La lucense, que ahora reside en Vigo, sufre glaucoma congénito y explica que el deporte y la formación son sus pilares. «Me daba miedo nadar sin ver, pero gracias a mi club ese temor desapareció» y se convirtió en su pasión, que combina con las horas que le dedica al grado de Pedagogía que está terminando
Lucía Blanco