Los españoles se han lanzado a la vida sana (pero cómoda). El último informe de Consumo Alimentario revela que, en el 2018, el consumo de ensaladas de bolsa casi duplicó el del año anterior. Te contamos si merece la pena o no hacerles un hueco en nuestra rutina
03 nov 2020 . Actualizado a las 13:48 h.Por menos de 3 euros tienes a tu alcance una comida saciante, repleta de verde, que no viene mal para calmar conciencias; y que requiere cero esfuerzo si eres poco ducho en la cocina o no tienes tiempo para ponerte con filigranas culinarias. Con este panorama se entiende que, como revela el último informe de Consumo Alimentario, cada vez más españoles se lancen a las neveras del supermercado para hacerse con una de las infinitas variedades de ensaladas envasadas que ofrece el mercado: en concreto, un 56,7 % más de consumidores se inclinaron en el 2018 por este tipo de platos que en el 2017. El aumento del interés en estos productos de cuarta gama revela que en España, un país en el que el 23 % de la población es obesa, comienza a calar hondo la idea de que la vida saludable es la vida mejor. Aunque primando, eso sí, la comodidad. Sin embargo, tras una vuelta por el supermercado y preguntando a una nutricionista si estos preparados son realmente recomendables o un engañabobos, las conclusiones son claras.
«Estas ensaladas son estupendas porque en el fondo llevan verdura fresca y alimentos sin procesar y, en general, están bien. El problema es que normalmente se acompañas de salsas que tienen base de nata o azúcares, y eso fastidia esta súper comida. Así que la solución no es dejar de comer estos platos, sino aderezarlas con aceite de oliva y vinagre», comenta la experta Belén Suárez. Efectivamente, aunque la mayoría de estas ensaladas llevan una base de alguna variedad de lechuga o un mezclum, para hacerlas más atractivas a ojos del consumidor las compañías les añaden ingredientes no tan sanos como pueden ser queso estilo griego (repleto de aditivos), pollo ultraprocesado, bacon o picatostes. De este modo, si uno lo que quiere es ganar en salud y/o cuidar la línea, es mejor que busque otras opciones. Esto sin entrar, por supuesto, en la cantidad de azúcares que plagan las salsas a las que hacía referencia Suárez.
Por otro lado, aunque bien es cierto que para muchos trabajadores es una solución fácil que les invita a comer verdura cruda, no hay que perder la perspectiva de que al tratarse de productos envasados, las marcas buscan la mayor rentabilidad al menor coste. Y esto, no nos engañemos, suele estar reñido con la calidad. Cuando empezamos a ver en los envases términos como almidón modificado,estabilizante o sorbato potásico (ingredientes habituales de estos platos), por mucho que el márketing se empeñe en edulcorar el producto con términos como light o detox, es mejor hacerse a la idea de que estos productos no pueden ser un sustituto de un plato de verduras, sino una alternativa aislada.