El AVE o la neurosis de la prisa

J. R. Alonso de la Torre REDACCIÓN / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER

Renfe castiga a Vilagarcía, estación de destino o partida, en un ejercicio absurdo de culto a lo vertiginoso

25 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Han mandado a Cáceres un Alvia de segunda mano. En concreto, uno de los Alvia que pasaba por Vilagarcía camino de Madrid ¡y paraba! En Extremadura se quejan de que nos mandan trenes usados, pero yo soy un optimista sin remedio y estoy encantado de la vida porque ese Alvia gallego, que ahora es extremeño, me va a permitir viajar después de desayunar en mi casa y llegar a Vilagarcía con tiempo para comer en Pepe Quilé.

Un viaje así, de solo siete horas y unos minutos, incluyo el transbordo en Madrid, me parece asombroso si recuerdo cuando salía en tren de Vilagarcía a las siete de la mañana y llegaba a Cáceres a las cuatro de la madrugada en aquel tren mítico, ya desaparecido, llamado Lusitania Exprés al que cantaban Sergio y Estíbaliz. Y eso que entonces aún funcionaba la vía férrea de la Plata y atrochaba en Zamora camino del sur en lugar de dar un rodeo por Madrid.

Un traslado cómodo

Así que, a partir del 9 de junio, mis frecuentes viajes a Vilagarcía se convertirán en un placer, en un traslado cómodo y relativamente rápido. Es verdad que los Alvia heredados de Galicia, como se heredaban antes los abrigos de los hermanos mayores, solo circulan a 200 por hora entre Cáceres y Plasencia, después hacen una media de ciento y algo. Actualmente, tardo lo mismo en recorrer los 252 kilómetros de vía férrea que separan Cáceres de Madrid que en hacer los 521 kilómetros que llevan de Madrid a Vilagarcía. El mismo tiempo para completar más del doble de kilómetros, pero todo se andará, pasito a pasito, despacito, como la canción: las vías extremeñas siguen en obras y los Alvia gallegos podrán aumentar la velocidad pronto.

Esta historia que les cuento es una aventura ferroviaria radial, pero debería ser periférica. Mi viaje es de Cáceres a Vilagarcía de Arousa, y si España fuera Alemania, Bélgica o Italia, podría ir en un tren razonablemente rápido de Extremadura a Galicia pasando por Castilla y León. Es el trayecto lógico, pero no, en España todo pasa por Madrid, también los trenes, y si un ciudadano de Palencia, Burgos, Cantabria, Valladolid, Asturias, País Vasco, León o incluso Francia quiere venir en un tren cómodo y de alta velocidad, no tiene más remedio que bajar a Madrid. Debería poder acercarse a Medina del Campo y montar allí en un AVE a Vilagarcía, pero va a ser que no porque Renfe y ADIF tienen mentalidad radial, visión madrileña y no conciben que una señora de Torrelavega quiera venir a la ría de Arousa sin pasar por Madrid. Así que se suprime la parada de Medina, se ganan unos minutos y eliminamos a media España de la ecuación.

Cometen un grave error

Pero es que incluso con visión radial y madrileña, los planificadores de los horarios del AVE cometen un grave error. A partir del 9 de junio, Vilagarcía perderá uno de los tres servicios directos que la unen con Madrid, además del que ya no para y pasa raudo por la ciudad a las dos de la tarde. El tren que se detenía en Vilagarcía a las 6.36 horas ya no parará. Esta combinación permitía ir a Madrid con tiempo para hacer gestiones y volver por la noche. Pero no, Renfe ha calculado que no le importa perjudicar diariamente a 180 pasajeros si a cambio se ahorra cinco minutos en el trayecto Madrid-Vigo, como demostraba un trabajo riguroso publicado el pasado sábado 17 de mayo en La Voz de Galicia.

Si pensamos radialmente, se pueden entender las no paradas en Segovia, Medina del Campo o Puebla de Sanabria, porque el AVE pierde mucho tiempo en frenar y acelerar, pero es que Vilagarcía no es parada intermedia, ese concepto es erróneo. Vilagarcía es destino o partida, final y principio de viaje, pura radialidad madrileña.

A un viajero periférico, que no todos vamos a Madrid, esta no parada le impide hacer lo mismo que en el viaje de ida: ya no puedo salir de Vilagarcía después de desayunar y llegar a comer a Cáceres. Con esa supresión, a lo más que llego es a hacer merienda-cena. Y conmigo, quienes vayan a Bilbao, Teruel o Jaén. ¡Una pena y un despropósito! ¿Qué gracia tiene llegar a Vigo cinco minutos antes dejando en tierra a 180 posibles viajeros vilagarcianos? Pero todo sea por la doctrina de la inmediatez, el culto a lo vertiginoso, la velocidad idolatrada… La comida rápida, la conexión a internet instantánea, el tren raudo, presuroso, súbito…

Aquel bamboleo cimbreante

La prisa que nos neurotiza impide que valoremos la principal virtud del AVE y también de los Alvia de segunda mano: el confort. En los trenes de antes, era imposible escribir en un ordenador o leer con tranquilidad. El bamboleo te desquiciaba: cuando querías teclear la te, le dabas a la erre y al querer poner una tilde, ponías una eñe. En cierta ocasión, escribí un artículo en un tren con zarandeo y dejé un párrafo sin corregir para que los lectores entendieran cómo se cimbreaba el vagón. Con el AVE, el Avlo y los Alvia heredados eso no sucede. Viajas cómodamente, casi sin oscilaciones, puedes escribir, leer, reflexionar o dormir sin vaivenes ni sustos y, desde luego, te importa una higa llegar cinco minutos antes o después.