El marisqueo a pie para en enero en la ría de Pontevedra ante la catastrófica mortandad de la almeja
SOMOS MAR
Las cofradías de Lourizán, Pontevedra y Raxó suspenden su actividad este mes, una medida que afecta a 494 profesionales en las playas
05 ene 2024 . Actualizado a las 21:53 h.El marisqueo a pie se suma a la suspensión temporal de su actividad en la ría de Pontevedra, decisión que hace unos días tomó también el sector de a flote. La decisión la adoptaron las cofradías de San Telmo, Raxó y Lourizán, con la información facilitada por la asistencia técnica de la lonja de Campelo y que evalúa el impacto tremendo de la mortandad de la almeja, el berberecho y la ostra en el fondo de la ría, donde se ubican los bancos del plan de explotación conjunto. En principio, el marisqueo a pie está estudiando cómo va a afrontar los meses que tiene por delante, pero la decisión adoptada es que, por lo menos, no se retire marisco de las playas en lo que queda de este mes de enero y el resto del año ya se verá. Esta información se le comunicará a los afectados en asambleas por cofradías la próxima semana y después se convocarán las juntas generales de los pósitos para ratificarlas. Es la única fórmula que, a día de hoy, tienen las cofradías para intentar salvar lo poco que quedó vivo en los bancos marisqueros y propiciar su regeneración. El problema está en intentar asegurar algún tipo de ingreso, vía ayudas al sector, para las 494 personas del sector de a pie, que podrían quedarse sin trabajo durante meses.
La patrona mayor de Lourizán y presidenta de la lonja de Campelo, María del Carmen Vázquez, justificó la decisión adoptada en una reunión de los patrones mayores con la asistencia técnica y otros representantes de las agrupaciones de mariscadores de a pie. «La situación en la ría de Pontevedra ahora mismo es muy agobiante. Se valoró que hacer y se va a suspender el marisqueo a pie este mes porque no hay nada en las playas. Lourizán está mal, Combarro está mal y hay un poco en Campelo pero que no daría para toda la gente y además no quedaría nada después en la playa», expone. Así que se van a realizar asambleas donde se detallará el impacto del desastre marisquero de este otoño y las posibles vías de ayudas a explorar, porque no está claro todavía que el sector, en este momento, pueda beneficiarse de una cobertura extraordinaria de las Administraciones públicas.
El 98 % del berberecho, más del 60 % de la almeja japónica, el 35 % de la fina y toda la babosa de los bancos de a pie murió el pasado otoño. Es un desastre sin paliativos que hace imposible cubrir cuotas, porque, además, si se retiran de las playas los ejemplares adultos que han sobrevivido, como comentó Vázquez, «estaríamos quitando de los bancos los ejemplares reproductores», mientras que para que la semilla que sobrevivió pueda alcanzar la talla comercial aún hay que dejar pasar bastantes meses.
Así pues, ahora mismo este sector tiene que buscar solución a varios problemas. Por un lado, está la propia recuperación de los bancos marisqueros. No hay semilla suficiente en piscifactoría en España que pueda atender la necesidad de cría en las Rías Baixas. Es decir, la regeneración de las poblaciones de bivalvos dependerá de ellas mismas. Por otro lado, está pendiente de pasar todo el invierno y toda la primavera, épocas donde los episodios de baja salinidad podrían volver a producirse si hay lluvias intensas y persistentes, agravando el daño a los bancos. La incertidumbre pesa mucho en el ánimo del sector marisquero.
Por el otro, está la búsqueda de una fórmula que permita que las mariscadoras puedan tener unos ingresos mínimos por lo que se prevé que sea un largo período de suspensión de actividad por la mortandad. Una forma sería la declaración de zona catastrófica, pero es una medida que depende del Estado central y que además no se sabe ni cuándo se podría dar ni siquiera si podría hacerse. Las cofradías y la Xunta están recabando datos e informes técnicos para avalar esa petición, pero sea como sea la última decisión la tendrá Madrid y tendrá que estar muy justificada.
La solución habitual en el sector, en momentos de suspensión forzosa del trabajo en las playas, es el cese de actividad. Sin embargo, esta fórmula se pide de forma individual, una vez que una cofradía adopta esta decisión para un plan de explotación concreto. Cada profesional del mar tiene un período en el que se puede beneficiar de esta medida, pero hay un máximo de meses cada pocos años y en el caso de Pontevedra, la ría más expuesta a los episodios prolongados de marea roja, hay una alta proporción de mariscadoras que no puede acogerse a esta opción o que lo puede hacer por un número muy limitado de días, porque consumieron esos días en esos ceses de años anteriores por marea roja y todavía no han generado días suficientes para poder afrontar un período largo sin trabajar este año.
Un problema adicional que tiene el cese de actividad es que impide, por sus requisitos, que los beneficiarios puedan acudir a las playas a realizar trabajos de mantenimiento. Vázquez señala que se lleva mucho tiempo intentando hacerle entender al Instituto Social de la Marina (ISM) que los trabajos de mantenimiento en los bancos son necesarios para contribuir y acelerar la regeneración de las playas, y que en esas operativas no se generan ingresos porque ni se recoge almeja ni se vende en las lonjas. Para las mariscadoras, el mar es como una finca y, si no se hacen tareas de mantenimiento, es como si se dejara a monte. Se hace menos productiva. «La finca la tenemos que poner al día, si hay zonas fangosas o rareos o traslados, los tractores o el barco de la cofradía pueden hacer algo, pero las mariscadoras son imprescindibles», resalta Vázquez.
La otra posibilidad son las ayudas del Fondo Europeo Marítimo y de la Pesca (Fempa), pero Vázquez sostiene que todavía no saben cuántos de sus asociados podrían acogerse a esta modalidad, ni por cuánto tiempo, ni tampoco si se les permitiría realizar la operativa de mantenimiento en los arenales. Sea como sea, el año empieza muy mal para este colectivo, que se reafirma en que de lo que se trata es de su supervivencia, no de vivir subvencionados. «No se trata de mendigar una ayuda o una subvención, es la necesidad por lo que pasó, y la ayuda es necesaria para poder regenerar los bancos y salir adelante», concluye la patrona mayor de Lourizán.