
El 74% del molusco gallego se produce en la ría de Arousa, pero este bello relato se está complicando
05 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.A incrible historia de don Mexillón y don Calamar, así se titulaba la única obra teatral que he escrito en galego. La representábamos por los pueblos y ciudades de Pontevedra y A Coruña. Teníamos dos grupos teatrales: uno se llamaba Tragoi y en su repertorio llevaba obras para mayores como Aspirina para dous, primera representación de una obra teatral de Woody Allen en galego; el otro se llamaba Gorgoriño y estaba especializado en teatro infantil, aunque solo representó la «incrible historia», además de participar en la Fexdega del 86 entreteniendo a los rapaces.
A incrible historia de don Mexillón y don Calamar estaba inspirada en un protagonista fundamental de la economía y la gastronomía arousana: el mejillón. También recuerdo que una tarde de verano, antes de actuar en el Campo da Feira de A Ramallosa, por la zona de Baiona, tuvimos que prestar nuestro equipo de sonido a la comisión de fiestas para que pudiera pronunciar el pregón el escritor Gonzalo Torrente Ballester. Los responsables del festejo se habían olvidado de traer un micrófono, una mesa de sonido y unos altavoces así que Torrente pregonó gracias a Gorgoriño. Creo que ese fue el momento más importante de mi carrera como dramaturgo.
Pero como amante de los mejillones tengo más recorrido. Creo que fue en 1987 cuando en la Feria Mundial de la Pesca estuve en Vigo a cargo del stand de O Grove, donde se promocionaban los rodaballos, las conservas y los mejillones. Y cómo olvidar el día que, en O Grove, fui en un barco con mis padres a una de las bateas propiedad de la familia de mi amiga y compañera de instituto Carmen Viñas. La batea estaba a la entrada de la ría, los mejillones tenían mucho alimento y nos regalaron un saco con los más grandes que he comido en mi vida. Ese día, los mejillones gigantes de O Grove se incorporaron a la mitología familiar y mi padre no dejó nunca de recordar aquellos bivalvos exquisitos y contundentes. «Te comías tres y se te quitaba el hambre», recordaba a menudo.
En mi último cumpleaños, sin embargo, comí unos mejillones ridículos, pequeñitos, sin gracia. Fuimos a un restaurante de cierta fama en Cáceres (un sol Repsol, Recomendado por Michelin) y me propusieron fuera de carta unos mejillones al estilo belga con mantequilla. Mi hijo y yo, recordando aquellos banquetes vilagarcianos a base de mejillones grandotes al vapor, caímos en la tentación y nos arrepentimos cuando nos sirvieron un plato de minucias sin gracia ni sabor. Debería haber recordado un viaje con la Semana Verde de Silleda a una feria de muestras en Libramont (Bélgica). En aquel pueblo de las Ardenas, descubrí que los belgas solo comían mejillones diminutos. Por esa razón, el producto gallego de batea tenía dificultades para entrar en aquel mercado tan importante cuyo plato nacional eran los «moules con frites», o sea, los mejillones con patatas fritas.
Mi cumpleaños fue a finales de agosto, cuando aún no se había puesto a la venta el Mexillón de Galicia debidamente certificado por la Denominación de Orixe Protexida (DOP). Ahora, ya en octubre, cuando visito la pescadería donde compro almejas de Rianxo y de A Illa y navajas, zamburiñas y volandeiras con etiqueta arousana, ya puedo traerme un par de redecillas con mejillones de O Grove en sazón.
Estamos en el tiempo de Don Mexillón. Su calidad es óptima y su certificación por la DOP, creciente. De las 3.000 bateas situadas en las rías, ya hay más de 2.000 certificadas por la Denominación de Orixe, el 61% de las existentes en Galicia. En 2024, se certificaron 18.700 toneladas de las 179.000 que se recogieron. Es una cifra espectacular, pero que invita a la reflexión si se compara con otros años: desde los 90 del siglo pasado, la producción solo bajó de 200.000 toneladas en tres ocasiones y ahora lleva dos años seguidos por debajo de esa cifra total, no llegando a las 180.000 toneladas.
Una ría entera en vilo
Desde el CSIC, avisan de problemas como la aceleración de la acidificación de la ría de Vigo, un proceso muy negativo para el mejillón. El descenso de la producción, apunta el CSIC, tiene que ver con factores climáticos como el aumento de la temperatura del mar, esa acidificación oceánica y los cambios en los patrones de afloramiento.
El 74% del mejillón gallego se produce en la ría de Arousa, lo que da a entender la magnitud del problema para nuestro entorno. La facturación en 2024 de este bivalvo fue de 128,6 millones de euros y esto representa el 93% de producción acuícola gallega. En Galicia hay 12 centros de depuración, 39 empresas transformadoras y más de 120 marcas autorizadas o a punto de serlo para comercializar Mexillón de Galicia.
Es evidente la importancia del mejillón en nuestra ría. La demanda del mercado europeo supera las 600.000 toneladas. Hace años, las rías producían un 33,3 % de esa demanda, pero la producción gallega desciende hoy a menos del 30%. Se impone reflexionar y actuar. El mejillón como relato económico arousano deslumbra: se ha convertido en la mayor producción de acuicultura marina en España y en la Unión Europea, pero el clima y otros factores amenazan con un final no deseado para esta Incrible historia de don Mexillón.