románticas. La parte más informal está en su planta baja, pero en la parte superior, sus mesas se reparten en un espacio abierto con suficientes recovecos para que los comensales ganen privacidad.
El cocinero con dos estrellas Michelin no ha diseñado un menú especial para este 14 de febrero, pero por algo más de 50 euros por persona, recomienda algunos platos para hacer de esa noche una velada única. Huye de la carne y opta por unas almejas a la brasa, seguidas de un salmonete. Con la apertura de Varela apostó por la brasa con una carta de comida y vinos apta para todo tipo de bolsillos. Para el postre, Vieira sugiere un bizcocho genovés enrollado relleno de crema de vainilla y chantilly, el clásico brazo de gitano de la repostería tradicional. Para regar esa cena o comida a la luz de las velas, Pepe Vieira no lo duda. Y al igual que en su restaurante de dos estrellas en Camiño da Serpe (Poio), apuesta por los caldos de proximidad. Regaría la comida con un albariño de la comarca. Para este menú de San Valentín apostaría por un Leirana, de la bodega Forjas do Salnés.