González no es el líder real de la oposición, y menos aún su estratega principal, por lo que ni su exilio afecta a la movilización por la democracia ni su encarcelamiento hubiese servido de gran cosa pero sí es el presidente electo «in pectore», y su destierro puede proyectar una imagen de fracaso desmovilizadora o convertirse en un núcleo de legitimidad política fuera del alcance de Caracas
Miguel-Anxo Murado