Ajoblanco
Este socorrido plato de las casas andaluzas y extremeñas no es tan popular en el norte de España, pero esta sopa de verano bien merece una oportunidad por su contenido proteico y su original sabor
- Raciones4
Aunque a algunos les sangren los oídos al escuchar esta afirmación, lo cierto es que el ajobanco es, en su esencia, un gazpacho (a esta sopa no se le incorporó el tomate hasta el siglo XIX), aunque más allá de Extremadura y Andalucía en pocas casas se consuma este plato popular sabroso, saludable y perfecto para el verano.
Las almendras, ricas en proteínas, nos darán esa dosis de energía de la mejor calidad, básica para estar a pleno rendimiento (no por nada es un alimento recurrente en la dieta de muchos deportistas). ¡Vamos a por ella!
- 200 gr. de almendra cruda
- 100 gr. de pan de bolla
- 1 diente de ajo
- 100 ml de aceite de oliva virgen extra
- 2 cucharaditas de vinagre
- Una pizca de sal
- 500 ml. de agua
Lo primero que haremos será colocar en un recipiente amplio las almendras crudas, el ajo sin el germen, sal y el vinagre.
Cortamos el pan, lo colocamos en el recipiente de las almendras, añadimos el agua y dejamos unos minutos para que se hidrate el pan y se ablanden un poco las almendras.
A continuación, trituramos con la batidora hasta obtener una crema fina. Dependiendo de la textura que nos guste de ajoblanco, podremos ir añadiendo más agua o pan dependiendo de si lo preferimos más o menos espeso.
Cuando tengamos la textura deseada iremos incorporando el aceite de oliva virgen extra poco a poco para emulsionar la mezcla. Cuando lo tengamos listo lo metemos en la nevera hasta el momento de servir.
Cuando tengamos el ajoblanco frío, solo nos queda servir. En este caso emplatamos en un plato hondo y lo acompañamos de unas uvas, pero también le podemos añadir unos trocitos de melón, jamón serrano, uvas pasas, etc.
Para finalizar el ajoblanco aliñamos con un buen aceite de oliva y ya está listo para comer.
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