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Son las Angela Channing de los viñedos gallegos. Algunas inconformistas, otras con visión exportadora, las hay también pegadas al terruño... pero todas ellas aman las viñas por encima de todo. Ellas son las que mandan en algunas de las bodegas con más encanto de Galicia
28 feb 2023 . Actualizado a las 20:10 h.Todas ellas tienen algo común. Han echado raíces en la tierra que, en muchas ocasiones, las vio nacer. Y pisan con paso firme los viñedos que tanto aman. Pero también son soñadoras y han dejado que sus alas se movieran al viento, aunque fuera a contracorriente. Por eso están al frente de sus propias bodegas, un lugar donde hace unas décadas apenas había sitio para ellas y ahora se van abriendo camino. Algunas están más centradas en la parte empresarial y en las estrategias de venta y márketing, y a otras, en cambio, les gusta mimar sus creaciones sin dejar de lado la parte más comercial. Lo que está claro es que todas ellas saborean el éxito con un buen vino gallego. Este brindis va por ellas, las mujeres que lideran algunas de las bodegas gallegas con más encanto.
No están todas las que son ni mucho menos. Y la mayoría están al frente de bodegas pequeñas, dentro o fuera de denominación de origen, otras lideran cooperativas, y las hay que son auténticos referentes en el mundo del vino. Hacemos un recorrido por las distintas zonas vinícolas para hablar con ellas. La primera parada es en Sabariz (Muíño), en un pazo del siglo XVII. Allí nos recibe Pilar Higuero, de Lagar de Sabariz, y que muchos conocen porque comercializa A Pita Cega, un coupage de uva albariño y treixadura. Sí, hay que tener un punto de ceguera y de locura para comprar hace 18 años un pazo en ruinas y con las viñas abandonadas, embarcarse en esta aventura de hacer vino y, encima, hacerlo fuera de denominación de origen. Pero es un espíritu libre y se nota nada más cruzar unas frases con ella. Además, este mundo no le es ajeno. Ya sus antepasados se dedicaban al vino en Francia y en Cataluña. Reconoce Pilar que cada vez hay más mujeres al frente de las bodegas y que eso se percibe a simple vista. «Es verdad que ya no sorprende a ningún comprador o catador, por ejemplo, a la hora de ir a una feria encontrarse a una mujer en el estand y que no sea la azafata», dice orgullosa del paso al frente que las mujeres están dando en muchos sectores.
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Pilar fue restaurando «con mucho amor» y esfuerzo el pazo que había adquirido, aunque lo primero que hizo fue plantar la viña y ahora se dedica en cuerpo y alma a todo el proceso hasta conseguir sus particulares vinos. «A mí la bodega me ha dado la vida. Sabariz me ha dado más de lo que yo ni en mis mejores sueños hubiera podido pedir. Y también me ha dado amigos maravillosos», dice esta mujer coraje, que ha tenido que luchar contra una dura enfermedad y que siempre ha contado con el apoyo de sus amigos bodegueros para sacar la producción adelante: «Cuando he estado enferma, me han venido a ayudar y eso no se paga con nada». Además de A Pita Cega, produce A Pita Tola, un monovarietal de albariño y A Pita Miúda, otro monovarietal de treixadura. Todos ellos fuera de denominación de origen.
En Leiro, Xulia Bande
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Dejamos a Pilar en Sabariz y nos vamos hasta Leiro. Allí nos recibe Xulia Bande, en la bodega que lleva su nombre, aunque ella es nativa de Arnoia. También le viene de familia el cultivo de las viñas y la creación de su propio vino. Concretamente, de su abuelo. Él, que era arriero, se dedicaba a ir hasta Pontevedra con sus mulas vendiendo vino. «Moitas veces non chegaba alí e xa o vendía polo camiño. E se chegaba ía ao porto e alí cambiábao por polbo, que despois vendía nas feiras do interior. Por iso foi o único pulpeiro que se coñecera que non era de Arcos, senón de Arnoia», explica. Cuando se hizo mayor, dejó de ir con las mulas, pero nunca abandonó su pasión por las viñas. Fue ahí cuando Xulia comenzó a echarle una mano en el viñedo. Y vio de la necesidad una forma de vida. Montó una empresa de servicios vitivinícolas y realizaba trabajos para bodegas. Así estuvo durante 15 años, hasta que decidió montar su propia bodega, hace ahora 17 años. «Empecei o proxecto replantando as fincas con variedades autóctonas para vender uva de calidade. Decidín que o camiño era ese, era o que me gustaba e quixen facer unha adega», explica. Y hasta hubo quien trató de desanimarla: «Había xente que me dicía que a onde ía. Que me ía fartar de beber viño porque non ía vender nada. Iso empurroume aínda máis. Bastaba que alguén me diga que non, para que eu quixese ir a máis. E, por fortuna, as cousas fóronme ben». Xulia comercializa dos blancos, dentro de la Denominación de Orixen O Ribeiro, Son de Arrieiro y Añada Selección. También tiene un tinto (Añada Selección) y un rosado, que está fuera de denominación de origen, As Argalladas de Xulia.
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Marisol Borrajo es copropietaria junto con su marido, Jorge Feijoo, de Adega Vella, en A Teixeira, en pleno corazón de la Ribeira Sacra y muy cerca de Castro Caldelas. Ella, que llevaba tres concesionarios de coches en Ourense, decidió cambiar el sector de la automoción por el mundo del vino cuando su marido montó la bodega y vio que nunca quedaba excedente de un año para otro. Fue el propio mercado el que marcó el crecimiento de este negocio que cuenta con diez personas trabajando de manera permanente en sus instalaciones y que crea 25 vinos distintos, con más de 160.000 botellas anuales. Y todo esto en algo más de quince años. «Llegó un momento en el que el trabajo era bastante estresante porque la bodega iba creciendo y yo tenía que trabajar toda la semana en Ourense y los fines de semana aquí», comenta Marisol, que reconoce que a día de hoy sus hijos también se dedican al negocio familiar. Jorge es el encargado de elaborar el vino, y ella se dedica más a la parte comercial y de márketing: «En los dos sectores, tanto en la automoción como el del vino, nunca me sentí discriminada, a pesar de que mayoritariamente hay hombres». Reconoce que el trabajo es duro, sobre todo, en la viña y peor aún en la Ribeira Sacra, pero considera que le llenan de orgullo los reconocimientos. «La verdad es que hemos recibido varios premios y que te reconozcan tu trabajo es un honor», valora.
El legado de Joaquín Rebolledo
En el caso de Mercedes Rebolledo, fue la muerte de su padre (Joaquín Rebolledo) y la enfermedad de su madre (Esther Cortés) lo que la llevó a tomar las riendas de la bodega Joaquín Rebolledo, en A Rúa, con apenas 24 años. Eso sí, la ayuda de su tía Mercedes Cortés y de su marido José Ramón fue imprescindible para poder mantener el nivel de sus progenitores. Recuerda que los comienzos fueron difíciles y que hubo gente que no la tomaba muy en serio por el hecho de ser mujer y tan joven, pero con la ayuda de los suyos y el apoyo del consejo regulador de la Denominación de Orixen Valdeorras fue ganando peso en este sector. «Ahora ya empieza a haber muchas mujeres, pero, aun así, es un mundo de hombres», dice esta bodeguera que ya le está inculcando las bases del negocio a sus tres hijos. «Lo que más me enorgullece es que la empresa siga adelante porque sé que a mi padre le hubiera gustado que fuera así y que la gente me diga por la calle que los vinos están buenísimos. Eso me da muchísima felicidad. Mi padre estaría muy orgulloso por todo ello», comenta la dueña de esta bodega, que produce más de 300.000 botellas al año.
Rías Baixas, cuna de bodegueras
El caso de las Rías Baixas es un buen ejemplo de que el mundo está cambiando porque es relativamente fácil encontrar a mujeres al frente de bodegas. Mención especial tiene en este caso Marisol Bueno, de Pazos Señoráns, no ya solo por la trayectoria de esta bodega, sino porque gracias a ella y a su equipo lograron situar la Denominación de Orixen Rías Baixas en el mapa internacional. Más de 20 años estuvo al frente del consejo regulador y recuerda lo difícil que fue conseguir esta marca genérica para la zona en ese momento y que las bodegas se sometieran voluntariamente a los controles que marcaban la institución que entonces las regulaba. Pero lo consiguieron y ahora la uva albariño «es la única variedad española que está implantada en todo el mundo»: «Logramos convencerlos y ya ves. Pasamos de 500.0000 kilos de uva en el año 89 a 40 millones al cabo de 30 años. Creímos en eso y fuimos capaces de someternos a los controles».
Marisol todavía recuerda que acabó en el mundo del vino por pura casualidad. «Soy bióloga y compramos una finca. En aquel momento, el albariño empezaba a ser un cultivo profesional. Entonces plantamos kiwi y albariño, porque el kiwi también empezaba a despuntar. Pero el vino lo desplazó y toda la finca se convirtió en viñedo», esos fueron los comienzos de esta bodeguera con solera hace 43 años. Ella sigue estando en contacto directo con la viña y con su bodega, aunque ahora en el día a día esté más presente su hija Vicky Mareque. Y recuerda que incluso hubo momentos en los que en Pazo Señoráns había más mujeres que hombres, aunque ahora esté más equilibrado. «Se valora la profesionalidad por encima de todo», dice.
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Otra de las bodegueras de referencia en O Salnés es Belén Varela. Esta licenciada en Económicas estuvo más de 20 años en el mundo de la dirección de empresas. Entre ellas, una de las grandes cooperativas de Rías Baixas, Paco&Lola. Pero a principios del 2016 decidió crear su propia bodega Just B, que nació con vocación exportadora, de ahí su nombre inglés. «Mi familia siempre hizo vino y teníamos viñedos. De pequeña recuerdo que mi padre lo hacía en casa. Pero cuando tenía 14 años, decidió dejar de elaborarlo y metió todos los viñedos en una cooperativa. A raíz de pasar yo por Paco&Lola y, como siempre tuve una gran vena emprendedora, tenía claro que quería hacer algo por mí misma. Me dije: ‘Ahora es el momento o nunca'. Y recuperé los viñedos que teníamos en la cooperativa», explica. Los comienzos los vivió con muchísima ilusión y llegó a exportar sus vinos a doce países, pero la pandemia lo trastocó todo y tuvo que reinventarse, aunque ahora vuelve a arrancar de nuevo la exportación. «He de decir que, quitando alguna excepción, que tampoco hay que tener en cuenta, siempre me sentí valorada y respetada. Pero es verdad que siendo mujer siempre tienes que demostrar todos los días tu valía. Aunque ahora, con tu propia empresa, es distinto. Eres más libre porque tampoco vas a permitir que te digan lo que tienes que hacer en tu casa», comenta.
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Cristina Yagüe y María Falcón están muy comprometidas en dar visibilidad a la mujer en el mundo del vino. El nombre de su bodega, Anónimas Viticultoras, ya es toda una declaración de intenciones. Estas dos mujeres lideran un proyecto que «no solo es de vinos, sino que reivindica el valor de la mujer» en este sector. Su primer vino fue un rosado de caíño fuera de denominación de origen: «Ya que dicen que a las mujeres nos gusta el rosado, pues hicimos un rosado con mucha acidez, nada suavecito», comenta con ironía María. Luego ya se centraron en los Rías Baixas, pero también producen vinos de la Ribeira Sacra y de Valdeorras. «Tenemos también vinos especiales fuera de denominación de origen que cada año los dedicamos a una mujer anónima», explican estas bodegueras, que intentan en la medida de lo posible ofrecer oportunidades laborales a las mujeres.
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Para el final de esta ruta bodeguera en clave femenina, hemos dejado a una mujer que ocupa uno de los cargos más relevantes en el mundo de los Rías Baixas. Ella es Loli Calvo y preside una de las cooperativas más importantes de esta zona, Condes de Albarei. Lleva al frente de ella desde el 2014 y es la primera mujer que ostenta este cargo. Pero también participa en la asociación Nós As Mulleres, dependiente de Agaca (Asociación Gallega de Cooperativas Agroalimentarias), que pretende «potenciar e visibilizar á muller cooperativista, pero non só como traballadora, senón tamén como empresaria e directiva. En todas as facetas». Nadie mejor que Calvo es consciente de la necesidad de seguir avanzando en la incorporación de la mujer a todas las facetas de un sector en el que ellas «sempre formaron parte del» y de la urgencia de lograr la igualdad real en el mundo laboral, y en la sociedad en general.
Su conexión con el mundo del vino surge «desde o momento en que nacín». Crecer en una casa de labranza le permitió aprender a amar las vides: «Os aromas e as cores do proceso da viña veñen asociados ás miñas vivencias desde sempre». A pesar de su pasión por este mundo, sabe que en las Rías Baixas es difícil vivir exclusivamente de este sector. De ahí que comparta su faceta de viticultora y presidenta de Condes de Albarei con su otra gran pasión, ser profesora en el instituto de Matemáticas. Lo cierto es que todas ellas son una caja de sorpresas. Y, detrás de todas estas historias, la pasión por la naturaleza siempre está presente.