Investigadores recomiendan que Francia revise las titulaciones de los tripulantes de sus pesqueros
PESCA Y MARISQUEO

Numerosos barcos de capital español y dotaciones mixtas faenan con pabellón galo en los caladeros comunitarios
16 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Al no ser pública la información sobre los propietarios de los pesqueros, resulta difícil concretar cuántos de bandera francesa pertenecen a armadores españoles. Distintas fuentes del sector apunta que son numerosos, por lo menos una treintena en los caladeros comunitarios de Gran Sol, con mandos españoles y tripulaciones de otros países. La Oficina de Investigación de Eventos Marítimos de Francia (BEA Mer) acaba de recomendar a sus autoridades nacionales que pongan en marcha «una campaña para verificar el reconocimiento de las cualificaciones de los pescaderos extranjeros embarcados bajo pabellón francés».
Homólogos de la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos de España, los investigadores galos aclaran que su sugerencia «no debe en ningún caso dar lugar a una presunción de responsabilidad o culpa», así como que no es una invitación para cumplir normas «que son por naturaleza obligatorias».
Tanto el capitán como el segundo de a bordo de los pesqueros que enarbolen bandera de Francia han de acreditar con diplomas, títulos o certificados que conocen la legislación marítima francesa y un dominio del idioma del país de nivel intermedio-alto, de tal modo que puedan hablarlo, escribirlo y leerlo con fluidez. Igual que toda la dotación, también deben tener homologadas por Francia sus titulaciones o certificaciones para desempeñar sus trabajos.
La BEA Mer recuerda los requisitos en su informe del naufragio del pincheiro de Gran Sol María Reina Madre, de bandera francesa pero con base en Burela. Se fue a pique frente al puerto vasco de Pasajes el 9 de febrero del 2024, con un patrón y un jefe de máquinas españoles, junto a otros siete tripulantes de la misma nacionalidad y cinco indonesios. Afortunadamente, todos fueron rescatados ilesos. Como posibles causas del siniestro apuntaron la corrosión del casco, por la rotura de un colector o por una fisura en una soldadura.
Dominar la lengua francesa
«Aunque no tiene conexión directa con el naufragio», los investigadores ven «importante señalar que ninguno de los tripulantes entrevistados hablaba francés o inglés con fluidez». Por tanto, sucedió el «inesperado, necesitar un intérprete» de francés para tomarle declaración a los pescadores de un barco con bandera de Francia, lo que expuso «varias dificultades». Entre ellas, «el uso exclusivo del español [qué] no permitió a la BEA Mer realizar las entrevistas en condiciones propicias para la comprensión completa de los hechos» que rodearon al naufragio.
Las «lecciones» de este accidente marítimo las dirige a las autoridades francesas. Una, «no existe una base de datos nacional» que registre como validar el «reconocimiento de certificados y títulos de navegación de marinos extranjeros en la pesca». Dos, desde lo 2018 los pesqueros de bandera gala sometidos la reformas se controlan «de forma no sistemática, mediante selección y muestreo». Y si sus tripulaciones se rigen por la legislación laboral y social española «el vínculo con la Administración francesa parece muy tenue».
El informe sobre el María Reina Madre también constata que el «buque está bien controlado desde el punto de vista de la certificación de seguridad». Con todo, avisa sobre «la falta de control de la composición de la tripulación por parte de la Administración, desde el punto vista tanto numérico cómo cualitativo», lo que conduce a un desconocimiento» oficial.
Homologar los certificados
A BEA Mer consultó a las autoridades de Francia «sobre la falta de control» de las reformas realizadas en el barco de propiedad burelesa hundido a 140 metros en el golfo de Vizcaya. Contestaron que se basaron en las directrices nacionales de agosto del año pasado, «que gradúan y priorizan» esas supervisiones. Y como el María Reina Madre había estado en el varadero por última vez en el 2023, aun no había sido inspeccionado.
Los investigadores opinan que en este caso «no se tuvo en cuenta» que el pesquero «nunca hace escala en territorio nacional», que su armador es «extranjero» y que la cualificación de su tripulación «no está identificada ni homologada» por Francia. En resumen, consideran que «parecería más adecuada» una comprobación del barco y de su dotación, «dada la disyunción entre los procedimientos administrativos españoles y los de la Administración francesa».
De ahí que concluyan que la conexión de un barco con bandera de esa nación con las autoridades del país a lo que pertenece «se reduce a los controles administrativos». Y «son tan limitados» cómo para que estuviera en el mar con «solo un marinero, del total de 14 tripulantes», con el título correspondiente a su función homologado por Francia. Además, el patrón «desconocía la legislación marítima francesa y no sabía, hablar, escribir ni leer en francés».