
Que la cocina es un espejo de la personalidad de su creador es una certeza que uno se lleva para siempre tras disfrutar de una visita a Casa Castor.
13 nov 2018 . Actualizado a las 18:32 h.El creador es Arturo Fontán, un tipo de vetusta elegancia, que ahora ejerce de inconmensurable anfitrión en lo que él llama con cariño, su «retiro dorado». Y sí, su cocina es como él. Generosa, honesta, agradecida, apegada a su tierra y por momentos chispeante. Como ese brillo que aflora en sus ojos cuando te recibe. En pleno corazón de la ruta de los furanchos Casa Castor es un homenaje a la cocina tradicional gallega desde otra dimensión. «Aquí prima el producto sobre la elaboración. Yo solo le pongo una pequeña dosis de cariño y respeto, nada más», comenta Arturo. Y nada menos, habría que añadir. Un respeto a la temporada, a las vedas y a los productores que se constata en una carta sencilla pero llena que en estos días tiene sus mejores exponentes en los choquitos y en las luriñas de la Ría o en las xoubas del xeito. Arturo Fontán considera que «la mitad del trabajo de cocina se hace cuando se va a comprar». Él acude todos los días, excepto los lunes, a la lonja y al mercado de Cambados. «Y allí pregunto. Pregunto mucho». Con un par de carniceros de confianza y una bodega que le sirve un excepcional albariño de las laderas de A Carabuxeira compone el resto. Más que suficiente para satisfacer con creces su objetivo confeso. «Hacer feliz a los amigos que viene a verme».