La batalla definitiva del cruasán: ¿Manolitos o Riquiños?

SABE BIEN

La llegada a Galicia de los mini cruasanes más famosos de Madrid ha puesto en jaque (¿o no?) a las piezas de Horno Sanbrandán. Analizamos los pros y contras de ambos dulces

28 ene 2022 . Actualizado a las 12:29 h.

Desde que Manolo Bakes llegó a la ciudad herculina en el 2019, parte de los ciudadanos de la esquina noroeste peninsular están divididos. ¿De quién eres más? Hasta entonces, los Riquiños de Horno Sanbrandán eran los mini cruasanes favoritos de la provincia de A Coruña, ya que esta compañía sirve estos dulces también en Carballo, Betanzos, Arteixo y Ferrol. Pero con la inversión de Morata y sus Manolitos hemos topado. A la hora de llevar unos dulces a la oficina, agasajar a un cumpleañero o celebrar un nacimiento, cada uno tiene sus inamovibles preferencias. Pero ¿realmente hay tantas diferencias entre unos y otros cruasanes? Lo analizamos.

La facilidad para adquirirlos

Es importante, primero, analizar la facilidad para conseguir cada uno de los estos manjares de dioses. Manolo Bakes es cierto que se encuentra en una de las arterias principales de A Coruña, en plenos Cantones. Sin embargo, si uno va con prisas y tiene que dejar el coche aparcado un segundo puede que sude la gota gorda. Cualquier coruñés sabrá que es una Odisea aparcar en esa zona, y una vez lo hace puede empezar a sufrir microinfartos tras toparse con las colas que frecuentemente (quizás por la novedad) se forman en el único local que tiene esta empresa en la comunidad. ¿La alternativa? Tirar de delivery. Glovo sirve estos minicruasanes, eso sí, comisión mediante. Los Riquiños, sin embargo, lo son también por la facilidad de compra. Horno Sanbrandán se encuentra prácticamente en cada esquina de la ciudad, con lo que encontrar un punto de venta que nos quede cómodo es relativamente sencillo. La cantidad de tiendas que plagan A Coruña hace, por supuesto, que los clientes se diversifiquen, así que, acabarás antes si optas por esta opción. Importante para la que esto escribe, que fue con la legaña puesta de ruta a las 08.30 h., y seguro que para muchos trabajadores que quieren tener un detalle en el trabajo a primera hora.

El «packaging»

En plena era Instagram la estética es más importante que nunca. Y, parece ser, seguir la estela de Mr. Wonderful también. En ambos casos, la presentación es más que digna, y muy parecida. Los mini cruasanes llegan al cliente dentro de unas cajas de cartón, bastante resistente que se cierra con una pegatina. Una vez se abre la caja cada una lleva una frase: «Así empiezan los días que empiezan bien», es lo que puede leerse en la de los Riquiños. Los Manolitos apuestan fuerte por el márketing. «No se dice croissant, se dice Manolito». Amén. El punto negativo es que, en ambos casos, se echa de menos un material que absorbiera el glaseado en la base de las cajas. Sobre todo en la de los Riquiños, pues se podía apreciar perfectamente la humedad al ir retirando los cruasanes.

Precio

Un Manolito: 0,70 euros. Un Riquiño: 0,34 euros. En este punto está claro que salen ganando los Riquiños si lo que quieres es rascarte el bolsillo lo menos posible. Además, en relación al tamaño son similares (en torno a unos 10 cm de largo en ambos casos) y con un ancho prácticamente igual.

Precio

En el caso de los Riquiños, todos eran iguales: minicruasanes con almíbar. Los Manolitos escogidos para la cata fueron los clásicos y los de tres chocolates. Aunque de un vistazo parecía que los Riquiños iban a estar más secos, la realidad fue otra (de hecho, la base de la caja estaba mojada). En cuanto al peso, ni el Manolito ni el Riquiño pueden considerarse cruasanes ligeros. Más bien todo lo contrario. Esto ya da cuenta de lo que nos vamos a encontrar. Así que pasemos, por fin, a la parte más interesante: el interior.

Sabor

Efectivamente, estos cruasanes se alejan del todo de esas livianas piezas parisinas que permiten a los franceses desayunar estos dulces y mantenerse esbeltos como los que más. Nada más darle un bocado a un Riquiño y a un Manolito piensas en la próxima visita al gimnasio. Bombas dulces, les salva que son pequeños porque, de lo contrario, solo los más golosos podrían llevarse a la boca más de dos. De los Riquiños destaca su sabor almibarado, que puede que haga sombra a la gracia de querer disfrutar de un cruasán. Además, se trata de bocados intensos y cuyo contenido puede pecar de estar algo crudo.

Los Manolitos, algo más ligeros cuando se prueban, recuerdan más al sabor clásico de los cruasanes de toda la vida, aunque quizás, precisamente por eso, cuando uno los come por primera vez se sorprenda de su fama. Eso sí, la mezcla de chocolates (a pesar de que se derritió solo en un trayecto en coche de 15 minutos a 20 grados) es una maravilla, incluso, para los menos dulceiros precisamente porque, con el toque amargo, contraste perfecto con la cantidad de mantequilla que llevan estos cruasanes.

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